Nuevos conceptos para la génesis de las vanguardias

El Museo Reina Sofía presenta el cuarto episodio de la reordenación de su colección

Madrid,

A dos meses de la culminación del proceso de reordenación de sus fondos, el Museo Reina Sofía ha presentado hoy su cuarto capítulo, centrado en el contexto que posibilitó el nacimiento de las vanguardias artísticas entre fines del siglo XIX y principios del XX, con especial atención al caso español, a las creaciones obreras o colectivas, a las zonas urbanas y a la cultura popular. Los territorios de la vanguardia: ciudad, exposiciones y revistas hace hincapié en los escenarios donde su irrupción tuvo lugar: la ciudad, con sus zonas obreras y burguesas; las exposiciones y galerías de arte, con especial mención a la Sala Dalmau barcelonesa; las revistas, cuyas páginas cobijaron ricos diálogos entre creadores y también ciertos recién nacidos espacios para el consumo visual, como los escaparates o los lugares de ocio.

El relato de este capítulo de la colección del MNCARS se vertebra, por tanto, más a partir de terrenos aptos para cobijar la nueva modernidad que de nombres, aunque entre los autores de las cuatro centenares de piezas reunidas (algunas inéditas para el público) figuran artistas fundamentales como Hans Arp, Dalí, Barradas, Luis Buñuel, María Blanchard, Olga Sacharoff, Gris, Grosz, Picabia, Picasso o Miró; también fotógrafos como Lewis Hine, Man Ray, Ortiz Echagüe, Brassaï o Paul Strand. Por primera vez tiene cabida la arquitectura en una instalación permanente y se incide en la importancia de la figura del crítico a través de Bataille, Breton o Carl Einstein.

La primera sala se dedica a artistas que trabajaron en torno a la ciudad como sujeto a partir de la fotografía y el cine y desde un enfoque social. Encontraremos imágenes de Lewis Hine que denunciaron la explotación infantil, obras de Strand donde el autor de Manhatta mostró su voluntad de practicar “arte serio” a partir de los asuntos cotidianos de los demás y también otras de Eugène Atget relativas a pequeños oficios al borde de la extinción ante la industrialización galopante. Conviene fijarse, en estas últimas instantáneas, recientemente adquiridas y expuestas en el Reina Sofía por vez primera, en los espacios urbanos donde esas profesiones se desarrollaron: aceras, esquinas, descampados… En el cambio de siglo, en definitiva, la fotografía ganó peso documental y político, siendo su protagonista el trabajador pero también la ciudad, y algo parecido ocurrió con el cine: contemplaremos también la Salida de los obreros de la fábrica de los Lumière.

Una segunda sala se centra en la arquitectura y en la puesta en marcha de proyectos bien distintos a los decimonónicos para mejorar las opciones de las ciudades como espacios de vida y trabajo (rebajando, en el camino, la conflictividad social y mejorando las condiciones higiénicas). Se recogen iniciativas nacidas por empuje estatal u obrero, desde el Ensanche de Cerdà a propuestas populares como las del colectivo La Flor de Mayo, que pretendía sacar a la población de las barracas para situarla en un entorno más saludable, que conjugara zonas verdes, mercados y escuelas.

Se incorporan algunas referencias internacionales en esa línea, como el bloque de viviendas Planta Karl Marx Hof, ideado por el austriaco Karl Ehn en Viena para familias de recursos escasos.

Vista de las nuevas salas de la Colección. Sala 208 del edificio Sabatini
Vista de las nuevas salas de la Colección. Sala 208 del edificio Sabatini

La tercera sección de este nuevo recorrido contrapone, pared a pared, la presentación institucionalizada del arte del momento, en Salones de estilo decimonónico, a las creaciones obreras que, en más pequeño formato y más humildes soportes, comenzaban a abrirse camino. Sus temáticas confluyen, pero desde enfoques y tratamientos bien distintos: de un lado, veremos obras a menudo concebidas para premios como Cuerda de presos de López Mezquita, Garrote vil de Ramón Casas o Conciencia tranquila de Romero de Torres, esta última dedicada a la detención de un anarquista. Del otro, algunos materiales que estos últimos manejaron, concebidos para su fácil distribución y de germen más grupal que individual: postales, pasquines, publicaciones… Entre estas últimas, se han reunido ejemplares de Bandera Social, El gladiador o Tierra y libertad. Cuenta con espacio propio el filme La Commune, rodado en 1914 por Armand Guerra, pseudónimo del anarquista español José Estivalis, que ofrece una visión crítica de La Comuna parisina de 1870 con la participación de actores no profesionales.

La ciudad sumida en la industrialización tras la Gran Guerra, en este caso Berlín, es el objeto de la siguiente sala, poblada de los ácidos dibujos de Grosz, denuncias de una sociedad decadente y depravada en carpetas de difusión larga. Ese declive parece contrastar con el buen momento artístico que Barcelona atravesó en la I Guerra Mundial, al convertirse en refugio de autores internacionales dada la neutralidad española en el conflicto.

