El bello y cruel mundo de Madame d´Ora

El MKG de Hamburgo repasa su trayectoria

Hamburgo,
Madame D´Ora. Anna Pawlowa, 1913. © Nachlass d'Ora/Museum für Kunst und Gewerbe Hambur
Madame d´Ora. Anna Pawlowa, 1913. © Nachlass d’Ora/Museum für Kunst und Gewerbe Hambur

Nació en una familia de abogados austriacos muy respetados, pero Dora Philippine Kallmus, con veintipocos, ya había elegido saltarse leyes: en 1905 fue admitida en el Instituto de Formación Gráfica de Viena, tres años antes de que esa institución admitiera mujeres entre sus alumnos, y ese mismo año se convirtió en miembro de la Sociedad Fotográfica de esa ciudad.

También Berlín fue escenario de su aprendizaje, en el estudio de Nicola Perscheid, pero muy pronto Kallmus regresó a su Viena natal para instalar el suyo propio, en 1907 y bajo el nombre de Atelier D’Ora. Fue entonces cuando comenzó a ser conocida, bien y extensamente, como Madame d’Ora, teniendo como asistente a Arthur Benda, fotógrafo que había conocido en Alemania y que le ayudó a solventar algunas de las dificultades que le ocasionaba ser mujer a la hora de desarrollar su labor, como la de obtener una formación técnica. Benda se ocupó de esa vertiente y Madame d’Ora de los aspectos artísticos de sus imágenes: composición, encuadres, estilismos e iluminación, además de hacer frente a la labor comercial: buscaba y cuidaba la relación con sus clientes y se hacía cargo de las ventas.

Enseguida dejó claro que era dueña de un estilo personal innovador en la Viena de comienzos de siglo: se servía de una lente que difuminaba los contornos de sus retratados, sumergiéndoles en una atmósfera evanescente y peculiar bien aceptada por las capas altas de la sociedad del Imperio Austrohúngaro, tanto que recibió el encargo de fotografiar la coronación de Carlos I de Austria y después de retratar a un buen número de miembros de su imperial familia. Curiosamente fueron ellos los que pasaron por su estudio, y no Madame d’Ora por palacio.

Tras aquella buena acogida de la aristocracia, el reconocimiento de la artista fue más allá, y comenzó a ser admirada también en Francia: en 1924 abrió otro estudio propio en París y en 1927 optó por trasladarse allí definitivamente, ya sin Benda, que parece que no se adaptó al cambio de ambiente. Llegó y triunfó, esta vez no solo entre la alta sociedad, también entre artistas, público bohemio y firmas de moda: para su objetivo posaron Tamara de Lempicka, Klimt, Josephine Baker, Maurice Chevalier y Colette, y entre unos y otros su estudio quedó convertido en un lugar de encuentro para intelectuales y librepensadores del París de entreguerras.

Seguramente nadie los retrató como ella, con ese atrevimiento y ese desenfado, con toques de ironía o de erotismo y con una luz tenue de aire onírico que no ahogaba la naturalidad reinante. También se volcó en la fotografía de moda, cuando esta logró su hueco en las revistas en detrimento de las ilustraciones. Fueron años dorados, que, claro, no duraron mucho: con la II Guerra Mundial y la irrupción nazi en Francia, Madame d’Ora, de origen judío, tuvo que refugiarse en un convento rural y luego en una granja antes de poder regresar a París, en 1946.

Imagen de la exposición "Madame d´ Ora" en el MKG de Hamburgo. Fotografía: Michaela Hille
Imagen de la exposición “Madame d’Ora” en el MKG de Hamburgo. Fotografía: Michaela Hille
Madame d´ Ora. Separated Calf’s Head, hacia 1958. © Nachlass d’Ora/Museum für Kunst und Gewerbe Hamburg
Madame d’Ora. Separated Calf’s Head, hacia 1958. © Nachlass d’Ora/Museum für Kunst und Gewerbe Hamburg

Pese a la pobreza que trajo la guerra y al mazazo de que parte de su familia fuese exterminada, quiso reabrir su estudio, aunque ya nada fue igual: cambiaron los temas y el estilo. En 1945 había desarrollado un proyecto de corte documental sobre los refugiados y una década después dedicó otra serie a un matadero animal; el antiguo glamour dio paso a imágenes más directas y próximas a la denuncia. Era su personal respuesta al desastre bélico.

El final de Madame d’Ora fue trágico: tras ser atropellada en 1959, perdió memoria y tuvo que dejar de trabajar. Vivió en Austria hasta su muerte en 1963.

Ahora, 55 años después, el Museum für Kunst und Gewerbe Hamburg le dedica, en colaboración con el Photoinstitut Bonartes vienés, su primera gran antología. Cuenta con 250 fotografías fechadas entre las décadas de los diez y los cincuenta y se pretende que siente las bases para un estudio más profundo de su obra a partir de ahora.

Proceden de la que fue la colección personal de la artista, de fondos de las revistas de la época y de prestadores internacionales.

 

 

“Madame d´ Ora”

MUSEUM FÜR KUNST UND GEWERBE HAMBURG

Steintorplatz

Hamburgo

Del 21 de diciembre de 2017 al 18 de marzo de 2018

 

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