Elisa Torreira: sobre vestido y protección

Hasta el próximo 8 de diciembre, el Centro de Escultura de Candás Museo Antón (Candás, Asturias) presenta “Área protegida”, muestra dedicada a la propuesta de Elisa Torreira que obtuvo la Beca Antón de ayuda a la creación e investigación escultórica en 2019.

Artista y poeta, Torreira presenta un proyecto justamente híbrido, a medio camino entre la escultura, la instalación y la poesía, en el que se sirve del vestido como símbolo de protección y también como signo de autoidentificación y de identificación de cara a los demás en tiempos de Big Data uniformante.

La producción de esta autora tiene como eje el estudio de las posibilidades de verbalización del objeto artístico: trata de llevar la poesía a contextos más allá del literario y ha trabajado en libros de artista, poemas-objeto, performances e instalaciones escultóricas. En Candás exhibe ahora un imaginario de vestidos que trascienden lo que las prendas pueden tener de apariencia más o menos fútil para hablarnos de rasgos atribuibles a nuestra sociedad, como la tendencia a la decepción, a la soledad y a un dolor a duras penas expresado. Estos vestidos son metáforas de nuestra fragilidad ante los traumas personales y sociales; según Natalia Alonso Arduengo, el vestido-nicho es el refugio en el espectáculo del mundo del cual somos actores y actrices en escena, pero también somos el público con trastorno por déficit de atención.

En el Museo Antón, Torreira nos invita a transitar entre intersticios: los existentes entre los lenguajes de la poesía, la escultura y la instalación y, físicamente, entre los vestidos, que son a su vez barrera liminal entre nuestro cuerpo y el mundo, entre lo oculto y lo que se desvela, lo íntimo y lo social. Los que aquí se presentan son, a veces, frágiles como el papel o transparentes como el metacrilato: no tapan sino que exponen interiores y nos identifican como vulnerables. Además, desde su vaciedad plantean preguntas sin respuesta: desconocemos si podrían habitarse, a quién pertenecen esas ropas-escultura; los cuerpos ausentes que pudieron ceñir escapan a nuestra mirada.

La exhibición se articula en tres estancias: Silencio, Soledad y Ruido; desde sus mismos nombres, plantean la frecuente orfandad física y emocional del individuo contemporáneo, frente a la proliferación de felicidad propia de las redes sociales, y la necesidad de reconectar con la propia interioridad. El biólogo Edward O. Wilson se refería a nuestro tiempo como La Era de la Soledad y puede que la pandemia no haya hecho sino refrendarlo; en estos meses, la indumentaria, sobre todo la nueva del rostro, ha multiplicado su sentido protector.

Elisa Torreira. Silencio. "Área Protegida". Museo Antón
Elisa Torreira. Silencio. “Área Protegida”. Museo Antón. Fotografía: José Ferrero

 

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