El Bosco, infierno y delicia en el Museo del Prado

Gran exposición con motivo del V centenario de la muerte del artista

Madrid,
El Bosco. El carro de heno
El Bosco. El carro de heno. Museo Nacional del Prado

Tras su clausura con récord de visitantes en el Noordbrabants Museum de Bolduque, donde pudo verse hasta el pasado 8 de mayo la mayor retrospectiva de El Bosco en su ciudad natal, el próximo 30 de mayo se inaugurará en el Museo del Prado “El Bosco. La exposición del V centenario”, la versión española de esa exhibición, que Pérez Llorca, Presidente del Patronato del centro, ha definido como la mayor reunión de obras del artista que se ha visto hasta ahora y, probablemente, que se pueda volver a ver.

Permanecerá abierta hasta el 25 de septiembre e incluirá el grupo fundamental de sus obras que se conservan en el Prado y en otras colecciones españolas, además de piezas fundamentales prestadas por el Museo de Arte Antiga de Lisboa, la Albertina y el Kunsthistorisches Museum de Viena, el Museum of Fine Arts de Boston, el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, la National Gallery de Washington, el Musée du Louvre de París o el Polo Museale del Veneto de Venecia.

Se reúne en la pinacoteca el elenco más amplio hasta la fecha de pinturas, dibujos y tapices de este artista, uno de los más célebres y enigmáticos del Renacimiento europeo y uno de los elegidos por Felipe II para enriquecer sus fondos de pintura flamenca. No faltarán Las tentaciones de San Antonio, La adoración de los Reyes Magos, restaurada para la ocasión y una de sus escasas obras con fecha conocida, y el imprescindible Jardín de las delicias, una de las joyas del museo, además del Cristo camino del Calvario de Patrimonio Nacional, institución con la que el Prado ha renovado relaciones en muy buenos términos.

Miguel Falomir ha recordado que, aunque nació, vivió y murió en Holanda, en España sentimos a El Bosco casi como pintor español, por el interés que su obra suscitó en coleccionistas españoles, sobre todo en Felipe II. Como sabéis, los fondos del monarca los heredaron Patrimonio Nacional y el Prado: las salas de El Bosco son las más concurridas de la pinacoteca y el Jardín de las delicias es la pintura del museo ante la que más tiempo se detienen los visitantes. Hoy son ocho sus pinturas conservadas en nuestro país.

El Prado lleva dos décadas preparándose para acoger este proyecto y restaurando las obras que lo componen, incluido el Jardín de las delicias, que se intervino en el año 2000 y ya protagonizó una exposición propia entonces.

Falomir ha subrayado también que El Prado ha sido pionero en la realización de estudios técnicos del pintor, como el publicado en 2001 por Carmen Garrido, y su producción se encuentra en el museo, ha dicho, “en constante proceso de actualización técnica”.

La comisaria de la antología es Pilar Silva, Jefe de Departamento de Pintura española (1100-1500) y Pintura flamenca y Escuelas del norte en el Prado, que ha dotado al plano de la muestra de un aspecto muy peculiar: las salas A y B del centro se han transformado para poder exhibir los trípticos en mejores condiciones, de modo que el espectador pueda rodearlos, así que en el montaje predominan las líneas curvas.

Es muy difícil, como adelantábamos, establecer de manera exacta la cronología de las pinturas de El Bosco, así que la antología se estructura en seis secciones de carácter temático en las que se combina la presentación de pinturas y dibujos. Como introducción, se sitúa al pintor y a su obra en una ciudad –la de Bolduque, que para él fue casi como su seña de identidad– y junto a artistas que trabajaron al mismo tiempo allí, como Alart du Hameel o Adriaen van Wessel, y como epílogo, la última sección presenta obras relativas a la Pasión de Cristo, entre ellas los Cristos camino del calvario de El Escorial y Viena. El segundo contiene en su reverso un tondo con un niño desnudo caminando por primera vez al que se ha identificado con Cristo; de modo que la obra presenta a Jesús dando sus primeros y últimos pasos.

Incluso en sus trabajos de asunto más convencional, el pintor introdujo cambios muy personales en la temática y la iconografía

La sección dedicada a los santos es la más numerosa, porque las pinturas con esta temática son las que en mayor medida se han conservado, aunque tengamos tendencia a identificar a El Bosco con sus demonios, circunstancia que ya se dio en vida del artista, hasta el punto de que fueron imitados. Incluso en sus trabajos de asunto más convencional, el pintor introdujo cambios muy personales en la temática y la iconografía, buscando enseñarnos lo que Silva ha definido como “moral a la inversa”: lo que no tenemos que hacer si no queremos condenarnos, un ejemplo fundamental en este sentido es El carro de heno.

