Coincidiendo con el centenario del nacimiento del Dadaísmo, precisamente en Zürich, la Kunsthaus de esa ciudad suiza presenta, hasta el 25 de septiembre, una retrospectiva de una de sus figuras clave: Francis Picabia, que analiza su carrera desde sus primeros éxitos como pintor postimpresionista hasta las obras abstractas que creó tras la II Guerra Mundial, pasando, cómo no, por su gran contribución al Dadá, movimiento que contribuyó a difundir en España, Francia y Estados Unidos.
Su eclecticismo, rasgo presente a lo largo del conjunto de su producción, le han convertido en una figura muy cuestionada y debatida: subvirtió categorías, se opuso a los juicios de valor que diferenciaban el buen gusto del Kitsch y no temió ni al humor mordaz ni a la autocrítica; así que, efectivamente, es una figura difícil de clasificar que seguía sus propios impulsos.
Pese a la desmitificación de la pintura que defendía el Dadaísmo, Picabia no dejó nunca de pintar hasta su muerte: mantuvo su actividad pero no su técnica, en constante renovación. La producción que desarrolló dentro del Dadaísmo es bien conocida y estudiada; el resto, la que llevó a cabo conforme a la variedad de estilos a la que el artista era propenso, aún debe ser examinada más a fondo.
Se formó en la École des Arts Décoratifs de París y sus obras primeras, próximas a las de Camille Pissarro y Alfred Sisley, pronto fueron reconocidas. Sin embargo, Picabia no tardaría mucho en abandonar el estilo postimpresionista para acercarse en 1912 al arte de vanguardia, primero de la mano del orfismo. Por aquellas fechas también entablaría amistad con Marcel Duchamp.
En. 1912 exhibió su obra en la Section d’Or y un año más tarde en el Armory Show de Nueva York. Tras comenzar la Primera Guerra Mundial, se instaló en Estados Unidos, donde coincidió de nuevo con Duchamp y conoció a Stieglitz, con el que colaboró en la revista 291. En 1916 vivió por un tiempo en Barcelona, donde fundó la revista 391, en la que publicaría una antología de sus poemas, considerados el precedente de la escritura automática y de gran importancia para el desarrollo del dadaísmo en Francia. Un viaje a Suiza por motivos de salud le permitió entrar en contacto con Tristan Tzara y Hans Arp y en 1919 se instaló de nuevo en París, donde colaboró en la creación del grupo dadá de la capital francesa y conoció a André Breton, que le defendería en los numerosos escándalos que suscitaron sus publicaciones
Tras su ruptura en 1921 con el grupo dadaísta participó en la puesta en escena del ballet Relâche, con música de Erik Satie, y escribió el argumento de la película Entr’acte de René Clair. Aburrido del ambiente artístico de París, en 1925 compró una casa en Mougins, cerca de Cannes, y en esa etapa inició su serie Monstruos. Al final de su vida, ya de vuelta a París tras acabar la Segunda Guerra Mundial, se sintió atraído por la pintura abstracta, convirtiéndose en unos de los precursores del informalismo.
Kunsthaus Zürich muestra doscientos trabajos; 150 de ellos pinturas y, el resto, obras sobre papel, ejemplares de revistas de vanguardia para las que escribió o que él mismo publicó y testimonios de sus colaboraciones en el cine y en el teatro.
A partir de noviembre esta exposición podrá verse en el MoMA de Nueva York.
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