Georges de La Tour y El Bosco, nombres clave de la programación del Museo del Prado en 2016

La pinacoteca reunirá treinta obras del pintor francés

Madrid,
Georges de la Tour. Ciego tocando la zanfonía, 1620-1630. Museo Nacional del Prado
Georges de la Tour. Ciego tocando la zanfonía, 1620-1630. Museo Nacional del Prado

Célebre en su tiempo (la primera mitad del s XVII) y olvidado después hasta comienzos del s XX, el pintor barroco Georges de la Tour nos suscita muchos enigmas: su obra es escasa y de su etapa juvenil y de formación apenas tenemos datos.

Sabemos que nació en 1593 en Vic-sur-Seille, en Lorena, y en esa misma región murió en 1652. Era hijo de un panadero y es posible que viajara en sus comienzos a Italia, aunque no puede confirmarse, por la fuerte influencia de Caravaggio en su obra. Sí se tiene constancia de que en 1616 era ya un pintor formado y de que, dos años más tarde, tras haber contraído matrimonio con Diana Le Nerf, se instaló en Luneville, ciudad donde llevaría una vida acomodada debida, en parte, a la querencia del Duque de Lorena por su trabajo (se sabe que efectúo compras en 1623-1624).

Pronto alcanzó reconocimiento, hasta el punto de convertirse en pintor ordinario del rey, y el gobernador de Lorena, el cardenal Richelieu, el superintendente de finanzas Claude de Bullion, el arquitecto Le Nôtre y el propio Luis XIII atesoraron sus pinturas.

Se cree que llevó a cabo cerca de setenta y cinco composiciones, pero solo se conservan cuarenta y treinta de ellas las expondrá el Museo del Prado desde febrero del año que viene. La mayoría son escenas de género o religiosas en las que De la Tour mostró su amor por lo esencial: no encontramos ni arquitecturas ni paisajes que nos distraigan del tema central ni apenas detalles accesorios; a sus santos no suelen rodearlos aureolas y sus ángeles no son alados.

Al igual que buena parte de su vida es todavía un misterio, la cronología de sus obras continúa generando discusión: únicamente se tiene constancia de la datación exacta de dos pinturas, Las lágrimas de san Pedro y La negación de san Pedro, conservadas respectivamente en el Cleveland Museum of Art y en el Musée des Beaux-Arts de Nantes y fechadas en 1645 y 1650.

Uno de los aspectos más interesantes de su producción nos lo ofrece el contraste entre escenas diurnas y nocturnas: las primeras presentan una luz fría y clara y ofrecen retratos realistas casi hasta la impiedad; las segundas, en las que no suelen faltar las velas que tantas veces asociamos a este pintor, presentan tonos bermellones y pardos y volúmenes reducidos a sus notas fundamentales.

Sus figuras son ensimismadas y reflexivas, nada las distrae como nada distrae al espectador al observar estas obras, que transmiten un recogimiento conmovedor.

Dos son las obras de Georges de la Tour que forman parte de la colección del Prado: Ciego tocando la zanfonía y San Jerónimo leyendo una carta, esta última se descubrió hace una década en la sede central de Instituto Cervantes de Madrid.

El Bosco. El carro de heno, 1515
El Bosco. El carro de heno, 1515

Otra de las muestras más esperadas del Prado en 2016 será “El Bosco. La exposición del Centenario”, que llega cinco siglos después de su muerte. Como ya os avanzamos, contará con los principales trípticos del pintor, incluyendo el préstamo excepcional del Tríptico de las Tentaciones de San Antonio del Museo de Arte Antiga de Lisboa, y otros procedentes de la Albertina y el Kunsthistorisches Museum de Viena, el Museum of Fine Arts de Boston, The Metropolitan Museum of Art de Nueva York, la National Gallery de Washington, el Musée du Louvre de París o el Polo Museale del Veneto de Venecia, entre otros.

La muestra se dividirá en cinco secciones temáticas a las que se añadirá una sexta sección dedicada a los dibujos. Como introducción, se situará al pintor y a su obra en su ciudad –que para él fue casi como su seña de identidad– y junto a unos artistas que trabajaron al mismo tiempo en ella como Alart du Hameel o Adriaen van Wessel. Y como epílogo, la última sección acogerá una selecta representación de obras en las que se evidencian la influencia que el pintor de Hertogenbosch ejerció tras su muerte a lo largo del siglo XVI.

No faltarán pinturas, miniaturas, dibujos, entalladuras o grabados a buril en los que se representan algunos de los temas abordados por El Bosco como antecedente, en paralelo o como fuente, para que el público pueda comprender mejor el trasfondo en el que se gestaron las pinturas del flamenco o la personalidad de alguno de sus comitentes, como Engelberto II de Nassau.

 

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