Ballester, Zuloaga y Sorolla: un verano de clásicos en la Fundación Bancaja

Se exhiben en Valencia los ''Bosques de luz'' del fotógrafo

Valencia,

Hace cinco años pudimos ver por primera vez los bosques de luz de José Manuel Ballester: fue en la primavera de 2013, en la Tabacalera madrileña y bajo el comisariado de María y Lorena de Corral. Ahora una selección de 21 imágenes de las cincuenta que se exhibieron en aquella ocasión puede contemplarse en Valencia, en la Fundación Bancaja y de nuevo con las Corral como comisarias.

Ballester, fotógrafo que antes fue pintor, reunía en aquel conjunto imágenes, pertenecientes a varias series, en las que venía trabajando desde mediados de la década del 2000. Con la distancia del tiempo, podemos considerarlas claves en su producción posterior: el eje de estas fotografías es el estudio, desde un enfoque personal, de los efectos lumínicos sobre los espacios y la arquitectura. Predominan, como en el resto de su producción, la limpieza en los encuadres, las líneas puras y la casi estricta simetría en las composiciones, pero más allá de esos rasgos depurados que, junto a la ausencia de figuras humanas, son el sello del autor, las obras despliegan cierta variedad temática: encontramos paisajes urbanos, edificios industriales, espacios ocultos que evocan pinturas renacentistas vaciadas (como Lugar para una Anunciación, en alusión a la de Fra Angelico) y también escenarios naturales correspondientes a geografías muy diversas, de China a Brasil, que podríamos calificar como neorrománticos y que entroncan con los que pintó en los ochenta, cuando el artista aún no se había decantado por la fotografía.

De hecho, él define su estilo como neopictorialista, por más que se valga de pantallas. Siempre ha conjugado lo natural y lo artificial: Con el nacimiento de la fotografía digital y sus posibilidades de manipulación, se producía un reencuentro con la forma de entender el proceso creativo muy afín a los procedimientos plásticos hasta ahora conocidos. De hecho, siempre he considerado la arquitectura de Photoshop, su diseño, como un amplio tratado de pintura que recuerda los grandes tratados escritos a lo largo de la historia. Esta gran afinidad es la que ha creado un movimiento muy fuerte que me gusta nombrar como período neopictorialista.

José Manuel Ballester. "Bosques de luz" en el Centro Cultural Bancaja
José Manuel Ballester. “Bosques de luz” en el Centro Cultural Bancaja
Ballester, Zuloaga y Sorolla: un verano de clásicos en la Fundación Bancaja
José Manuel Ballester. “Bosques de luz” en el Centro Cultural Bancaja

Aunque la clave de estas imágenes resida en la luz y en su facultad de transmitir sensación de tiempo, inevitablemente lo primero en llamar la atención del espectador es su vaciedad. A Ballester le interesa capturar momentos en los que la presencia humana desaparece quizá por un instante, espacios solos accidentalmente, pero también los abandonados, en ruinas más o menos poéticas o marginales.

Decía el artista en 2013 que, a poco que nos fijemos, existen miles de ocasiones en que la presencia humana se sale de escena. Esos vacíos están llenos de información y de atractivos que bien pueden, entre otros aspectos, decir y explicar muchas cosas.

Quien nunca sacó lo humano de escena fue Zuloaga, de quien el mismo Centro Cultural Bancaja acoge hasta agosto una retrospectiva, “Carácter y emoción”, que es también su primera monográfica en Valencia. Repasa su carrera a través de sesenta y seis lienzos, muchos inéditos, y ha sido organizada en colaboración con el museo del artista en el pueblo segoviano de Pedraza, aunque cuenta con piezas de casi treinta prestadores.

Nos permite la muestra, comisariada por Sofía Barrón y Carlos Alonso, descubrir la evolución del pintor desde su formación en el París de la vanguardia hasta sus esfuerzos de madurez por reflejar en sus obras la identidad española de su tiempo. En el camino, aprendió de Velázquez, Ribera, Zurbarán, Goya o su admirado El Greco.

Buena parte de las pinturas expuestas corresponden a retratos (de anónimos, de aristócratas o burgueses, amigos, familiares o intelectuales) y a paisajes castellanos.

Y la tercera exposición que nos espera este verano en Bancaja tiene como protagonista inevitable a Sorolla. Esta vez se repasa su pintura de temática religiosa –una faceta temprana en su trayectoria y ajena a su posterior luminismo– coincidiendo con la reciente restauración de Yo soy el pan de la vida, obra que le encargó un político chileno y que actualmente pertenece a la familia Lladró. Junto a ella se exhiben ¡Triste herencia! y Monja en oración, de los fondos de Bancaja; Santa Clotilde, del Prado; Mesa petitoria, del Museo de Bellas Artes de Bilbao; La Virgen María, del Museo de Bellas Artes valenciano, y un boceto procedente del Museo Sorolla y otro de una colección particular.

 

José Manuel Ballester. “Bosques de luz”

Del 26 de junio al 23 de septiembre de 2018

Ignacio Zuloaga. “Carácter y emoción”

Del 13 de abril al 26 de agosto de 2018

“Sorolla y la espiritualidad”

Del 4 de mayo al 2 de septiembre de 2018

CENTRO CULTURAL BANCAJA

Plaza de Tetuán, 23

Valencia

 

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