Albert Oehlen y la buena contaminación

El Palazzo Grassi repasa su carrera a través de ochenta obras

Venecia,
Albert Oehlen. Sin título, 2016. Colección Pinault
Albert Oehlen. Sin título, 2016. Colección Pinault

No es un artista apto para lecturas fáciles, porque no podemos circunscribir su obra a movimientos concretos, dado que su práctica se basa en la experimentación con los límites formales de la pintura y porque también ha renunciado a ofrecer demasiadas explicaciones sobre ella: no le interesa tanto suscitar reflexiones como sensaciones y pide al espectador, por tanto, que se acerque a sus trabajos con los sentidos desperezados.

Al alemán Albert Oehlen le dedica el Palazzo Grassi veneciano la séptima monográfica que ofrece desde que en 2012 inició su programación expositiva, tras las centradas en Urs Fischer, Rudolf Stingel, Irving Penn, Raysse, Sigmar Polke y Damien Hirst. Esas muestras individuales se alternan en este espacio con exposiciones temáticas articuladas a partir de la Colección Pinault, y de estos mismos fondos proceden buena parte de las pinturas de Oehlen ahora expuestas, junto a otras llegadas de colecciones privadas y museos internacionales.

Se trata de un conjunto de 85 obras, algunas poco conocidas, que se fechan entre los ochenta y la actualidad y que no se exhiben en orden cronológico sino alternando géneros y épocas con el objetivo de llamar la atención del público sobre un aspecto muy concreto de los procedimientos de trabajo del artista de Krefeld: la importancia de la música.

Oehlen entiende ese arte como metáfora de su manera de pintar: se deja llevar por la contaminación de influencias y por el ritmo, recurre a la improvisación y la repetición y, en ocasiones, busca convertir la densidad y la armonía de los sonidos de una composición musical en gestos pictóricos.

Si hay una ley secreta por la que se rija la producción de Oehlen, esa es la del palimpsesto y la sedimentación

Aunque este repaso a la carrera de Oehlen no sea lineal, poder contemplar unidos trabajos de los últimos treinta años nos permite descubrir a un artista perseverante que deja aparecer y reaparecer temas comunes en su pintura a lo largo de los años, profundizando en ellos, cuestionando su trabajo anterior y abordándolos de manera distinta en cada ocasión.

En el catálogo que acompaña a esta exposición, Jean-Pierre Criqui nos invita a contemplar sus pinturas como territorios, percepción que no es difícil porque son frecuentes los aparentes bordes, desbordamientos y reordenamientos de sus pinceladas. Dice Criqui que, si hay una ley secreta -nunca explicada y constantemente modificada-, por la que se rija la producción de Oehlen, esa es la del palimpsesto, la sedimentación y la foliación.

Cuando hace cinco años, y también en primavera, pudimos ver en La Casa Encendida “Conceptos modernos de color”, nos quedó claro que, aunque por edad y origen pueda pertenecer a la generación formada por Büttner o Kippenberger, Oehlen prefirió tomar desde sus inicios un camino propio: el de cuestionar certezas sobre la pintura, apostar por la heterogenia, por una paleta vibrante y un estilo directo, tanto que en ocasiones ha empleado esta técnica a la vez como sujeto y como medio, aplicándola a soportes habitualmente publicitarios.

Transitando entre la figuración, la abstracción y el collage, y teniendo a los cadáveres exquisitos surrealistas como referencia habitual, acumula capas cromáticas y ha optado por un uso gestual de la pincelada. No solo en cuanto a los cadáveres se reconoce Oehlen en deuda con el surrealismo: Me siento muy en deuda con ellos, de ahí vengo. Cuando pienso en composiciones abstractas, pienso en el surrealismo, sus condiciones. Por ejemplo: ¿cuáles son las reglas? ¿Cómo puedo cambiarlas? ¿Cómo puedo complicarlas?

Algo hay, también, de surrealista, en su elección de dar el mismo título a obras totalmente diferentes, como una pintura elaborada digitalmente en 1997 y un lienzo lleno de imágenes residuales, el colorista Son of Dogshit, de 1999. Y en el propio título de esta exposición veneciana, su mayor individual hasta ahora en Italia: “Cows by the water”, más teniendo en cuenta que sus lienzos quedan al borde del Gran Canal. Así se llama también otra de sus pinturas de 1999 y no conviene olvidar tampoco el periodo vaca de Magritte, en el que sus pinturas se caracterizaron por su temática irónica y desenfadada y su intención provocadora.

Albert Oehlen. Sin título, 2007. Colección Pinault
Albert Oehlen. Sin título, 2007. Colección Pinault

 

“Cows by the water”

PALAZZO GRASSI

San Samuele 3231

Venecia

Del 8 de abril de 2018 al 6 de enero de 2019

 

 

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