La irreverencia de Franz West, ahora en Londres

Tras su paso por el Pompidou parisino, el pasado 20 de febrero recaló en la Tate Modern de Londres una retrospectiva de Franz West, pionero en la introducción de la estética punk en los pulcros espacios que eran las galerías de arte hasta los sesenta. Sus esculturas abstractas, muebles, collages y obras a gran escala son directos, toscos y sin pretensiones.

Los visitantes de esta antología, abierta hasta junio, podrán manejar réplicas de sus Passstücke (Adaptives), piezas de papel maché concebidas para ser manipuladas y trasladadas, que supusieron un punto de inflexión entre la relación del arte y su público e influirían en creadores posteriores, y también encontrarán sus lúdicas esculturas realizadas con objetos cotidianos, como un sombrero, una escoba o una botella de whisky.

En sus últimos años produjo West grandes esculturas de colores brillantes tanto para interiores como para exteriores y colaboró con numerosos artistas, músicos, escritores y fotógrafos; de hecho, su amiga y ayudante Sarah Lucas ha contribuido al diseño de esta exposición.

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