Arte latinoamericano en las colecciones de la Comunidad de Madrid y la Fundación ARCO

Una selección de sus fondos, que desde 2014 conviven en el CA2M, se exhibe en la Sala Alcalá 31

Madrid,
Sala Alcalá 31. Arte latinoamericano en las colecciones del CA2M y la Fundación ARCO
“Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo”. Alcalá 31

La presencia de artistas latinoamericanos en colecciones españolas ha crecido considerablemente en los últimos años, tanto que hoy en día pensar en arte contemporáneo español incluye, en gran medida, al arte latinoamericano. Es así por la estrecha y permanente relación entre los países y la producción local y porque son muchos los artistas del continente americano que ya viven o desarrollan largas residencias en España. Esta importancia que los creadores latinoamericanos han tenido en la construcción y definición de nuestra propia tradición artística es, precisamente, una de las ideas en las que quiere poner el acento la exposición que hasta el 21 de abril podemos ver en la Sala Alcalá 31 de Madrid. Allí se ha reunido una selección de obras procedentes de la Colección de Arte Contemporáneo de la Comunidad de Madrid y de la Fundación ARCO, escogidas con el propósito de ofrecernos otra mirada y perspectiva del arte latinoamericano.

La muestra ha sido comisariada por Manuel Segade, director del Centro de Arte Dos de Mayo, CA2M –responsable de custodiar y divulgar estas dos colecciones, unidas en 2014– y pone de manifiesto la fuerte apuesta que ambas han hecho por el arte contemporáneo iberoamericano, desde su creación en los años ochenta. Esto se hace patente en la programación expositiva del CA2M, así como en el interés que ARCO ha venido desarrollando en los últimos años por tender puentes con los países latinoamericanos. A través de la exposición vemos también cómo la historia de las dos colecciones está en cierta manera entrelazada, manteniendo en el caso de la de la Comunidad de Madrid una perspectiva más histórica y en el de la Fundación ARCO buscando estimular el comercio con un foco importante en aquellos países. En cuanto a su forma de crecer, la primera lo hace incorporando a sus fondos adquisiciones de producciones específicamente realizadas para su programación; la segunda, a través de compras en la feria ARCO, siempre con el propósito de enriquecerse con nombres clave pero también desde el buen ojo que implica poder detectar nuevos valores emergentes.

Uno de los grandes atractivos de la muestra es poder ver expuestas obras que desde su adquisición no habían sido mostradas al público, como por ejemplo el impresionante telón de Leonor Fini que preside la nave de Alcalá 31, dotándola de un halo escenográfico que envuelve y acoge esta significativa selección de trabajos, que cubren cronológicamente gran parte de las últimas décadas del siglo XX y comienzos del XXI. Esta obra, que es la que ha mandado en todo el montaje, pide ser entendida como fondo pero también ha de serlo como contenido, pues con ella se quiere reivindicar el arte latinoamericano más desconocido. Además, el hecho de haber sido realizado por una mujer y presentarse dominando la sala nos permite hacer una lectura específica de la colección del CA2M, en la que las artistas tienen un peso significativo.

Por otro lado, antes de centrarnos en autores y piezas, merece la pena mencionar la doble intencionalidad del título de la exposición: “Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo”. Por un lado, señala esa primera vez en que los fondos de estas dos colecciones de arte se sacan a la luz en un proyecto con una selección tan importante de arte latinoamericano. Por otro, esta frase, extraída de Yerma y que casa  con el carácter escenográfico que ya hemos mencionado que adquiere la nave de Alcalá 31, es un pequeño homenaje a Federico García Lorca, cuando se cumplen 100 años de su llegada a Madrid.

