Günther Förg y el orden de ánimo

El Stedelijk Museum dedica una gran retrospectiva al alemán

Ámsterdam,

Los que tenéis buena memoria y algunos años, quizá recordéis el blanco y negro y las tramas lineales en las que Günther Förg sumergió el Palacio de Velázquez del Retiro entre 1998 y 1999. El artista de Füssen dio entonces muestras en Madrid, con fotografías, pinturas y esculturas, de que es posible identificar la modernidad con una retícula geométrica y de que las tramas constituyen uno de los ejes de nuestros modos de percibir.

Podemos enlazarlo, en cuanto a su producción fotográfica, con autores que comparten con él origen, generación y tendencia a la Nueva Objetividad, como Thomas Ruff, Candida Höfer, Axel Hütte, Andreas Gursky o Struth, aunque quizá él haya cultivado una mayor atención que el resto (y ya es decir) a la arquitectura en cuanto testigo del paso del tiempo y metáfora de sus periodos, también de ideologías. Insiste en las ventanas como motivo, convirtiéndolas en marcos y metamarcos de la visión y, además de como símbolo, apela a las construcciones (son frecuentes sus imágenes dedicadas al Movimiento Moderno) como recurso compositivo, generador tanto de líneas como de luces y sombras. A él le debemos, en buena medida, el que hoy sepamos encontrar belleza, y no necesariamente una fría objetividad, en estos edificios, creadores de texturas propias.

Vista de "Günther Förg. A fragile beauty" en el Stedelijk Museum
Vista de “Günther Förg. A fragile beauty” en el Stedelijk Museum

La exhibición que, desde la pasada primavera y hasta octubre, acoge el Stedelijk Museum de Ámsterdam viene a completar aquella, al incluir también los trabajos que Förg llevó a cabo desde finales de los noventa hasta su muerte temprana en 2013. Consta de un centenar de piezas, varias de ellas inéditas, articuladas en una sucesión de instalaciones concebidas con exquisitez y una minuciosa precisión: Förg era muy riguroso al diseñar el montaje de sus muestras, y aquí se ha querido recuperar ese espíritu al concebir la estructura de la retrospectiva sala a sala, no tanto en conjunto.

Vista de "Günther Forg. A Fragile Beauty" en el Stedelijk Museum
Vista de “Günther Förg. A Fragile Beauty” en el Stedelijk Museum

El proyecto se titula “A Fragile Beauty” y recoge sus pinturas monocromáticas iniciales, sus estudios de color, fotografías (la mayoría, como decíamos, dedicadas a arquitecturas) y también esculturas, así como alguna de sus escasas pinturas de su etapa tardía. El resultado permite al espectador hacerse una idea de la variedad y la complejidad de los intereses de Förg y la radicalidad de sus experimentaciones.

En la escena artística alemana es posible considerar a este autor tan influyente como Martin Kippenberger, e igualmente susceptible de ser sometido a interpretaciones muy diversas. En las décadas de los ochenta y los noventa, especialmente, las lecturas de su obra fueron variopintas y, a veces, contradictorias: hubo quien lo consideró, por su trabajo más vinculado a la arquitectura, un posmodernista, y quien, examinando la viveza cromática y expresiva de sus lienzos, encontró en su obra las huellas del expresionismo.

En cualquier caso, podemos considerar que Förg desafió tempranamente los parámetros que definían disciplinas y que, observando a Munch, Philip Guston, Barnett Newman o Clyfford Still, aprendió que en el color y en la abstracción rigurosa podía residir tanto el sentimiento como la modernidad.

Al margen de su versatilidad (además de pinturas, fotografías y esculturas, trabajó en murales, acuarelas y en diseño gráfico), podemos destacar su rol en el primer campo: fue en sus lienzos en los que con mayor tesón trabajó buscando hallar colores que pudiera, después, encontrar confirmados en la naturaleza de su entorno. El paisaje fue su punto de partida a la hora de estudiar cuál podría ser la iconografía pictórica que definiera nuestro tiempo.

Las manchas, las retículas y las líneas dispuestas en orquestaciones geométricas que predominan en su obra pictórica del siglo pasado nos hablan de un autor preocupado por generar secuencias en las que el espectador pudiese tanto poner a prueba su ojo y su capacidad de análisis visual (a la hora de hallar los ritmos del orden) como encontrar, ya solo desarrollando la capacidad de disfrute, lo sublime.

Vista de "Günther Förg. A fragile beauty" en el Stedelijk Museum
Vista de “Günther Förg. A fragile beauty” en el Stedelijk Museum

Su presencia en este centro holandés es oportuna porque Stedelijk y Förg se conocieron, mantuvieron en los ochenta una relación estrecha y este museo adquirió su obra desde sus inicios, y con regularidad. No solo eso: la expuso a menudo, y es responsable de algunas de las mejores publicaciones sobre el artista. En 1985, una exhibición aquí hizo dialogar su obra con la de Jeff Wall (ambos, por cierto, están ahora presentes en la exhibición sobre minimalismos en la colección de Helga de Alvear que puede visitarse en su Fundación de Cáceres).

A esa corriente, la minimalista, también se le asoció en vida, e incluso al impresionismo, y él no rechazó esa proximidad, pero tampoco ciñó su obra a ninguna pureza de principios, a ninguna etiqueta.

 

“Günther Förg. A fragile beauty”

STEDELIJK MUSEUM OF MODERN ART

Museumplein 10

Ámsterdam

Del 26 de mayo al 14 de octubre de 2018

 

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