El jardín de las delicias protagoniza una sección propia, encontrándose en toda su majestuosidad en el centro de una sala para que podamos deleitarnos con su reverso en grisalla. Se acompaña de una reflectografía que nos permite ver detalles inapreciables a simple vista. Esta pieza y la Adoración de los Magos son decisivas en su primera etapa y al comitente del Jardín también se le rinde homenaje en el Prado: se trata de Engelberto II de Nassau, a quien vemos en la exposición en un retrato junto a un pájaro, en el que ya queda patente su gusto por lo extraño, y en un libro de horas en cuyo Nacimiento de Cristo aparecen jinetes, un aspecto iconográfico muy novedoso. Sobre El jardín de las delicias, y también sobre El carro de heno, os hablamos más extensamente en El rebobinador. Esta última pieza también es el centro de un apartado dedicado a paraísos e infiernos. Otro de ellos se centra en sus obras profanas, y es aquí donde tienen cabida la enigmática Mesa de los pecados capitales, el tríptico incompleto El camino de la vida o La alegoría de la intemperancia.

El Bosco. Tríptico del Carro de Heno
El Bosco. Tríptico del Carro de Heno

Silva ha reivindicado a El Bosco que va más allá de escenas infernales o más canónicamente religiosas, a El Bosco paisajista, que mezcló en sus naturalezas elementos de realidad y fantasía y que en buena medida anticipó rasgos presentes en Patinir.

Como paisajista, El Bosco anticipó rasgos presentes en Patinir

El Bosco. Las tentaciones de san Antonio
El Bosco. Las tentaciones de san Antonio

Con el fin de ayudarnos a contextualizar su producción, se muestran en el Prado pinturas, miniaturas, dibujos, tallas y grabados a buril de otros autores, en los que se representan algunos de los temas que él abordó, fundamentalmente el infierno y los pecados, para contemplarlos como antecedente, en paralelo o como fuente de sus trabajos y entender así mejor el trasfondo en el que se gestaron las pinturas de El Bosco o la personalidad de sus comitentes, como el citado Engelberto II de Nassau.

Como complemento a la muestra, se ha producido una película documental sobre el Bosco, encargada a José Luis López Linares y titulada Los sueños de la razón. En conversación con El jardín de las delicias (el 9 de junio llegará a cines), y un simposio. Hace unas semanas os contábamos también que el dibujante Max había presentado en el Prado un cómic en torno al pintor: El tríptico de los encantados (Una pantomima bosquiana).

Para evitar colas, y sobre todo para no perderos la exposición, podéis reservar ya vuestra entrada online. Tened en cuenta que el museo amplía su horario de apertura: dos horas más, de lunes a domingos.

Además, como las grandes exposiciones del Prado se preparan como proyectos integrales, esta de El Bosco se acompañará de conferencias, un curso monográfico y  ciclos de cine y música. Por otro lado, Falomir también ha adelantado hoy que la próxima Cátedra del Museo versará sobre El Bosco y Bruegel y será impartida por Falkenburg.

El Bosco. El hombre-árbol
El Bosco. El hombre-árbol

EN TORNO A LAS ATRIBUCIONES CUESTIONADAS

Como avanzó que haría, el Prado ha contestado hoy, a través de Miguel Falomir y Pilar Silva, y lo hace también y  de forma más extensa en el catálogo de la muestra, a las afirmaciones del Bosch Research and Conservation Project (BRCP) de que tres de las obras del museo en la exposición (Las Tentaciones de san Antonio, La mesa de los pecados capitales y La extracción de la piedra de la locura) no serían obra de El Bosco.

Falomir ha explicado que el mantenimiento por el Museo de la autoría del holandés de estas pinturas no se debe a una posición de inmovilismo ni de defensa de sus colecciones, sino a la creencia argumentada de que sí salieron de las manos de El Bosco. (Ha recordado, en este sentido, que un retrato de la Infanta Margarita de la colección del Prado pasó de ser atribuido a Velázquez a citarse como obra de Martínez del Mazo).

