Este verano está dedicado, en las sedes de la Fundación MAPFRE en Madrid y Barcelona, a dos fotógrafos tan distintos como esenciales en sus contextos: Brassaï, que seguramente supo retratar como pocos el alma de París en las primeras décadas del siglo XX, y Shomei Tomatsu, autor japonés que hace participes a los espectadores de la historia reciente de su país y su evolución social.
Cuando sus respectivas retrospectivas finalicen, la pintura regresará a las salas expositivas de la Fundación. En las de Fundación MAPFRE. Salas Recoletos, a partir del 10 de octubre, podremos visitar “Redescubriendo el Mediterráneo”, una selección de trabajos (pinturas y esculturas) que prueban cómo el paisaje y la luz en torno al Mare Nostrum ejercieron una influencia decisiva en artistas esenciales de finales del siglo XIX y principios del XX. Sobre todo en las obras en las que, de forma clara, se ocuparon de celebrar la vida y la naturaleza y también de rendir tributo al pasado clásico.
Entre las casi 150 obras que conformarán esta exposición, encontraremos representados a imprescindibles que crearon a orillas del mar y a algún que otro futurista inesperado: Aristide Maillol, Auguste Renoir, Carlo Carrà, Claude Monet, Henri Matisse, Hermen Anglada-Camarasa, Joaquín Sorolla, Pablo Picasso, Salvador Dalí, Vincent Van Gogh…
Hijos del Mediterráneo en Recoletos, y un argentino que eligió asentarse en su orilla en la Sala Bárbara de Braganza. A partir del 21 de septiembre, la Fundación presentará allí una antología del fotógrafo Humberto Rivas, que trabajó en Barcelona como artista y docente desde 1976 y hasta su muerte, de la que en 2019 se cumplirá una década.
La monográfica que le brindará la Fundación MAPFRE será su más amplia individual hasta el momento y reivindicará a Rivas como renovador del lenguaje fotográfico, haciendo hincapié en su interés por documentar el paso del tiempo desde un estilo sencillo y sobrio que atrape al espectador. Rivas desempeñó, además, un rol esencial en el reconocimiento en nuestro país de la fotografía como arte.
Entretanto, a partir del 11 de octubre y en Barcelona, podremos contemplar “Picasso-Picabia”, un repaso que promete ser fascinante a las relaciones, reales y posibles, y a las distancias entre ambos artistas: un cubista que trascendía los planos y un dadaísta esencial que, en la segunda mitad de la década de los veinte, compartieron territorio en el llamado clasicismo monstruoso.
Quizá sus mayores desencuentros artísticos se produjeron en las etapas finales de la carrera de ambos, cuando Picasso se ciñó, casi con obsesión, a la representación de la figura humana mientras Picabia optó por la mayor simplificación posible en sus procesos, con sus monocromos sutiles salpicados por puntos.
Tanto “Redescubriendo el Mediterráneo” como “Picasso-Picabia” forman parte de la programación de la iniciativa cultural Picasso-Méditerranée, que se inició el año pasado y se prolongará hasta 2019. La puso en marcha el Musée National Picasso francés y se han sumado a ella cerca de sesenta instituciones.
Os seguiremos contando.
