El rebobinador

Juan Gris, el cubismo plácido

Cinco años más joven que Vázquez Díaz y seis que Picasso, Juan Gris (1887-1927) murió muy joven, por lo que su celebridad se debe, prácticamente, a un periodo de cinco años: su producción más destacada se fecha hacia la segunda mitad de los años diez.

Nació en Madrid, estudió artes industriales y pronto tuvo éxito como caricaturista en revistas y periódicos; cuando acudió a París en 1906, también trabajó para publicaciones satíricas. En esta ciudad entró en contacto con Picasso y entre 1911 y 1920 desarrolló sus aportaciones al cubismo, convirtiéndose en una de sus principales figuras.

Es posible que fuera uno de los primeros en conocer las obras más tempranas del malagueño en esta corriente, también Las Señoritas de Avignon, pero no se lanzó a pintar hasta los citados años diez, en un estilo marcado por el aplastamiento de la profundidad y el despliegue de todas las caras de la figura en un solo plano.

En su autorretrato de 1912 observamos que geometrizaba más que el malagueño por entonces. Su dibujo es acanalado y mineralizado; se había puesto en contacto con el Grupo de Puteaux, que cultivaba un cubismo al margen del de aquel y Braque y en relación con el simultaneísmo de Delaunay. Todas las caras de su figura se despliegan en un solo plano y las líneas diagonales centrifugan y dinamizan la composición. La personalidad creativa de Gris se consolidó rápidamente.

Juan Gris. Autorretrato, 1912. Colección privada
Juan Gris. Autorretrato, 1912. Colección privada

Su Botellas y cuchillo, del mismo año, reconstruye objetos a partir de diagonales, las líneas utilizadas tradicionalmente en pintura para explotar la profundidad del cuadro. Se da así una gran paradoja: como huye de la profundidad, la arroja sobre el espectador para dinamizar el conjunto.

Podemos afirmar que Gris era un pintor más mental y analítico que Picasso y Braque; no respondía al prototipo de autor de la Escuela española aunque en su arte hubiera múltiples huellas de nuestro país. Se integró absolutamente en Francia y su creación resulta más racionalista, no tan instintiva y física como la picassiana.

Guitarra y flores sobre una mesa (1912) es otro bodegón aplanado, con objetos abiertos alterados por su aplastamiento y reconstrucción. Se trata de una obra casi monocromática, con pliegues o surcos tallados de forma precisa y nada espontánea.

Juan Gris. Botellas y cuchillo, 1912. Museo Kröller-Müller, Otterlo
Juan Gris. Botellas y cuchillo, 1912. Museo Kröller-Müller, Otterlo

En Vasos, periódico y botella de vino (1913) hizo ya un formidable uso del collage: la inserción de trozos de realidad en la pintura ideada por Picasso y Braque (la técnica de los papeles mojados también se puso de moda entonces). Alberti había teorizado sobre la ilusión de que el cuadro es una ventana a la realidad; ahora la realidad es reconstruida por la pintura.

Gris solía incorporar titulares de periódico, cajas de cerillas… que implicaban un significado. Sus collages resultan muy refinados y elaborados simbólicamente; responden a inquietudes políticas, personales, intelectuales… Creaba líneas cortantes y precisas y ritmos en secuencias; en este trabajo abandonó la paleta grisácea e introdujo otras tonalidades.

Juan Gris. Vasos, periódico y botella de vino, 1913. Colección Telefónica, Museo Reina Sofía
Juan Gris. Vasos, periódico y botella de vino, 1913. Colección Telefónica, Museo Reina Sofía

En Peras y uvas sobre una mesa (1913), la madera bajo el mantel es de papel pintado y apreciamos el conjunto, nuevamente, desde arriba. Utilizaba Gris rejilla de sillas y desplegaba los elementos del bodegón con variedad y audacia. Su referente es Cézanne, esencial para el cubismo en general; dosifica la luz e introduce un fragmento del periódico Le Monde recubierto por una servilleta amarilla, como un trozo de luz solar.

