Y la pintura volvió a nacer. Fundación MAPFRE presenta en Madrid las mejores obras impresionistas del Museo de Orsay

Se trata de la mayor muestra dedicada al Impresionismo hasta la fecha en España

Pierre Auguste Renoir
El columpio, 1876
Musée d´ Orsay, París

Del 15 de enero al 22 de abril de 2010, en la sede en Recoletos de la Fundación MAPFRE, Madrid

Comisarios: Pablo Jiménez Burillo, Guy Cogeval

Organizan: Fundación MAPFRE. Instituto de Cultura y Musée d´Orsay

Coincidiendo con sus obras de renovación y mejora, el Museo parisino de Orsay muestra en Madrid las mejores pinturas impresionistas de su colección, casi un centenar de obras que se exhibirán después en el Bellas Artes de San Francisco y en el Frist Center for Visual Arts de Nashville y que permitirán al visitante obtener una visión global y renovada del movimiento que cambiaría el devenir de la historia contemporánea del arte.

Sin romper radicalmente con la pintura académica anterior, los fundadores del Impresionismo trataron de transformar el arte de su época para hacerlo más acorde a la realidad histórica, cultural y social en la que vivían, una realidad entonces complicada por la irrupción de la guerra francoprusiana y los sucesos de la Comuna de París. Su visión luminosa y vitalista de motivos cotidianos no fue la única respuesta artística a aquella etapa de la historia, sino que convivió también con la opción simbolista y onírica de Moreau o el ornamental clasicismo de Puvis de Chavannes, también representados en esta exposición, bautizada como “Impresionismo. Un nuevo Renacimiento”.

La muestra comienza y finaliza con Edouard Manet, el gran artista del momento y el referente del resto de los impresionistas, el pintor que dialogo de tú a tú con genios como Velázquez o Goya y que ideó sus obras con la clara voluntad de que éstas pudiesen perdurar y ser contempladas en los grandes museos. En la sede en Recoletos de la Fundación MAPFRE podrán verse varias de sus obras maestras, destacando El Pífano, manifiesto en sí mismo de la revolucionaria modernidad de Manet pero también de su alta valoración de la tradición.

Los primeros indicios de la formación del Impresionismo podrán rastrearse en MAPFRE a partir de trabajos de miembros de la Escuela de Batignoles como Bazille o Fantin-Latour.

Monet se presenta como el miembro quizá más virtuoso del colectivo impresionista de la mano de sus paisajes de regatas en Argenteuil o de su archiconocida gare Saint-Lazare. Sus vibrantes y pequeñas pinceladas y su minuciosa captación de los efectos atmosféricos influirían decisivamente a Renoir, quien sin embargó se decantó por la realización de retratos individuales y de grupo caracterizados por su delicada sensualidad y por el empleo sutil de una paleta de tonalidades que nos recuerdan a la pintura clásica veneciana.

Podrán contemplarse igualmente en Madrid rigurosas composiciones de Alfred Sisley (La neige à Louvenciennes), de Berthe Morisot (La cuna) y de Pissarro y Cézanne, quienes enfatizarían, sobre todo éste último, la vertiente estructural, constructiva y sólida de sus trabajos, en especial de sus bodegones y sus vistas de L´Estaque.

Tratando de renovar el clasicismo más que de revolucionar la concepción tradicional del arte, Degas optó por una estética fragmentada que le permitiera mostrar su visión de instantes concretos representativos de la vida moderna. Lo vemos en una de sus obras clave: La classe de danse, fechada en 1873. Como adelantamos, “Impresionismo. Un nuevo Renacimiento” se cierra con pinturas tardías del inspirador Manet, quien lograría triunfar en el conservador Salón de París con obras de tema político como su Retrato de Georges Clemenceau, pero también en los salones mundanos de la burguesía con sus retratos de Nina Callias o Mallarmé. Su producción inicia y concluye la muestra, poniendo de relieve la extraordinaria labor de Manet como artista que puso al arte al servicio de la modernidad y la modernidad al servicio del arte.

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