El paisaje técnico de Pablo Valbuena

 

Estudió Arquitectura y ha trabajado para estudios de videojuegos, cine y (también) arquitectura en Holanda, Canadá,  Estados Unidos y España, investigando conceptos espaciales en relación con entornos virtuales y arquitectura digital. La última vuelta de tuerca a las investigaciones de Pablo Valbuena sobre el espacio y nuestras maneras de percibirlo nos la presenta desde hoy y hasta el 15 de mayo en el Espacio Fundación Telefónica, en el que, como viene desarrollando en diversos proyectos desde 2007, ha invertido el orden que podemos considerar natural al superponer proyecciones digitales a un entorno real.

Mediante la luz y su movimiento, Valbuena consigue alterar nuestra mirada y superponer planos de información a las estructuras físicas tangibles hasta convertirlas en formas dinámicas. En definitiva, podemos considerar que su propósito es vincular, e incluso hacer convivir en los parámetros del espacio y el tiempo, los mundos real  y virtual.

La primera obra del proyecto Kinematope, realizado específicamente para proyectos preexistentes, la presentó ya en 2014 en la Gare d´Austerlitz de París, y allí buscó transmitirnos la sensación de que la luz podía convertirse en materia palpable, en un elemento más de la arquitectura.

La continuación de aquella idea es la que ahora podemos contemplar en Telefónica. La intervención se ha concebido, como no podía ser de otra forma, específicamente para este Espacio, una de cuyas salas de exposiciones podremos contemplar, por primera vez, diáfana absolutamente.

La intervención revela un paisaje de instalaciones que, pese a su relevancia práctica, se encuentra oculto a nuestra vista

Un circuito de luz y sonido recorre el falso techo de la galería delineando los trescientos metros de cableado que distribuyen la electricidad de la sala y que resultan vitales para su uso y funcionamiento. De este modo, la intervención revela un paisaje de instalaciones que, pese a su relevancia funcional, se encuentra oculto a nuestra vista. Lo explica Pau Waelder: Los sistemas que definen las condiciones de la sala (iluminación, conectividad, temperatura), ocultos en el techo, se hacen presentes en las sombras proyectadas por la estructura de LEDs y altavoces que dan forma a la obra. Sombras y luces dibujan espacios y volúmenes efímeros en las paredes y columnas a medida que luz y sonido se desplazan por la sala, siguiendo patrones de movimiento y ritmos cambiantes.

Se subvierten los elementos arquitectónicos al llevar nuestra atención hacia lo que suele permanecer oculto y, en vez de utilizar, como es costumbre, la sala a modo de contenedor para exponer obras, ésta se convierte en la obra por sí misma. En su interior, irremediablemente, se sitúa el espectador.

Como es frecuente en la obra de Valbuena, el artista hace coincidir el espacio que existe realmente con el espacio virtual que él genera. Conviven conceptos contrapuestos: la permanencia y la solidez de la arquitectura con la esencia efímera y etérea de la luz, lo material con lo inmaterial, lo real y lo digital, lo estático y lo dinámico, etc. Tan líquido resulta el resultado que Valbuena considera que no trabaja en el espacio físico, sino en el mental del espectador.

La palabra kínêma remite también al cine, que es una referencia habitual en la obra de Pablo Valbuena por conseguir introducirnos “en otra realidad espacio-temporal que no es real pero se siente como tal”. Precisamente el propósito de sus trabajos es sumergirnos, a través del uso de la luz, en un espacio y un tiempo que son intangibles pero nos parecen reales. Podemos contemplar las paredes, el suelo y el techo de la sala como una especie de pantalla tridimensional inmersiva que trasciende la experiencia bidimensional del cine.

Antecedentes de esta muestra son sus Esculturas Aumentadas de 2007, en las que ya utilizó la videoproyección sobre un objeto tridimensional para sugerir alteraciones en su volumetría gracias a un sofisticado mecanismo de trampantojo visual, y su intervención a gran escala sobre la fachada del Ayuntamiento de La Haya, realizada en 2008. Hizo aparecer y desaparecer sus contornos gracias a una proyección de luz blanca. Los resultados fueron muy sugerentes.