Rosemarie Castoro, danzando con lo esencial

El MACBA repasa su obra de los sesenta y los ochenta

Barcelona,

No es raro que no hayáis oído hablar de ella, porque al movimiento minimalista le hemos puesto pocas caras femeninas, más allá de Agnes Martin. Como ella, Rosemarie Castoro, que falleció hace dos años, formó parte en las décadas de los sesenta y los setenta del círculo neoyorquino que integraron Donald Judd, Sol LeWitt, Carl Andre o Robert Morris y a aquel periodo de su producción, que fue el más fructífero, le dedica ahora el MACBA una extensa exposición comisariada por Tanya Barson, comisaria jefe del centro.

Se titula “Enfocar el infinito”, cuenta con 250 piezas fechadas entre 1964 y 1979, varias inéditas para el público, y se ha preparado investigando, entre otra documentación, los diarios de Castoro, muy dada a apuntar cada paso que daba en sus procesos creativos hasta el punto de registrar su actividad, como ella mismo dijo, con la precisión de un cronómetro. Se trata de diarios especialmente ricos, porque incorporan poemas, dibujos y fotografías en las que dio cuenta de sus procedimientos de trabajo; lo ordinario y lo extraordinario.

Rosemarie Castoro. Blue Red Gold Pink Green Yellow Y Bar, 1965
Rosemarie Castoro. Blue Red Gold Pink Green Yellow Y Bar, 1965

Aunque el minimalismo fue la corriente en la que con mayor fluidez se desenvolvió, dada su tendencia a la simplicidad y a la expresión austera, también es autora de pinturas abstractas, proyectos conceptuales, performances que desarrolló tanto en la calle como en su estudio, poemas, esculturas, instalaciones, intervenciones que comulgan con el land art y coreografías que ella misma interpretaba, pues fue bailarina además de artista. Sus preocupaciones no fueron solo creativas y también desarrolló una faceta activista: formó parte de la Art Workers’ Coalition y fue una declarada feminista.

Sus primeros trabajos fueron gráficos y dejaron huella: no dejó de abrirse a técnicas nuevas a lo largo de su carrera, pero el dibujo tuvo siempre en su obra un peso esencial. Mientras estudiaba en el Pratt Institute de Nueva York desarrolló su interés por la danza y es muy importante tener en cuenta su amor por esta disciplina a la hora de leer sus trabajos: podemos interpretarlos a menudo como desplazamientos en el espacio similares a los de un bailarín y ella misma reconoció siempre la interrelación entre lo plástico y lo físico a lo largo de su carrera.

En la década de los sesenta, Rosemarie, ya volcada en la pintura, estudió la interacción de color y composición en sus lienzos, telas que destacaban por la fuerza de sus colores primarios y sus líneas cada vez más semejantes a notas musicales, hasta que, años más tarde, dejó a un lado el cromatismo -progresivamente y previa transición con tonalidades intermedias y con geometrías cada vez más aleatorias- para utilizar paneles de grafito y yeso que estructuraba en series y exponía sin colgar, apoyados en el suelo, saliendo al paso del público y ocupando parte de su espacio habitual.

Pudieron verse por primera vez en 1971, en la Tibor de Nagy Gallery, y destacan por su gran escala y porque, pese a derivar de su anterior obra pictórica, no resulta difícil considerarlos esculturas minimalistas. Después llegarían, en ese camino a la escultura esencial y la fusión de medios, las pinceladas que montaba sobre la pared a modo de signos: pueden remitir también a sus ejercicios de danza y algunas de ellas se las dedicó a su amiga Agnes Martin. Lo dejó dicho en su diario: ¿Todos mis problemas giran en torno al espacio? Hace tiempo, el tiempo era mi problema. Ahora, el espacio. Quiero esculpir el espacio. Estoy esculpiendo el espacio.

Rosemarie Castoro. Guinness Martin, 1972
Rosemarie Castoro. Guinness Martin, 1972

Algunas de ellas pueden verse en el MACBA, junto a varios proyectos site-specific, como la intervención arquitectónica Gallery Cracking o Room Revelation, una instalación participativa concebida en 1970 que se recrea por vez primera en Barcelona. Allí también han llegado sus incursiones en la abstracción postminimalista a través de esculturas realizadas con resina epoxi que son casi instalaciones, y en el Land Art, a través de los tótems de acero y hormigón con los que en 1979 compuso la serie Flashers.

No estableció Castoro jerarquías entre la pintura, el dibujo, la escultura, la arquitectura o la performance, y no solo eso: trabajó a fondo en las posibilidades comunicativas que podían generar los vínculos entre técnicas. Hay más minimalismo del que nos han contado, y hay quien lo hizo bailar.

Para invitarnos a conectar más con el espíritu de Castoro, el 19 de diciembre el MACBA ha programado una conferencia-performance de Yvonne Rainer en su Auditorio. Llevará por título Revision: A Truncated History of the Universe for Dummies y será a las 19:00 horas.

Rosemarie Castoro. Beaver's Trap, 1977-1978
Rosemarie Castoro. Beaver’s Trap, 1977-1978

 

“Rosemarie Castoro. Enfocar al infinito”

MACBA. MUSEU D´ ART CONTEMPORANI DE BARCELONA

Plaça dels Àngels, 1

Barcelona

Del 10 de noviembre de 2017 al 15 de enero de 2018

 

 

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