Paula Rego es una autora relativamente bien conocida en España (el Reina Sofía, el MAC coruñés o la Galería Marlborough han mostrado su obra, y también recibió el Premio Penagos de dibujo de la Fundación MAPFRE), pero hasta ahora su presencia no ha sido tan frecuente en Barcelona.
Sin abandonar la figuración -porque nunca se ha dejado llevar por modas y porque le gusta contar historias-, esta artista lisboeta ha plasmado en sus pinturas mensajes combativos pegados a sus propias experiencias y memorias, a sus lecturas literarias o su conocimiento de la historia del arte y también a fantasías siniestras, a una vertiente oscura de lo real que ella se empeña en poner de relieve una y otra vez, negando la inocencia de figuras y escenarios que aparentemente la tienen.
En esa línea de revelar con la lucidez del observador atento las mejores y peores caras de la condición humana ha sido a menudo vinculada a Goya y William Hogarth: ella, apasionada del Museo del Prado, también se ha enfrentado, en sus dibujos y pinturas, a nociones y figuras de autoridad, a estereotipos socialmente aceptados que esconden dominación y formas de violencia que llegan a pasarnos desapercibidas.
En sus trazos hay dolor y desconsuelo, reflejos de una crueldad que entiende como inherente a todo ser humano y una mirada descarnada a la intimidad: la individual, la de pareja o la familiar, la del niño y el adulto, la de la persona y el animal, la del esclavo y la de aquel al que sirve.
Su producción transmite energía, pasión y denuncia, y también en ocasiones un recuerdo emocionado a su infancia tranquila en Portugal. Por su temática no es tampoco difícil asociarla a la obra literaria de Natalia Ginzburg, y precisamente como una de sus novelas, “Léxico familiar”, se titula la muestra comisariada por Valentín Roma que este verano nos presenta La Virreina.
No podemos considerarla estrictamente una antología, pero sí recoge trabajos representativos de sus seis décadas de carrera, desde dibujos de los cincuenta a proyectos actuales pasando por series dedicadas al aborto, a Jane Eyre, de Charlotte Brontë y a Misericordia, de Benito Pérez Galdós, o por sus piezas inspiradas en el teatro de Martin McDonagh, porque si algo caracteriza la obra de Rego es su flexibilidad a la hora de tomar referencias, no solo temáticas, de fuentes no necesariamente plásticas, como el citado teatro, el cine o la ópera. La literatura de Eça de Queiroz también ha dado pie a algunos de sus trabajos.
La exhibición de La Virreina hace hincapié, además de en la permeabilidad de sus influencias, en su enfoque de lo femenino y en la exploración de los espacios utilizados por las mujeres para la disidencia; también en una evolución creativa en la que supo conjugar independencia y apertura hacia lo que de interesante encontró primero en los lenguajes de Dubuffet y Vieira da Silva, después en la Escuela de Londres (este mismo verano su obra forma parte de una muestra dedicada a esa Escuela en el Museo Picasso de Málaga), en Goya, Hogarth, Daumier y Gutiérrez Solana y, más adelante, en el acercamiento sin miedo, y sin obscenidad, a lo turbador de Balthus y Klossowski.
“Paula Rego. Léxico familiar”
LA VIRREINA. CENTRE DE LA IMATGE
La Rambla, 99
08002 Barcelona
Del 8 de julio al 8 de octubre de 2017