Juan Gris. Peras y uvas en una mesa, 1913. Mr. amd Mrs. Burton Tremaine Collection
Juan Gris. Peras y uvas en una mesa, 1913. Mr. amd Mrs. Burton Tremaine Collection

Guitarra en una silla (1913) es, comparativamente, una obra más caótica. Se insertan también elementos reales como la rejilla de la silla y se superponen trozos de los objetos, destacando la sofisticación de los planos recortados. El bodegón se convierte en un puzzle inconexo.

Guitarra y vasos sobre una mesa (1913) es más nítido. El caos se va ordenando: la mesa es completamente vertical y vemos los vasos desde arriba. La guitarra se deconstruye y reconstruye y el fondo es de papel pintado, mientras las sombras chinescas parecen recortadas con tijera.

En Violín y guitarra se suceden cintas verticales que evocan el tema del bodegón sobre una mesa frente a una ventana abierta a un paisaje. Trocea los objetos y presenta el tradicional mantel de cuadrados rojos, introduciendo un dinamismo transversal que va cambiando de sonoridades: transmite sensaciones musicales de ritmos y tonos variables.

Juan Gris. Violín y guitarra, 1913. Museo Reina Sofía
Juan Gris. Violín y guitarra, 1913. Museo Reina Sofía

Otro de sus bodegones de 1913 es muy nocturno, por la combinación de rosa y azul profundo. Muestra instrumentos musicales en diagonal y efectos de textura, al pegar papel pintado con efecto de madera. La sombra la diseña casi como un recortable y prima la complejidad rítmica, sonora y de sensaciones variadas.

Su Fumador (1913) lleva puro y sombrero de copa. Se recortan los planos de cara y abanico, y El desayuno (1914) es un nuevo bodegón, con un recorte del periódico Journal donde pone Gris: aprovecha el pintor ese fragmento para autoidentificarse o mostrar elementos de comunicación simbólica. Sobre un fondo azulado superpone retazos de realidad construida y sobre una mesa de madera dispone también una copa de ese material. El claroscuro cubista es refinado y complejo en su resolución.

Juan Gris. El desayuno, 1914. MoMA, Nueva York
Juan Gris. El desayuno, 1914. MoMA, Nueva York

En Botella de ron y periódico presenta dos motivos frecuentemente cubistas. Interesaban a estos pintores las botellas de licores, de cristal esmerilado y formas geométricas, por sus tonos siena-amarronados; también las copas de formas espectrales. Se aprecian las marcas de los licores de ron.

Y en Anís del mono (1914) pintó la característica botella de cristal esmerilado con el mono en la etiqueta. Goméz de la Serna llamó “botellismo” a una de las variantes del cubismo y dijo que este movimiento llevó la pintura al “manicomio de lo vítreo”; se trata de una desorganización de elementos organizados.

Juan Gris. La botella de Anís del Mono (fragmento), 1914. Museo Reina Sofía
Juan Gris. La botella de Anís del Mono (fragmento), 1914. Museo Reina Sofía

En Mesa del músico (1914) presenta mantel, periódico y la forma espectral de un violín como si fueran elementos translúcidos; las partituras también fueron objeto fetiche de los cubistas. El mismo año llevó a cabo diversas variaciones sobre lámparas, mostrándolas como una bujía diagonalizada.

Y en Hombre en un café (1914) vemos un titular de Le Matin, un bol de cerveza y una sombra de figura superpuesta sobre la mesa. Las sombras dan un toque penetrante a las imágenes.

Botella de agua y bandeja de fruta (1915), al modo picassiano, ofrece cierto puntillismo en el granulado y su Ventana abierta a la Place Ravignan incorpora aparadores típicos con objetos diversos que quedan frente a una ventana abierta por donde se observa un paisaje urbano desorganizado y reorganizado.

Mencionaremos también su visión de Josephine, su mujer, donde interpretó el género del retrato desde formas, colores y líneas que funcionan de manera autónoma. El gris es el tono dominante, solo quebrado en su dominio por el cabello rojizo. Y su Arlequín (1918), tema que tomó de Picasso, con el sentido poético que desprende la figura del cómico ambulante y su traje de rombos. Se atisba ya aquí un inicio de retorno al orden que pronto dominaría el panorama artístico.

Juan Gris. Arlequín, 1918. Museo Reina Sofía
Juan Gris. Arlequín, 1918. Museo Reina Sofía

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