Entre la vastísima producción de Andy Warhol, uno de los aspectos menos estudiados (que, aunque parezca difícil, los hay) es el de sus colaboraciones con firmas de discos en el diseño de sus portadas. Durante casi cuarenta años, entre 1949 y 1987, llevó a cabo cerca de sesenta para discos de todos los géneros musicales (música clásica, rock, soul, como no pop, disco, punk…); destacan los más tardíos, los que realizó en 1986 y 1987 para John Lennon, Aretha Franklin o Debbie Harry.
Más allá de su valor como obras de arte autónomas, estas portadas destacan por anticipar soluciones iconográficas y formales que el artista trasladaría más tarde a sus trabajos plásticos o a su producción fílmica, así que nos permiten adentrarnos en los procesos creativos de Warhol a la vez que nos hablan de la evolución de los gustos musicales en Estados Unidos en el periodo en que el creador las realizó.
Bajo el comisariado de Francisco Javier Panera, el MUSAC nos presenta hasta septiembre la muestra “All Yesterday’s Parties. Andy Warhol, Música y vinilos (1949-1987)”, que plantea que una de las bases fundamentales de Warhol a la hora de plantear el conjunto de su trabajo fue la música, tanto en lo iconográfico y lo conceptual como en lo emocional. La exposición reivindica que se tome en cuenta con más ahínco esta cuestión a la hora de analizar su proceso creativo y la evolución de su temática.
Como John Cage o La Monte Young, recurrió a los procedimientos de la apropiación y la seriación; para su espectáculo multimedia Exploding Plastic Inevitable, con The Velvet Underground, retomó el concepto wagneriano de arte total; el culto a las celebrities propio de su tiempo lo plasmó en sus retratos de Mick Jagger, Diana Ross o Debbie Harry y también puso en marcha proyectos vinculados de forma más o menos directa a la industria musical, como la revista Interview, la dirección y producción de videoclips para bandas de los ochenta (The Cars, Curiosity Killed The Cat) y programas de televisión novedosos, como Fifteen Minutes para la cadena MTV.
Testimonios de ese gran peso de la música en la producción de Warhol forman parte de la muestra del MUSAC, que se ordena según criterios tanto temáticos como cronológicos y se compone de más de doscientas piezas, incluyendo portadas de discos, libros, revistas, carteles, fotografías, serigrafías, dibujos, películas, videoinstalaciones, screen tests, videoclips musicales y diversos objetos y documentos.
Hay que recordar que, al igual que otros artistas de su generación como Ray Johnson, Richard Hamilton o Peter Blake, Warhol formó parte de la primera generación de artistas que se educaron escuchando música pop y rock y fue uno de los primeros artistas en incorporar a las estrellas del rock a la iconografía de sus cuadros.
En paralelo, también hasta septiembre y compartiendo sede con Domus Artium, el MUSAC acoge “TOC: Una colección propia. Obsesividad compulsiva e imagen contemporánea en las Colecciones del MUSAC y el DA2”, exposición comisariada por Jorge Blasco Gallardo que se compone de piezas de los fondos del centro leonés y el salmantino que podrían entrar en relación, de forma más o menos implícita, con los síntomas que experimentan quienes padecen Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Profesionales de la psiquiatría y el psicoanálisis han colaborado en la exposición escribiendo textos a partir de documentación relacionada con las piezas, textos que también forman parte del proyecto: se trata de Montse Rodríguez, José María Álvarez, Jesús Morchón, Guillermo Rendueles y Fernando Vicente.
No se ha pretendido (en absoluto) diagnosticar obras ni autores, sino encauzar una posible, y muy compleja, visión artística del trastorno que contraste con la sencillez mecánica con que se describe en el DSM.
