Kitsch

El término kitsch comenzó a utilizarse entre 1860 y 1870 en la jerga de pintores y comerciantes de Munich para hacer referencia al material artístico barato. Algunos autores creen que esta palabra de origen alemán deriva de la palabra inglesa sketch, mal pronunciada por los artistas de Munich y aplicada a las imágenes baratas compradas como souvenirs por los turistas angloamericanos. Otra interpretación sostiene que su origen se halla en el verbo alemán verkitschen, “fabricar barato”. También se lo asocia con el verbo kitschen que al sudoeste de Alemania significa “recoger basura de la calle y hacer muebles nuevos a partir de los viejos”.

En la primera década del siglo XX, kitsch se convierte en un término internacional que implica la noción de inadecuación estética, sentimentalismo y consumo masivo. Este tipo de arte busca la aceptación comercial y estética de un público amplio, razón por la que, hasta fechas recientes, ha sido intensamente cuestionado.

Moles cita cinco principios de los objetos Kitsch: el de inadecuación, es decir, un distanciamiento con la funcionalidad de ese producto: el objeto se encuentra al mismo tiempo bien y mal ejecutado, bien porque está bien acabado y mal porque la concepción original del producto se encuentra tergiversada; el de acumulación, contrario a la idea de pureza del clasicismo; el de percepción sinestésica (múltiples lecturas), el de mediocridad (nace como arte de masas) y el principio del confort: los objetos kitsch no plantean al espectador conflicto alguno.

Jeff Koons es el mayor representante de esta tendencia.