Van Doesburg o el optimismo

El Bozar belga dedica una retrospectiva a quien dio nombre a De Stijl

Bruselas,
Theo van Doesburg. Arithmetic Composition, 1929-1930. Kunstmuseum Winterthur, Long term loan from a private collection. 2001 © Schweizerisches Institut für Kunstwissenschaft, Zürich, Lutz Hartmann
Theo van Doesburg. Arithmetic Composition, 1929-1930. Kunstmuseum Winterthur © Schweizerisches Institut für Kunstwissenschaft, Zürich, Lutz Hartmann

Bajo el comisariado de Gladys Fabre y hasta el próximo 26 de mayo, el centro Bozar de Bruselas dedica una antología a Theo van Doesburg, gran figura, junto a Mondrian, del movimiento De Stijl y quien dio nombre a esta corriente al fundar en 1917 el periódico del mismo nombre.

Para ambos, la eliminación de lo real y lo visible no fue solamente una exigencia estética, sino también un principio filosófico, por lo que De Stijl se dispuso a crear un arte puro formado por elementos puros, cuyo orden creado por el hombre se contraponía a la proliferación desbocada de la naturaleza y las líneas retorcidas, interrumpidas o curvas de sus formas.

Es fácil de entender que este movimiento surgiera en Holanda, el país del calvinismo y los iconoclastas, la burguesía y sus valores, y también de Pieter de Hooch, Vermeer y los pintores arquitectónicos Pieter Saenredam y Emanuel de Witte.

Muchos de los miembros de De Stijl (a Mondrian y Van Doesburg se unirían Huszár, Vantongerloo, César Domela, Vordemberge-Gildewart o los arquitectos Oud o Rietveld) compartieron educación calvinista y, en su personalidad, no se ajustaban a la noción de artista revolucionario: eran disciplinados y tendían al ascetismo, tanto en la vida como en la creación.

Desconocían la vanidad personal e incluso perseguían el anonimato. Su actitud fue socialista hasta el punto de imaginar un arte colectivo para todos, capaz de defender la armonía universal ante el individualismo, pero los artistas holandeses no se vieron comprometidos en la lucha de clases.

Theo van Doesburg. Perspective with final colour design, Shopping arcade with bar-restaurant, Laan van Meerdervoort, The Hague, 1924. Collection Het Nieuwe Instituut/ Collection Van Eesteren-Fluck & Van Lohuizen Foundation, Amsterdam
Theo van Doesburg. Perspective with final colour design, Shopping arcade with bar-restaurant, Laan van Meerdervoort, The Hague, 1924. Collection Het Nieuwe Instituut/ Collection Van Eesteren-Fluck & Van Lohuizen Foundation, Amsterdam

Van Doesburg afirmó que el arte, tal como lo entendía, no es proletario ni burgués y tampoco se encuentra determinado por las condiciones sociales, pero sí desarrolla poderes que a su vez determinan la cultura en su conjunto.

Él, y el resto de De Stijl, vieron su filosofía confirmada por la perfección de la máquina, por la tendencia creciente del hombre moderno a agruparse y por el anonimato del proceso laboral e industrial moderno. A sus ojos, la pintura imitativa y naturalista había quedado obsoleta tras la aparición de la fotografía. Las composiciones rectilíneas y proporcionadas de De Stijl crearon una arquitectura revolucionaria, pues las relaciones puras descubiertas por los pintores se tradujeron en tres dimensiones y se aplicaron a la arquitectura.

De hecho, Van Doesburg terminó abandonando la pintura por la arquitectura, el mobiliario y el diseño de interiores, y su cambio fue sintomático. En 1920 visitó en Weimar la Escuela Bauhaus y provocó en ella una reorientación fundamental, influyendo en el abandono de Gropius del patetismo especulativo de sus primeros años a favor de una nueva sobriedad, u objetividad, menos ambiciosa que la de De Stijl pero efectiva desde el punto de vista práctico.

A su muerte en 1931, De Stijl perdió ímpetu, ya que su creencia positivista en el poder del pensamiento racional para configurar el futuro se vio debilitada por los descubrimientos extraordinarios de la ciencia, sobre todo en el campo de la física. La persecución del movimiento a cargo del fascismo dio a este el golpe de gracia.

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