Madame d’Ora, medio siglo entre la belleza y el horror

La Neue Galerie de Nueva York repasa su producción fotográfica

Nueva York,

Su nombre real era Dora Kallmus, pero ha pasado a la historia como Madame d’Ora, quizá la fotógrafa más destacada de principios del siglo XX si nos referimos al género del retrato y una personalidad por completo inusual en su tiempo: vivió entre 1881 y 1963. En los últimos años su figura se ha ido recuperando en Europa (en 2018 el MKG de Hamburgo acogió una extensa antología de sus imágenes) y ahora es la Neue Galerie de Nueva York, que dedica su programación expositiva al arte alemán y austriaco, la que le dedica una retrospectiva abierta hasta junio.

Madame d´Ora. Painter Mileva Roller (née Stoisavljevic) in a reform dress, 1910
Madame d´Ora. Painter Mileva Roller in a reform dress, 1910

Se trata de la mayor muestra sobre Madame d’Ora que se ha presentado hasta ahora en Estados Unidos y recorre su trayectoria etapa a etapa, desde su temprana educación como hija de intelectuales judíos en Viena hasta sus días de gloria como fotógrafa de sociedad y su supervivencia al Holocausto. Medio siglo duró su carrera, desde 1907 a 1957, y su trabajo (del que un centenar de ejemplos han llegado a la Neue Galerie) destaca por su elegancia y por su combinación de absoluta belleza y absoluta oscuridad.

Nacida en un entorno privilegiado, la artista alcanzó su mayoría de edad cuando en Viena se desarrollaba la etapa de esplendor cultural del fin de siglo y Kallmus se convirtió pronto en una mujer extremadamente culta. A los 23 años, durante un viaje a la Costa Azul, compró su primera cámara Kodak, decisión que anticiparía la apertura de un estudio propio en la capital austriaca y, ya en 1906, su registro comercial como fotógrafa independiente.

En esos primeros momentos de su desarrollo profesional, ella eligió ser llamada simplemente d’Ora. Sus modelos iniciales fueron amigos y miembros de su círculo social, pero este empezó a abrirse después de que una exposición suya, en el otoño de 1909, levantara los elogios de la prensa: los críticos alabaron su estilo (y también hicieron notar la elevada alcurnia de su público).

Con el paso de los años, por los objetivos de Madame d´Ora pasaron Josephine Baker, Colette, Gustav Klimt, Tamara de Lempicka y Pablo Picasso, entre otros, pero también le encargaron retratos miembros de la familia Habsburgo y aristócratas austriacos, intelectuales y políticos; mantuvo la fotógrafa estrechos vínculos con autores de vanguardia y también con figuras de la danza como Anita Berber y Sebastian Droste.

La moda fue otro de los pilares de su trayectoria y de su negocio. Con asiduidad fotografió a las modelos de la Wiener Werkstätte y a la diseñadora Emilie Flöge vistiendo sus propios vestidos, en algún caso con estampados de Klimt. Cuando se trasladó a París en 1925, su enfoque sobre este tipo de imágenes glamourosas cambió: pasó a detener su atención en la alta costura y hasta 1940 dio cuenta de los emblemas de las maisons francesas. Compartió amistad con Madame Agnès y Cristóbal Balenciaga, así como con los grandes editores de revistas femeninas, y a ella en buena medida le debemos nuestra actual imagen de Cecil Beaton, Maurice Chevalier o la citada Colette.

Madame d´Ora. Pablo Picasso, hacia 1955. © Nachlass Madame d’Ora, Museum für Kunst und Gewerbe Hamburg
Madame d´Ora. Pablo Picasso, hacia 1955. © Nachlass Madame d’Ora, Museum für Kunst und Gewerbe Hamburg

Cuando el ejercito alemán tomó el control de París en 1940, Madame d´Ora se vio obligada a cerrar su estudio en la ciudad y huir. Los años de la guerra se recluyó en  Ardèche, en el sureste de Francia, donde supo de la muerte de parte de su familia y amigos en  el campo de concentración de Chełmno. Acabada la contienda, regresó a la capital, muy afectada por aquellas pérdidas. Ya no tenía dónde recibir a sus modelos, pero algunos de sus pasados clientes adinerados la buscaron.

Aceptó volver a realizar retratos, pero fue sobre todo por razones económicas, porque sus nuevas fotografías dejan patente un viraje hacia otros caminos, más oscuros. Hacia 1948 y por encargo de la recién nacida ONU, fotografió a desplazados y refugiados y, entre 1949 y 1958 llevó a cabo el que ella misma consideró su “gran trabajo final”: elegantemente vestida y con un vistoso sombrero, recorrió los mataderos de París fotografiando una y otra vez, hasta en centenares de ocasiones, animales muertos, sus fragmentos y charcos de sangre.

Madame d´Ora. Severed cow’s legs in a Parisian abattoir, hacia 1954-1957
Madame d´Ora. Severed cow’s legs in a Parisian abattoir, hacia 1954-1957

Tanto su obra considerada epítome de belleza como la volcada en el patetismo del sufrimiento y la muerte (dos caras de una misma moneda) se ha reunido, como decíamos, en Nueva York. En 1958, con motivo de la última exposición de su trabajo realizada en vida de Kallmus, Jean Cocteau comentó, sobre la versatilidad de su obra: “Madame d’Ora, abanicada por el ala del genio, se pasea en un laberinto cuyo minotauro va del Dolly Sisters al terrible bestiario de los mataderos, donde esta mujer eterna, más lúcida que cualquier joven, aparta a quienes matan con un gesto y coloca su cámara frente al sacrificio diario de nuestro culto carnívoro”.

Madame d´Ora. Woman supporting a sickly man at a displaced persons camp in Austria, 1948
Madame d´Ora. Woman supporting a sickly man at a displaced persons camp in Austria, 1948

 

“Madame d´Ora”

NEUE GALERIE NEW YORK

1048 5th Ave

Nueva York

Del 20 de febrero al 8 de junio de 2020

 

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