Entre ellos se encontró el matrimonio Delaunay, quienes, junto a otros artistas, compusieron una excéntrica colonia; en la mayoría de los casos, sus estancias en la capital catalana fueron fugaces, pero se materializaron en forma de exhibiciones y publicaciones. Junto a pinturas de los Delaunay, contemplaremos osados dibujos de Luis Bagaria, recientes en los fondos del Reina Sofía; el cartel que anunció el combate de boxeo entre Arthur Cravan y Jack Johnson, considerado el primer happening de la historia del arte, y otros que testimonian la llegada de los Ballets rusos a esta ciudad en 1917.

Vista de las nuevas salas de la Colección. Sala 207 del edificio Sabatini
Vista de las nuevas salas de la Colección. Sala 207 del edificio Sabatini

Fue en ese contexto en el que Josep Dalmau, artista frustrado, impulsó la Galería Dalmau, que permaneció abierta entre 1906 y 1930 y tuvo un rol fundamental en la introducción de las vanguardias en España (no fuimos en este terreno caso aparte, como hoy ha subrayado Rosario Peiró). Allí se presentaron destacadas muestras cubistas y surrealistas por las que pasaron Blanchard, Barradas, Dalí, Gris, Gleizes, Miró y el pionero dadá Picabia, uno de los responsables de la introducción de los nuevos lenguajes plásticos en España.

Vista de las nuevas salas de la Colección. Sala 207 del edificio Sabatini
Vista de las nuevas salas de la Colección. Sala 207 del edificio Sabatini

La octava sala se adentra en el territorio de las publicaciones, que, como ha señalado hoy Borja-Villel, tuvieron un papel decisivo en la divulgación de las ideas de vanguardia y, en sí mismas, una arquitectura muy determinada en la que dialogan texto e imagen. En muchas de ellas expuso sus consideraciones sobre cubismo y arte africano, al que además dedicó una exposición, Carl Einstein, que teorizó sobre arte y política, participó en nuestra Guerra Civil (como miembro de la Columna Durruti) y estudió a fondo la labor de autores que exploraron, desde una perspectiva crítica, las relaciones entre individuo y sociedad, como Schwitters o el mismo Grosz. En una sala dedicada por entero a él nos esperan Dalí y su hombre invisible, Gris, Gleizes, Picasso, Miró, Masson y máscaras africanas.

Otro episodio de este capítulo de la colección del MNCARS nos introduce en la figura de Bataille, de preocupaciones más matéricas, y en su revista Documents, que se editó a finales de los veinte y desafió el surrealismo defendido por Breton. Reunió en torno a ella a surrealistas disidentes, entre los que destacan tres nombres: Miró, Picasso y Masson, este último responsable a su vez de la revista Acephale, esencial para el movimiento.

Ilustraron artículos de Documents y están presentes en la esta sala de Bataille Hans Arp, Lipchitz, Klee o Dalí, pese a que este último no criticó abiertamente el surrealismo bretoniano. También Buñuel, a través de su corto Comiendo erizos, rodado en Cadaqués mientras el pintor y el cineasta preparaban el guion de La Edad de Oro.

A continuación recuerda el Reina Sofía la transición de los artistas de la ciudad al campo y la imbricación en sus trabajos de lo puramente intelectual y lo popular en el contexto histórico de la República. El documental Estampas de Val del Omar o los figurines de Pitti aluden a la intención de las Misiones Pedagógicas de difundir la cultura entre la población, sobre todo la rural; contemplaremos asimismo carteles de La Barraca lorquiana y obras relacionadas con la Residencia de Estudiantes, que se había fundado en 1910, como Un perro andaluz del mismo Buñuel o Putrefactos, de Dalí.

EL surrealismo y lo popular cerrarán este capítulo. Contemplaremos fotografías que subvierten el cuerpo humano, a cargo de Brassaï, Dora Maar o Man Ray o una proyección de La Edad de Oro que se exhibió en la Exposición Internacional Surrealista de Tenerife en 1935. La propició La Gaceta del Arte, impulsada por Eduardo Westerdahl y Óscar Domínguez, ambos vinculados al surrealismo europeo. Por sus páginas también pasaron Maruja Mallo y Juan Ismael.

A Breton, gran propulsor de esta corriente, también se le dedica una sala completa con obras de Picasso, Dalí o Ernst que estuvieron presentes en sus textos o exposiciones y nuestro recorrido culmina con un último acercamiento al arte de la calle: se han reconstruido las escenografías de Alberto Sánchez para La romería de los cornudos de Lorca y se revisa la presencia de motivos flamencos en un bodegón de Manuel Ángeles Ortiz, un abanico de María Blanchard y vestuarios de bailarinas españolas de Natalia Goncharova.

Vista de las nuevas salas de la Colección. Sala 205 del edificio Sabatini
Vista de las nuevas salas de la Colección. Sala 205 del edificio Sabatini

 

 

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS

Paseo de Santa Isabel, 52

Madrid

 

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