El próximo mayo comenzará la 58ª edición de la Bienal de Venecia, que este año cuenta con el comisariado de Ralph Rugoff, llevará por lema May You Live In Interesting Times y concederá su León de Oro a Jimmie Durham. No habrá presencia española entre los 79 artistas vivos presentes en la exposición central -es ya circunstancia recurrente- y en nuestro Pabellón, comisariado por Peio Aguirre, podrán verse propuestas de Itziar Okariz y Sergio Prego relacionadas con su noción de la economía política del cuerpo.
Coincidiendo con esta cita, que, como es también habitual, se prolongará hasta noviembre, museos y fundaciones venecianas han concentrado en estas fechas algunas de las propuestas vinculadas a la creación contemporánea más interesantes de su programación expositiva. La Fondazione Musei Civici di Venecia nos trae, por cuarta ocasión, MUVE: se presentarán once muestras dedicadas a grandes artistas contemporáneos en siete espacios históricos; entre sus protagonistas, Arshile Gorky, Tapio Wirkkala, Barry X Ball, Brigitte Niedermair y Yun Hyong-keun.
Comenzamos el recorrido en Ca ‘Pesaro, que reunirá trabajos de Gorky que formaron parte de la primera Bienal celebrada en Venecia tras la II Guerra Mundial, en 1948, que es también el año en que decidió suicidarse el pintor expresionista. Su presencia de nuevo en la ciudad es oportuna porque ejercieron una influencia importante en el arte italiano desde los cincuenta, no solo entre quienes optaron por la abstracción como único camino; hay que recordar que la obra de este autor también se expuso en la Bienal en 1950 y 1962.
Gorky había llegado a Estados Unidos con solo quince años, escapando del genocidio armenio, y allí aprendió de las lecciones ofrecidas por los maestros de la tradición europea mientras desarrollaba un estilo personal que terminaría vinculándolo al expresionismo abstracto. Uno de los primeros que en Italia supo ver su talento fue Toti Scialoja, quien afirmó que Gorky no necesitó ser original respecto a Miró del mismo modo que el cubismo analítico no tenía que serlo respecto a Cézanne: consideraba a este creador, nacido en la actual Turquía, más revolucionario que inédito.
También nos esperan en Ca ‘Pesaro una docena de esculturas de piedra de Barry X Ball inspiradas en originales de cera, yeso y arcilla de Medardo Rosso y ejecutadas, con sofisticadas tecnologías, en materiales translúcidos, como la calcita de panal dorado o el ónix iraní. Ya al aire libre, contemplaremos allí la obra Meteorite Narvalo, del escultor iraní Bizhan Bassiri, representante de la República de Irán en la Bienal de Venecia de 2017. Se trata de una monumental obra en bronce y platino nacida de los postulados del Manifiesto del pensamiento magmático que este mismo artista ideó en Roma en los ochenta: en él se refería al arte como un meteorito que no pertenece a la tierra sino que se le aparece.
El Palazzo Fortuny se suma a MUVE celebrando el 70º aniversario de la muerte de Mariano Fortuny y Madrazo, hijo de Mariano Fortuny y Marsal, y a ambos les dedicará una muestra: “I Fortuny. Una storia di famiglia”, que analizará tanto la actividad pictórica de los dos como su pasión, igualmente compartida, por el coleccionismo. Fortuny padre se rodeó de telas antiguas, cerámicas, estatuas, muebles y alfombras (nos lo recordó una extensa y reciente exposición del Prado), pero la mayor parte de esas piezas quedaron dispersas en las colecciones de varios museos europeos, y no solo; ahora muchas han regresado a casa, vaso Fortuny incluido. De Fortuny y Madrazo veremos pinturas eclécticas y algunos de sus diseños de moda, que le valieron el reconocimiento internacional.
También el Palazzo Fortuny acogerá la que será la primera retrospectiva internacional dedicada a Yun Hyong-keun desde su fallecimiento en 2007. Constará de más de medio centenar de obras que repasarán al completo la trayectoria de este artista coreano y de abundante documentación; también su estudio será recreado. Hyong-keun conjugó su apego a la tradición pictórica con su querencia por el minimalismo y con el diálogo con artistas europeos y norteamericanos de su tiempo.
El Museo del Vetro di Murano también se ha sumado a MUVE: con una exposición dedicada al diseñador finlandés Tapio Wirkkala, uno de los responsables de que hoy consideremos a Escandinavia un referente en este campo, y con una muestra fotográfica de Matthias Schaller.
Wirkkala, vinculado a las fábricas de vidrio de Murano, fue diseñador, diseñador gráfico y escultor en madera, porque aunque nunca aparcó el cristal, trabajó con materiales diversos. Creó objetos a medio camino entre lo exclusivo y lo industrial para usos muy variados y ocupándose de todas las fases de su producción. Esta exhibición incidirá en las conexiones de sus piezas en vidrio con la naturaleza de su país y en su virtuosismo técnico.
De Shaller, por su parte, veremos una serie de imágenes inspiradas en los espejos venecianos: se titula Leiermann por su vinculación con la composición de Shubert El organillero.
Nuestra siguiente parada nos conduce al Museo di Palazzo Mocenigo, donde Brigitte Niedermair compendia sus veinte años como fotógrafa de moda en una presentación site-specific en la que veremos más de treinta imágenes y bodegones. Algunas de sus obras, concebidas tanto para espacios íntimos como para lugares monumentales, sustituirán en ocasiones a pinturas de los fondos Mocenigo en estancias privadas y dialogarán con sus arquitecturas de modo poético, reflexionando sobre asuntos de identidad y género o sobre la representación de las mujeres a lo largo de la historia.
Ca ’Rezzonico ha apostado por Flavio Favell: acoge su obra nacida de ensamblajes y superposiciones, con la combinación afortunada de distintas texturas y materiales. Se exhiben, además, quince de sus piezas inéditas, tridimensionales y ensambladas, en el Museo del Settecento Veneziano.
Chiara Dynys introducirá en MUVE el drama actual de los refugiados y con ella finaliza esta ruta veneciana: en la Sala delle Quattro Colonne del Museo Correr contemplaremos imágenes tomadas en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, en Líbano, y dedicadas a una infancia que logra día a día resistir inmersa en su propio universo de imaginación y solidaridad.
Sus fotografías podrán contemplarse en el interior de tabernáculos dorados, simbólicos de la dificultad del artista contemporáneo de mirar el mundo como es, sin la mediatización de pantallas, y también de su necesidad (urgencia) de hacerlo.
