Dadaísmo

Después de la I Guerra Mundial, en muchos artistas se pone de manifiesto el deseo de expresar su rechazo hacia los sistemas de alianzas y la carrera de armamento que condujo a la Gran Guerra. Rechazo de la lógica cotidiana, amor por el absurdo y abandono de las manifestaciones políticas son las características más señaladas de este movimiento.

La Guerra separó los grupos de pintores que se habían formado en París, Múnich o Milán. Algunos artistas se refugiaron en Zurich, en el Café Voltaire, como Marcel Duchamp, Tristan Tzara, Picabia o Hans Arp.

Los artistas de Zurich son disconformes, se inspiran en el Futurismo, usan ruidos, música… pero se diferencian de sus antecesores italianos en el rechazo de la política y la guerra. Al acabar el conflicto, el grupo se dispersa y sus ideas se propagan por el mundo: Picabia estuvo en contacto con Duchamp y Man Ray en Estados Unidos, convirtiéndose en lazo de unión entre el Dadaísmo suizo, el alemán, el francés y el norteamericano.

Tienen en común con el resto de vanguardias su gusto por la sorpresa, la polémica, el escándalo y la experimentación e innovan por su querencia por lo agresivo, la violencia, los insultos y el humor. En suma, la provocación. Más que hacer obras, fabrican objetos cuyo interés radica en su significado polémico, en la violencia de su presencia expresiva entre obras de arte en su sentido tradicional.

Los dadaístas niegan el Arte mismo, la artesanía o el quehacer artístico. Esta actitud permite nuevos medios expresivos: fotomontaje, collage, pintoescultura matérica (Kurt Schwitters) y ready-mades (objetos de uso común a los que una mínima intervención del artista convierte en obra de arte).

Dentro del Dadaísmo podemos encontrar tres direcciones: la crítica del arte, de la cultura y de la vida burguesa; la negación de la experiencia y la racionalidad en la elaboración de una obra de arte, tendencia que conducirá al Surrealismo, y la crítica política, la militancia anticapitalista y antifascista, supuesto que se hace evidente en el grupo Dadá de Berlín.

En cuanto a sus figuras, destacan en Zurich Arp y Picabia; en Nueva York, Duchamp, y en París, André Breton y Tristán Tzara.

 

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