¿Te imaginas jugar una partida de ajedrez sin tablero? ¿Y sin piezas? ¿Cuáles serían las reglas mínimas con las que poder desarrollar esa partida?
Me surgen estas preguntas reflexionando acerca del nuevo espacio donde desarrollamos nuestro trabajo. Los que nos conocen saben que trabajamos en un espacio continuo, unitario y sin compartimentaciones, donde podemos poner en común constantemente el desarrollo de los proyectos en los que estamos trabajando. Pues bien, este espacio no es tan continuo como parece en un primer vistazo, cada miembro del estudio tiene sus preferencias, existen diferentes ubicaciones, unas mejores que otras, aunque determinar la bondad o no de una ubicación no es cosa fácil. Extensos debates acerca de funcionalidad, accesibilidad, iluminación natural y orientación o equilibrio entre mantener la continuidad del espacio y buscar ciertos ámbitos de privacidad nos ayudaron algo en la tarea de organizar nuestro propio espacio de trabajo, aunque, pasados ya varios meses desde este proceso, veo que las causas que nos llevaron a la solución que ahora habitamos eran mínimas y que el azar juega un papel fundamental en la medida en que no controlamos la multitud de parámetros que entran en juego. Tomamos muchas decisiones guiados por la intuición o el subconsciente. Finalmente he llegado a la conclusión de que somos muy malos buscando causas, precisamente la conclusión contraria a la que ha llegado Jesús María Sanz, uno de nuestros científicos actuales más reconocidos: “Hemos triunfado como especie porque somos muy buenos buscando causas. Las hemos descubierto donde las hay, pero también tratamos de encontrarlas en el azar, donde no las hay” (del artículo “Usted vive un milagro al mes… y es algo normal” de lectura muy recomendable).
Por otro lado veo que no somos los únicos, existen multitud de experiencias similares en otras manifestaciones creativas donde el azar juega un papel crucial en la concreción final de lo producido y me resultan especialmente interesantes las del mundo de teatro donde la organización del espacio es una de las claves fundamentales. Directores actuales se están replanteando la relación con el público de manera que cuando a éste se le invita a participar el resultado ya no está controlado, la obra sucede en el momento, se cuenta con la magia del azar. Merece la pena detenerse a ver el documental “Querido público” (La Sala: Soy cámara. CCCB – Querido público. Documental producido por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y Radio Televisión Española).
Roger Bernat, una de las principales figuras nacionales de las artes escénicas contemporáneas, confiesa que hace tiempo perdió la fe en la ficción. Por eso en sus trabajos existe una falta de teatralidad que puede extrañar al espectador, pero en la que posiblemente subyace todo el interés. Para Bernat, “lo que sucede cuando uno deja de fijarse en las grandes ideologías, en las buenas intenciones, y en general, en lo considerado Artístico; es que aparecen los hechos triviales que normalmente pasamos por alto y que no obstante nos describen con mucha más agudeza.” Al igual que en su teatro se trabaja con “reglas de juego” en vez de con guiones ¿No debería ser nuestro trabajo la preparación de un tablero de juego y el establecimiento de unas reglas mínimas y el resto de elementos que componen la arquitectura que los ponga el que la habite?