A grandes rasgos, la sala nos ofrece un eje monumental central marcado en el espacio por las piezas de Damián Ortega, José Dávila, Wilfredo Prieto, Rubens Mano o Los Carpinteros, a modo de avenida de esculturas que culmina en el telón de Leonor Fini. A los lados encontramos un recorrido narrativo no cronológico en el que se disponen obras de artistas tan dispares en su discurso como imprescindibles en este relato, como son Jesús Soto, Arturo Herrera, Francis Alÿs, Ana Mendieta, Ricardo Basbaum, Raymond Chaves & Gilda Mantilla, Oscar Muñoz, Carlos Garaicoa, Teresa Margolles o Beatriz González, entre otros. Un irónico final interpretado por la pieza en bucle de Jorge Macchi & Edgardo Rudnitzkty, From Here to Eternity, cierra la propuesta de la nave inferior, haciendo referencia a una temporalidad que es infinita en su experiencia particular y con la que el comisario nos expresa la “naturaleza incompleta de la Colección: una necesaria continuidad que abre puertas a su futuro, que obliga a pensar los vectores de crecimiento que ha de desarrollar”.

Sala Alcalá 31. Arte latinoamericano en las colecciones del CA2M y la Fundación ARCO
“Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo”. Nave central de la Sala Alcalá 31, con el telón de Leonor Fini de fondo.

La planta superior acoge propuestas más emergentes y en soportes muy diferentes, que van desde el dibujo al vídeo, firmadas por autores como Andrea Canepa, Fernanda Laguna, Éder Oliveira, Ivan Grilo, Daniel Jacoby, André Komatsu, Alexander Apóstol, Patricia Esquivias, Dias & Riedweg o Juan Araujo.

Resulta imposible hablar aquí de todas ellas pero también dejar de insistir en algunas, comenzando por el ya mencionado telón de Leonor Fini (Buenos Aires, 1907 – París, 1996). Su personalidad estuvo marcada por una infancia difícil, en la  que se vio obligada a vivir disfrazada de niño para pasar desapercibida tras el intento de secuestro de su propio padre, siendo criada en Italia por su familia materna, y una adolescencia privada de libertad por verse recluida en un espacio cerrado para recuperarse de una enfermedad en la vista. En 1924 se trasladó a París, entrando en el círculo artístico de Paul Èluard, Jean Cocteau, René Magritte, Max Ernst o Picasso, y en 1933 realizó su primera exposición en la galería de Christian Dior–dedicado al mundo del arte antes de convertirse en una autoridad en el diseño de moda, y quien siempre reconoció a Fini como una de sus grandes influencias–. La pintura, relacionada directamente con el simbolismo europeo de finales del siglo XIX, fue solo una de las facetas en las que destacó Fini, que también tuvo su momento como ilustradora, escritora y como diseñadora de vestuario y decorados. El telón que atesora la Comunidad de Madrid y que ahora se despliega con ocasión de esta muestra, fue un encargo de Antonio el Bailarín en 1957 para el ballet Sonatina, una pieza compuesta por Ernesto Halffter en 1928, basada a su vez en el poema homónimo de Rubén Darío cuyo primer verso es el conocido “La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?”. La artista se inspiró para su realización en los tapices medievales de La dama y el unicornio del museo de Cluny y en él vemos a la princesa en actitud meláncólica, con la mano apoyada en la mejilla, acompañada de la criada, bufones y saltimbanquis. Mientras que la iconografía de la princesa puede responder a una imaginería de corte clásico y la vegetación está próxima también a la decoración gótica, encontramos otros personajes en los que la imaginación de Fini se acerca más una idea exótico colonial, además de animales propios de su arte, como aves, simios y felinos, estos últimos una de sus grandes obsesiones (se dice que en su apartamento de París llegó a convivir con veintitrés). El espectacular telón se convirtió en una de las obras más queridas por el Bailarín, que llegó a instalarla de forma permanente en su teatro personal en la calle Coslada de Madrid, siendo también un elemento destacado en su capilla ardiente, en 1996.

Estas son otras diez obras en las que os invitamos a deteneros de manera especial:

Jesús Soto. Blanco sobre blanco y vibración (1991). Sala Alcalá 31. Arte latinoamericano en las colecciones del CA2M y la Fundación ARCO
Jesús Soto. Blanco sobre blanco y vibración, 1991.

