El Museo Universidad de Navarra abrió ayer su temporada expositiva presentando “Entorno Encuentro Exploración”, proyecto escogido entre los presentados en su trabajo final por los alumnos del último Máster in Curatorial Studies que se imparte en ese centro. Sus comisarios son Renata Álvarez, Manuel Gamaza y María Angélica Moreno, que han planteado una exhibición colectiva en torno a nuestras posibilidades de descubrir el entorno desde miradas y sensorialidades nuevas, especialmente tras el confinamiento, contando con trabajos de una decena de autores nacionales e internacionales: Daniela Acosta, Iñaki Chávarri, Olalla Gómez, Raúl Hevia, Antón Hurtado, Fernando Maselli, Ricardo Moreno, Kate McLean, Jessica Thompson y Ainize Txopitea.
Sus piezas seleccionadas tienen en común el partir de investigaciones estéticas y recorridos sensoriales en torno a lo cotidiano y su incidencia en la importancia de nuestras interacciones con el entorno, individuales y colectivas, físicas y emocionales; una importancia de la que hemos sido más que nunca conscientes a raíz de nuestra obligada ausencia de desplazamientos el año pasado y de las aún imprescindibles distancias de seguridad. Las restricciones, en muchos casos, no han hecho sino impulsar nuestro deseo de conocer lugares nuevos y de explorarlos con libertad.
El objetivo último de esta exposición, abierta hasta el próximo 3 de octubre, es por tanto retarnos a reaprender nuestros modos de conectar con el medio urbano, con los espacios por donde transitamos y donde somos y su programación se completa con visitas guiadas, conferencias y un taller a cargo de uno de los artistas representados, Raúl Hevia. El asturiano exhibe en Pamplona Historia de la pintura en Bilbao a través de 8 distritos, 39 barrios, 872 calles, 1 archivo, 453 muestras, 2 piernas y un mapa, una investigación fotográfica relativa a los colores de la capital vizcaína planteada como viaje de iniciación en el que todo recorrido dado y toda norma son aleatorios y subjetivos.
En el citado contexto de la crisis sanitaria nació la propuesta que presenta la colombiana Daniela Acosta: las escenas de El precio de la libertad recuerdan la despedida de su abuela y de su hermana en un aeropuerto cuando, instalado el miedo y no solo el virus en los cuerpos, desconocían si volverían a reencontrarse. No es casual que su familia se sitúe en el centro de la obra: la artista reconoce que el confinamiento le dio la oportunidad de conocerla como nunca antes y de alcanzar nuevos acuerdos y formas de comunicarse con sus parientes. La libertad titula también el trabajo de Olalla Gómez, tres neones en los que asocia ese concepto con la dependencia, el individualismo o el privilegio. Necesitan que al menos tres personas los miren para activarse, por una razón: Tiene que ver con la idea de encuentro, de tener conciencia de que siempre estamos afectando a las otras personas.
Por su parte, Iñaki Chávarri, docente además de creador, expone Separar, unir, un proyecto en el que confronta las fronteras impuestas por las sociedades en los territorios con un mundo natural que está por encima de esos límites geopolíticos: el agua, en sus tres estados, actúa en su trabajo como elemento de unión espacial. Y Antón Hurtado nos enseña en su ciudad nueve obras marcadas, como el conjunto de su producción, por el contacto directo con el lugar donde vive: se considera paisajista, pese al cariz abstracto de sus piezas, y entiende que no es posible realizar su labor sin mirar la naturaleza, estar en ella y estudiarla: Aprovecho también cuando estoy en el paisaje para acercarme a las personas, a cómo viven ese entorno. Me gustaría que el público, al encontrarse con mi obra, se encontrara a sí mismo. Ese sería el éxito de mi trabajo.
Fernando Maselli pasó por el Museo navarro hace cuatro años para presentar “Infinito artificial”; ahora lleva allí sus imágenes Plaza Mayor (2008) y Espacios Planificados (2010), que forman parte de proyectos madrileños sobre la arquitectura, los barrios y los alrededores de la ciudad pero pertenecen, dentro de ellos, a series en las que concedía protagonismo a las personas: sus cruces espontáneos en la calle, sus encuentros menos imprevistos, sus miradas y pequeños relatos efímeros…
Kate McLean nos devuelve a Pamplona… y a sus aromas. Los olores son la base del trabajo de esta autora británica, que mapea paisajes en función de ellos y en Smellmap ha hecho lo propio con la capital navarra, invitándonos a recorrer su paisaje olfativo sin ideas (ni rutas) preconcebidas. Esta propuesta se ampliará ahora, contando con la participación del público. Los sonidos (e imágenes) son, por otro lado, las herramientas del colombiano Ricardo Moreno para estudiar paisajes: en Paisaje Bazurto reinterpreta el ambiente sensorial propio del mercado más grande de Cartagena de Indias.
Por último, Jessica Thompson, que trata de crear situaciones aptas para dejar salir nuestro lado más libre y creativo, expone Borderline, una pieza en forma de app que permite identificar sonidos próximos y transformarlos en cartografías sonoras y Ainize Txopitea exhibe Interestellar women y The time is now, trabajos sobre territorios utópicos donde las mujeres del siglo XX pudieran ser felices y sobre ramas y signos que pueden constituirse en metáfora del paso del tiempo.
“Entorno Encuentro Exploración”
Campus Universitario, s/n
Pamplona
Del 8 de septiembre al 3 de octubre de 2021
