Louis Faurer y la soledad sonora

La Fondation Cartier-Bresson muestra un centenar de sus imágenes

París,
Louis Faurer. Accident, New York, 1952 © Louis Faurer Estate, Courtesy Deborah Bell
Louis Faurer. Accident, New York, 1952 © Louis Faurer Estate, Courtesy Deborah Bell
Louis Faurer. Sourds-muets, New York,  1950 © Louis Faurer Estate
Louis Faurer. Sourds-muets, New York, 1950 © Louis Faurer Estate

El pasado 9 de septiembre, la Fondation Henri Cartier-Bresson abrió al público la primera exposición dedicada a Louis Faurer en Francia desde 1992, una oportunidad para descubrir la obra de este fotógrafo de Filadelfia que hubiese cumplido un siglo este 2016.

Atraído por la intensa vida urbana que comenzaba a brotar en torno a Times Square tras la II Guerra Mundial, se trasladó a Nueva York en 1947 y allí se fijó fundamentalmente en quienes transmitían soledad entre las multitudes. No le interesaba captar el ambiente callejero desde el punto de vista del periodista o del reportero, sino fijarse en la fragilidad de determinados individuos y momentos –amaba la luz crepuscular- o en gestos que revelaban el inconsciente de sus modelos, que nunca posaban sino que eran retratados sin preparación ni piedad.

Aunque trabajó para publicaciones de prestigio como Flair, Harper’s Bazaar, Glamour o Mademoiselle, esas imágenes realizadas por encargo le generaban cierto desprecio: las concebía como medio de vida más que como reflejo de su vocación, como fruto de un empleo que le permitía dedicarse, sin preocupaciones materiales, a desarrollar su producción más personal a pie de calle y no de estudio.

Profundamente honesto, Faurer, que compartió durante mucho tiempo estudio con Robert Frank y los nueve gatos de este, fue capaz de reconocer que él mismo se proyectaba en quienes escogía fotografiar, y a veces era esa incluso la intención fundamental de su trabajo: encontrar y retratar a sus dobles solitarios, incorporar su personalidad a la trama o a las reflexiones que sus fotografías podrían suscitar.

Entre los miles de anónimos resilientes que campaban por las aceras, Faurer evitaba escenas violentas y seleccionaba personas comunes que, extraídas de su ambiente, parecía convertir en personajes de cine negro, rodeados de melancolía o generadores de angustia, una sensación que él debió conocer bien. Sus experimentos con la iluminación nocturna, la superposición de negativos o los efectos borrosos sedujeron a William Eggleston y Nan Goldin. También a Steichen, que incluyó su obra en la muestra “Out of Focus” del MoMA en 1948 y que dijo de él que supo buscar y encontrar la magia en los caminos de la vida.

Louis Faurer. Win, Place, and Show, métro aérien de la 3 e Avenue à la 53 e rue, New York, c.1946-1948 © Estate Louis Faurer
Louis Faurer. Win, Place, and Show, métro aérien de la 3 e Avenue à la 53 e rue, New York, c.1946-1948 © Estate Louis Faurer

Entre 1969 y 1974 trabajó en Londres y en París, y a su regreso a Nueva York, una muestra en la Marlborough Gallery relanzó su carrera, que quedó interrumpida a raíz de las lesiones que le provocó un accidente de tráfico en 1984. Falleció en Manhattan en 2001.

Son un centenar las imágenes y documentos de Faurer que nos enseña, hasta el 18 de diciembre, la Fondation Henri Cartier-Bresson, y atentos, porque esta exhibición viajará al Centro José Guerrero de Granada el año próximo: entre el 6 de abril y el 25 de junio.

 

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