Blanco sobre blanco y vibración (1991), de Jesús Soto

Esta fue la primera obra de arte latinoamericano adquirida por la Fundación ARCO, en 1992. Se trata de una obra en la que el artista venezolano ha superado ya el vocabulario formal de la vanguardia clásica y avanza en su voluntad de llevarnos a una nueva experiencia del arte. A partir del cuadrado blanco de Malévich, Soto realiza una doble operación: situar un cuadrado flotando físicamente  sobre otro mayor e introducir un elemento vibratorio en el extremo inferior de la pintura, integrando aspectos sensoriales y que modifican la percepción de la obra de arte.

Obeslisco transportable (2004), de Damián Ortega

Ortega es, sin duda, uno de los grandes renovadores del arte mexicano, cuyas obras están dominadas por el sentido del humor. Con esta pieza, producida por la organización sin ánimo de lucro Public Art Fund, Ortega introduce un irónico y certero comentario sobre el desplazamiento de los centros a las grandes ciudades y sobre la consistencia de los símbolos de poder en el espacio de la ciudad, desde las operaciones coloniales en época de los romanos, desplazando los obeliscos egipcios desde África al centro de sus ciudades, hasta Napoleón.

The Henle Collection-Continental Ceramics & Glass-Gold Boxex, Objects of Vertu & Fabergé (2003-2004), de Nelson Leirner

Los collages de Leirner, intervenciones que podríamos calificar como pop, sobre catálogos de Sotheby’s proyectan su visión mordaz sobre el mercado del arte en la sociedad actual, a partir de su consumo por una clase alta.

Para quien no se las cree hijos de puta (2010), de Teresa Margolles

La denuncia social, especialmente la de la violencia en México como consecuencia del narcotráfico, forma parte de la obra de Margolles, que en este caso toma la frase que marcan los asesinos sobre los cuerpos de sus víctimas. En su obra las letras han sido bordadas en hilo de oro por artesanos de las zonas de conflicto sobre telas que fueron utilizadas para limpiar restos de sangre de las calles, tarea de la que suelen encargarse siempre los vecinos y familiares de los asesinados.

Teresa Margolles. Para quienes no se las cree hijos de puta. Sala Alcalá 31. Arte latinoamericano en las colecciones del CA2M y la Fundación ARCO
Teresa Margolles. Para quien no se las cree hijos de puta, 2010.

Acirema (Dibujando América IV) (2007-2008), de Raimond Chaves & Gilda Mantilla

La pareja limeña Chaves & Mantilla nos ofrece aquí un conjunto de dibujos pertenecientes a una serie que es en sí un trabajo monumental titulado Dibujando América. El viaje comenzó en 2005, por carretera, de Caracas a Lima, atravesando Venezuela, Colombia, Ecuador y Perú. Lo completaron después por diversas localidades amazónicas y una estancia de meses en Río de Janeiro, dando lugar a un catálogo de prácticas tradicionales de dibujo. La serie se divide en nueve capítulos y en este caso, Acirema, remite al tratado sobre un trasunto irónico y utópico de América –del que el título es un anagrama invertido– realizado por el escritor Antonio Mora en 1980.

Gonzalo Lebrija (2009), de José Dávila

José Dávila. Gonzalo Lebrija (2009). Sala Alcalá 31. Arte latinoamericano en las colecciones del CA2M y la Fundación ARCO
José Dávila. Gonzalo Lebrija, 2009

En el centro de la nave de Alcalá 31 nos encontramos este grupo de bolas de espejo ensambladas con las que Dávila atrapa y contiene en su obra todo el espacio de la exposición, e incluso a los espectadores. Con ella remite a su vez a un trabajo del también mexicano Gonzalo Lebrija, cuando este instaló un Ferrari dentro de la capilla del Hospicio de cabañas en Guadalajara, en una acción que le permitió fotografiar los murales de Orozco que decoran el lugar, reflejados en la superficie del coche; reflejos que resumían la postura mordaz en el presente de los artistas  mexicanos ante su propia tradición de pintura mural política.