Han explicado sus argumentos de índole científica, documental e histórico-artística para mantener que no existen razones de peso para dudar de la autoría bosquiana en estos casos. Gracias a la dendrocronología (la datación de la madera de las tablas), sabemos que el panel de las Tentaciones pudo ser utilizado a partir de 1464, así que el Prado considera que la datación más plausible de la obra se sitúa en los primeros años del s XVI, no hacia 1530 como propone el BRCP. El mismo procedimiento, aplicado a La extracción de la piedra de la locura sitúa la pieza a partir de 1488; el Prado la data en 1505 y el BRCP mantiene que se trata de la copia de un original perdido, tesis para la que el Prado no encuentra razones.

El Bosco. Mesa de los Pecados Capitales
El Bosco. Mesa de los Pecados Capitales

Es cierto que La mesa de los pecados capitales es una excepción en la obra de El Bosco porque su tabla es de madera de chopo y no de roble y está trabajada a contraveta, un procedimiento no habitual en los talleres de pintura. Pero muy probablemente hubiera una razón práctica de peso: el chopo es más ligero que el roble y favorece su manipulación (también Bruegel el Viejo lo empleó).

No sabemos quién encargó a El Bosco La mesa ni su función concreta, pero es posible que Felipe II, que la dispuso en sus aposentos, la utilizara como plafón o tablero de mesa.

En cuanto al análisis de pigmentos, estos no ofrecen diferencias respecto al resto de la producción de El Bosco. No podemos inferir de ese dato que estas tres pinturas sean obra suya necesariamente, pero sí niegan la posibilidad de que hayan salido de manos de otros pintores en otras épocas.

Las fuentes documentales, esta vez, no lo ponen fácil: solo existe un documento asociado a una pintura de El Bosco y esta no se conserva.

Las dudas sobre La mesa de los pecados capitales -han explicado- se deben a distintas interpretaciones de una carta enviada por Felipe II a Felipe de Guevara: el hecho de que, hablando en un fragmento concreto del género de esta pieza, se refiera a obras que observan escrupulosamente el decoro (tesis que defiende el Prado, y según Falomir, los expertos consultados de lengua castellana) o a obras que Guevara –no infalible en sus textos, recuerdan- atribuye a algún seguidor que firma como él. Silva ha señalado que sería muy extraño que Guevara dijera al rey (poseedor de la pieza) que su Bosco era falso.

Pero los argumentos más poderosos para mantener las atribuciones –ha explicado Falomir- derivan de la contemplación directa de las obras. Ciñéndonos a ella, Silva ha explicado que la imprimación de la Mesa en gris claro, rojo y negro es la habitual de El Bosco y que ofrece puntos comunes a otras piezas de su etapa final, como El carro de heno. Sus dibujos subyacentes presentan características muy variadas, incluso individualmente, otra marca de El Bosco, y en conjunto, esta y las otras tres obras cuestionadas mantienen su cuidado de la luz y de los detalles y su querencia por incorporar escenas de costumbres, de las que –ha señalado Silva- el holandés fue maestro temprano. (Atención al búho).

Para la comisaria, nadie que no fuera El Bosco habría podido realizar una composición como esta.

La extracción de la piedra de la locura, por su parte. sí es un óleo sobre madera de roble y se inventarió por vez primera en 1524, siendo seguramente propiedad de Felipe de Borgoña, entonces obispo de Utrecht. El comitente pediría que el dibujo no tuviera un papel fundamental en la superficie de las obras, sino que se tratase de una superficie en esmalte, así que El Bosco decidiría emplear, según Silva, dibujo a seco con lápiz blanco.

De las obras de El Bosco que posee el Prado, esta es la que se encuentra en peor estado de conservación. El paisaje en la parte inferior se trabajó con más detalle, en las partes superiores trabajó sin dibujo previo. En cualquier caso la pieza mantiene la libertad creativa y los rasgos propios de la producción del artista, únicamente presenta menor escala y se encuentra peor conservada.

Por último, refiriéndonos a Las tentaciones (también sobre roble) hay que señalar que su formato fue manipulado, según estudios del Prado, en el s XIX, después de que la pintura se integrara en sus colecciones en 1839. Se trata de una obra tardía, datada hacia 1510, y su radiografía nos habla de cómo era en origen: sus paisajes resultan similares a los de El Carro de heno.

También en el s XVI, y ya en Flandes (hacia 1530-1540), sufrió problemas de conservación en relación con la capa pictórica y la parte superior se cubrió de hojas de árbol. Ocurrió algo parecido en La nave de los necios del Louvre, presente en la exposición también, como podréis ver si os fijáis en el mástil del barco. El temblor del agua canalizada remite a otras obras suyas, y también los detalles lumínicos de los jarros.

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