El cine y la vanidad de la pintura

CaixaForum Madrid estudia los diálogos entre arte y cine

Madrid,
Alain Fleischer. Autant en emporte le vent, 1979. Colección del artista
Alain Fleischer. Autant en emporte le vent, 1979. Colección del artista

Fijaos en los títulos de crédito del Ballet mécanique de Leger y encontraréis… el rostro de Chaplin. En El gabinete del Dr. Caligari veréis tortuosos ángulos expresionistas y en el cartel de Une femme mariée de Godard el sello evidente del Orphée de Jean Cocteau. No son casos aislados, sino la manifestación evidente de las mutuas influencias entre el cine y las artes plásticas en los 120 años de historia del primero.

Tras su paso por Barcelona, hoy se abre al público en CaixaForum Madrid “Arte y cine. 120 años de intercambios”, un repaso al interesantísimo diálogo entre ambas disciplinas desde que los hermanos Lumière no renunciaran al Impresionismo ambiental en sus primeros metrajes.

La exposición, organizada en colaboración con La Cinémathèque française, presenta filmes, videoproyecciones y videoinstalaciones, carteles, pinturas, dibujos, grabados y fotografías, objetos, vestidos y libros de artista que ejemplifican, a través de comparaciones bien conocidas y de otras inesperadas, hasta qué punto el séptimo arte y los seis primeros fueron fuente de inspiración mutua, deudores cada uno de los avances del otro.

Uno de los propósitos de esta exposición es demostrar que, aunque suponga un desafío importante, el cine puede exponerse, aprovechando las ventajas de las tecnologías digitales

Mostrar los vínculos que no han dejado de sucederse entre cine y arte durante más de un siglo es tarea compleja por lo extensa, pero esta exhibición proporciona un buen resumen combinando lo didáctico con propuestas novedosas y prestando atención a la etapa menos estudiada en lo que a estos efectos se refiere: la transcurrida entre los ochenta y la actualidad, un periodo en el que quizá no podamos hablar de cine vanguardista pero en el que este medio sí se ha nutrido de los recursos estéticos y narrativos de las instalaciones y el videoarte.

Otro de los propósitos de esta exposición es demostrar que, aunque suponga un desafío importante, el cine puede exponerse, aprovechando las ventajas de las tecnologías digitales.

Arte y cine. 120 años de intercambios
Arte y cine. 120 años de intercambios

CaixaForum da cuenta de que las primeras películas que realizaron los Lumière guardan cierto parecido con los motivos más recurrentes entre los impresionistas y recuerda que, hasta la Primera Guerra Mundial, el cine no dejó de prolongar la llamada “vanidad de la pintura”, hasta el punto de competir con el lienzo. Para muestra, las vistas tricromáticas de Gaumont.

Los giros de Loïe Fuller interesaron por igual a cineastas y a artistas plásticos, el Cubismo trascendió la pintura y la escultura para exportarse al celuloide, Charlot fue motivo recurrente para el futurista Severini, la obra de Émile Cohl recuerda a las suaves geometrías de Klee y la estética del cine de Wiene o Lang es absolutamente expresionista y ahogada.

En ocasiones los mismos artistas sustituían temporalmente los pinceles por la cámara (fue el caso de Francis Picabia, Marcel Duchamp, Hans Richter y Viking Eggeling) o los cineastas conjugaban su labor con la pictórica, esa fue la idea (L’idée) de Berthold Bartosch o Joseph Cornell. Tampoco han sido, en absoluto, infrecuentes, las colaboraciones entre unos y otros, con resultados tan incómodos como Un perro andaluz y La edad de oro de Dalí y Buñuel o tan hipnóticos como los que derivaron del trabajo en común de Hitchcock y el mismo Dalí en Recuerda.

Los nexos entre arte y cine se hacen especialmente evidentes en la fotografía, antecedente directo de aquel: los negativos encadenados de Germaine Krull remiten a los montajes habituales del cine soviético y Walter Ruttmann concibió su mirada sobre Berlín como una sinfonía de planos autónomos.

El surrealismo tomó del cine un variado elenco de motivos y figuras oníricas y, de hecho, contribuyó al nacimiento de la cinefilia a partir del fetichismo cultivado en torno a sus objetos casualmente encontrados.

Kenneth Anger usó la pantalla como una paleta infinita de superposiciones cromáticas, Isidore Isou rayó el vulnerable celuloide en Traité de bave et d’éternité y, cuando en los cincuenta el cine rozó el exceso clasicista, la Nouvelle Vague abrió su estética a las demás artes, mirando a Matisse o Cocteau.

En los setenta los cineastas fueron, quizá, menos distinguibles que nunca antes del resto de artistas y Jacques Monory, Valerio Adami y otros pintores ligados a la figuración narrativa se hicieron con imágenes legendarias del cine. Fue entonces cuando instalaciones fílmicas comenzaron a hacerse presentes en los museos, un hecho relativamente frecuente hoy. Quizá la pieza que condensa el propósito transgresor de fronteras de esta muestra es Histoire(s) du cinema de Godard: cuatro horas y media de montajes y collages vanguardistas presentados con los medios de la tecnología digital.

Es pronto para conocer hacia dónde evoluciona el diálogo entre el cine y las artes plásticas, pero es de suponer que lo hará hacia una aún mayor disolución de barreras. Jean-Michel Meurice y Paul Sharits son a la vez pintores y cineastas y les gusta exponer arqueología, Cindy Sherman se autorretrata como personaje de ficción fílmico, David Lynch también es cineasta pintor y casi ser fantástico y Nemanja Nikolić recuerda que el desfilar de los fotogramas quizás está ligado a una época en la que los libros se hojeaban y sus páginas no pasaban con un botón.

Arte y cine. 120 años de intercambios
Arte y cine. 120 años de intercambios

 

“Arte y cine. 120 años de intercambios”

CAIXAFORUM MADRID

Paseo del Prado, 36

28014 Madrid

Del 26 de abril al 20 de agosto de 2017

 

 

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