El curso natural de las cosas

Obras nacidas del paisaje, en La Casa Encendida

Madrid,
El curso natural de las cosas. Fernando García
El curso natural de las cosas. Fernando García

Elena Aitzkoa, Francis Alÿs, Polly Apfelbaum, Fernando Buenache, Herman de vries, Fernando García, Irene Grau, Federico Guzmán, Milena Muzquiz, Nicolás Paris, Matthew Ronay, Karin Ruggaber, Adolfo Schlosser, Daniel Steegmann Mangrané y Betty Woodman participan, desde hoy y hasta el 8 de enero en La Casa Encendida, en la muestra “El curso natural de las cosas”, un proyecto comisariado por Tania Pardo apegado a lo natural y al origen: las obras que lo componen se inspiran en lo paisajístico y, o bien contienen elementos naturales, o presentan formas orgánicas. Si las preocupaciones de sus autores son, en algún punto, semejantes a quienes preconizaron el Land Art, sus procedimientos de trabajo son los opuestos: no crean en la naturaleza sino a partir de ella, obteniendo del entorno provecho estético.

Herman de Vries. Journal de Marrakech
Herman de Vries. Journal de Marrakech

 

El curso natural de las cosas. Nicolás Paris
El curso natural de las cosas. Nicolás Paris

En su planteamiento, la muestra parte del texto Yo trabajo como un hortelano (Je travaille comme un jardinier), de Yvon Taillandier, que se publicó por primera vez en 1959 en la revista francesa XXe siècle y recopila las conversaciones del autor con Joan Miró, quien explicaba la sencillez propia de sus trabajos comparando sus procedimientos e intereses con los de un agricultor.

Si Schlosser, Herman de Vries, Fernando García o Fernando Buenache se han fijado en sus obras en las cualidades estructurales de la naturaleza, Ronay y Polly Apfelbaum se han servido de formas orgánicas para aludir a un pasado entendido como, precisamente como natural.

El equilibrio y la geometría del medio físico han seducido a Daniel Steegmann Mangrané, Irene Grau, Federico Guzmán o Francis Alÿs y Milena Muzquiz, Elena Aiztkoa y Betty Woodman se han fijado en su plasticidad a la hora de componer cerámicas. Por su parte, Karin Ruggaber, en sus trabajos híbridos, combina formas orgánicas con otras que no lo son, y Nicolás Paris, fichado nuestro, presenta en La Casa Encendida un proyecto en el que reflexiona sobre nuestra capacidad de contemplar el paisaje.

Como veis, las propuestas que integran “El curso de lo natural” son muy diversas en cuanto a formatos y estilos, pero entre los rasgos que podríamos citar como comunes entre ellas se encuentran la vitalidad de su estética, un recurso al primitivismo que confiere a sus autores gran libertad a la hora de trabajar y cierta inocencia de aire infantil.

En paralelo a esta exposición, en las mismas fechas, La Casa Encendida presenta, tras su paso por el BALTIC de Gateshead, una retrospectiva que repasa la producción del americano B. Wurtz desde los setenta hasta la actualidad. Consta de sesenta obras representativas de su proceso de trabajo: Wurtz recopila objetos cotidianos, muchos relacionados con nuestros hábitos de consumo, para, tras haberlos acumulado, ensamblarlos y agruparlos dando lugar a piezas escultóricas.

No podemos decir que estas obras transformen el significado de esos objetos de uso común, como hizo Duchamp en sus ready-made, ni que lo sublimen, más bien lo subrayan sin mayor pretensión, como ocurre con sus características formales, en las que quizá no hayamos reparado.

Además de esculturas e instalaciones, La Casa Encendida nos enseña diversas pinturas y piezas bidimensionales de Wurtz, así como una fotografía. Su tránsito de las dos a las tres dimensiones es absolutamente natural.

B. Wurtz. Obras escogidas, 1970-2016
B. Wurtz. Obras escogidas, 1970-2016

 

B. Wurtz. Obras escogidas, 1970-2016
B. Wurtz. Obras escogidas, 1970-2016

 

 

 

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