Provocación (2012), de Carlos Garaicoa

Con su serie de cerámicas Porno-Indignadas (2012-2014) Garaicoa revierte la publicidad que desde principios de siglo podía verse en la farmacia Juanse de Madrid y junto a la fotografía del original nos muestra una copia en la que incluye referencias a reivindicaciones sociales y políticas. Así, donde ponía “Emplead Embrocación: para dolores de espalda, tortícolis, lumbago, ciáticas”, podemos leer ahora “Emplead Provocación: para el Estado, el poder político, la banca…”. Estas piezas son indisociables del momento de la crisis económica en España y de las proclamas de los llamados “indignados” de la madrileña Puerta del Sol.

 

Carlos Garaicoa. Sala Alcalá 31. Arte latinoamericano en las colecciones del CA2M y la Fundación ARCO
Carlos Garaicoa. Provocación, 2012.
Fernanda Laguna. María Fernanda Laguna. Colección de Arte de la Comunidad de Madrid
Fernanda Laguna. María Fernanda Laguna.

María Fernanda Laguna (1999-2000), Dame bola (2000) y El miedo (2002), de Fernanda Laguna

Fernanda Laguna (1972) es una de las artistas más jóvenes presentes en la exposición y uno de los personajes más influyentes del mundo cultural argentino dentro de su generación. En 1999 creo la editorial Belleza y Felicidad, posteriormente convertida en espacio de arte, y es una de las creadoras de Periférica, la primera feria de espacios independientes en el Centro Cultural Borges. Activa y activista, Laguna pone en valor lo artesanal y lo popular y trabaja desde una estética de estilo pretendidamente adolescente y femenino para llamar la atención del espectador e introducir una manifiesta rebelión contra la autoridad patriarcal.

11 Years Later //11 Minutes Later (2006), de Mario García Torres

El artista, que suele investigar sobre hechos relevantes de la historia del arte contemporáneo que él recrea como instalaciones multimedia o diaporamas, presenta aquí una doble proyección de diapositivas donde muestra dos colecciones de imágenes inspiradas en relatos de Paul Auster. En una de ellas reinterpreta El cuento de Navidad de Auggie Wren, en el que Auster relata cómo un estanquero le ha contado que cada día fotografía la misma imagen frente a su establecimiento en Brooklyn, acumulando más de cuatro mil fotografías casi idénticas durante doce años. Para su recreación García Torres toma fotos todos los días a las ocho de la mañana de una oficina de Wester Union en la esquina de la Decimosexta con la Novena, remitiendo en este caso a la localización de la película Smoke donde se ubica el Brooklyn Cigar Store. Por otro lado, García Torres hace otra proyección en la que a partir del guión de Smoke amplía la historia original y crea en el estanquero una nueva obsesión, que, sin embargo, para poder ser llevada a cabo implicaría abandonar su proyecto personal de fotografiar a diario su esquina…

Los jardines de Barragán (2010), de Juan Araujo

A través del dibujo y de la pintura Araujo analiza la memoria de la arquitectura moderna en Latinoamérica, investigando sobre autores como Pancho Guedes, Roberto Burle Max, Álvaro Siza, Oscar Niemeyer, Lina Bo Bardi o Luis Barragán, con especial atención a sus proyectos de residencias privadas. Precisamente sobre este último y la influencia en su trabajo de Ferdinand Bac, autor del jardín Les Colombières, en la Riviera francesa entre 1918 y 1927, trata la obra de la Colección Fundación ARCO presente en la exposición. En ella ofrece una lectura crítica del diseño de los jardines de la casa de Barragán, reproduciendo en una pintura una página de un artículo sobre el arquitecto mexicano en el que se menciona esa influencia del paisajista francés.

 

 

“Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo”

SALA ALCALÁ 31

C/ Alcalá, 31

Madrid

Del 26 de febrero al 21 de abril de 2019

 

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