Cézanne dentro y fuera

El Museo Thyssen-Bornemisza abre la primera retrospectiva española del pintor en treinta años

Cézanne. Site/Non-Site

MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA

Pº del Prado, 8

Madrid

Madrid,

Treinta años después de la antología que el MEAC dedicó a Cézanne, el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid presenta “Cézanne. Site/Non-Site”, retrospectiva comisariada por Guillermo Solana que incluye 58 pinturas del padre del arte moderno, entre óleos y acuarelas, muchas inéditas en España, así como nueve pinturas de Pissarro, Gauguin, Bernard, Derain, Braque, Dufy y Lhote.

Compañero y amigo de Zola, artista de poderosa vocación, maestro y amigo de Picasso y miembro de las tertulias impresionistas del café Guerbois, Cézanne fue en vida un creador incomprendido: siempre rechazado en el Salón Oficial, tras participar en dos exposiciones con el grupo de Manet en 1874 y 1877 fue el pintor vinculado al Impresionismo más denostado, se le achacaban torpeza y excentricidad y se llegó a calificar su obra como brutal, tosca, infantil y primitiva. Mientras Monet y Renoir conocían el éxito, Cézanne continuó en el olvido de público y crítica hasta 1895, año en que su primera individual en la galería de Ambroise Vollard le valió la admiración de sus compañeros y el comienzo de su influencia en artistas más jóvenes. Sólo pudo conocer ese reconocimiento durante una década.

La mitad de su producción la componen paisajes que, como sus compañeros impresionistas, elaboró al aire libre, pero Cézanne otorgó también singular importancia al género de la naturaleza muerta. Si los primeros supusieron para él su encuentro artístico con la naturaleza, las segundas le sirvieron como laboratorio de composición.

 

Paul Cézanne. Retrato de un campesino, 1905-1906. Museo Thyssen-Bornemisza
Paul Cézanne. Retrato de un campesino, 1905-1906. Museo Thyssen-Bornemisza

La primera obra del pintor de Aix-en-Provence que podremos ver en el Thyssen será paradójicamente uno de sus últimos lienzos: Retrato de un campesino, especialmente enigmático por su rostro indefinido. Podría tratarse de un autorretrato, ya que el artista posaba a veces ante el espejo cuando le faltaba uno de sus modelos. En cualquier caso, el campesino aparece sentado en la terraza del último estudio del pintor, entre el interior y el aire libre, pero esa distinción se supera en la obra, donde se desdibujan los límites entre fondo y figura, entre hombre y naturaleza, y la chaqueta del modelo se confunde con la vegetación.

La segunda sección de la exposición se centra en los caminos y sus curvas, en los motivos que sirvieron al genio de inspiración en sus largos paseos rurales. Habitual procedimiento artístico para atraer la mirada del espectador hacia el interior del cuadro, la curva no es en Cézanne un camino de entrada al espacio pictórico sino una pared que bloquea las andanzas del paseante y la mirada del público.

 

Paul Cézanne. El camino del bosque, 1870-1871. Städel Museum, Franfurt am Main
Paul Cézanne. El camino del bosque, 1870-1871. Städel Museum, Franfurt am Main

 

Tras los caminos llegan los desnudos y los paisajes con árboles; hay que subrayar que los bañistas son las únicas obras del artista no realizadas del natural, por ello, al presentarse en el contexto de paisajes arbolados, han podido interpretarse como ensoñaciones. Esos árboles poseen en Cézanne valor antropomórfico y se enlazan íntimamente con figuras que a veces se abrazan a ellos como fragmentos de un mismo todo en alusión a las metamorfosis vegetales habituales en la mitología clásica.

 

Paul Cézanne. Bañistas, hacia 1880. Detroit Institute of Arts
Paul Cézanne. Bañistas, hacia 1880. Detroit Institute of Arts

 

No falta en “Cézanne. Site/Non Site” una sección centrada a la montaña Santa Victoria, cuyos ecos se aprecian en muchos de sus bodegones, con cierto aire geológico, como subrayó Masson, en un nuevo ejemplo de fusión de interior y exterior. Del mismo modo que sus naturalezas muertas evocan paisajes, sus paisajes sin figuras y sin movimiento, sus juegos de construcciones, se transforman en naturalezas muertas.

Estas piezas, de percepción táctil y formas geométricas y regulares, protagonizan el último apartado de la retrospectiva y avanzan el primer desarrollo del Cubismo, representado también en esta muestra por pinturas de Braque, Derain, Dufy y Lhote.

 

 

 

 

 

 

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