Paisaje de fondo: la naturaleza va por dentro

Elena del Diego y Radigales presentan proyectos en Huesca

Huesca,

Las ayudas a las artes visuales que desde hace diecisiete años concede la Diputación de Huesca han permitido, en este tiempo, a cerca de cuarenta artistas llevar a cabo y exponer sus trabajos contando con el apoyo y el asesoramiento de esta institución y de cerca de sesenta profesionales vinculados a las artes visuales, entre creadores, comisarios, críticos, galeristas y gestores culturales.

Hace justo dos años la Ayuda de la Diputación al comisariado recayó en la historiadora del arte especializada en educación de museos Elena del Diego, y el año pasado la Ayuda Ramón Acín, en su última edición fallada hasta ahora, la obtuvo el artista zaragozano Enrique Radigales. Desde este viernes, y hasta el 3 de noviembre, ambos presentan en Huesca, en diálogo, los respectivos proyectos con los que resultaron ganadores: Paisaje de fondo y Ruderales.

A Del Diego algunos la conoceréis por su nombre profesional de Desiderata: se ocupa de la gestión integral de proyectos de comisariado y acciones didácticas en museos y salas de exposiciones; ha colaborado, entre otros espacios, con el CDAN, los Museos municipales de Zaragoza, la propia Diputación Provincial de Huesca, el IAACC Museo Pablo Serrano o el Centro de Historias de la capital aragonesa.

“Paisaje de fondo”, la propuesta que ahora exhibe en Huesca, funde su experiencia como historiadora del arte y como educadora para proponernos una revisión de nuestros modos de acercarnos a paisajes y entornos atendiendo al modo en que el arte ha condicionado esas maneras de mirar, hoy y en el pasado.

Son dos las tesis fundamentales de las que parte la exposición: la de que dicho paisaje solo puede entenderse como construcción mental, como fruto de una mirada consciente hacia lo que nos rodea (no es naturaleza ni territorio, sino idea, sensación o percepción, tanto si hablamos del medio urbano como del rural) y la de que esa mirada nuestra hacia al paisaje no es nunca inocente, sino que viene determinada, entre otros factores, por la labor previa desarrollada en su representación por los artistas. De hecho, la exhibición nos recuerda que el concepto de paisaje nació en la esfera artística para pasar después a definir en nuestro vocabulario espacios físicos reales.

Elena del Diego ha seleccionado para esta exposición obras de once artistas contemporáneos; uno de ellos es el propio Radigales (su “Ruderales” se integra en “Paisaje de fondo”) y le acompañan Elina Brotherus, Françoise Vanneraud, Julio Sarramián, Mercedes Pimiento, Juan Millás, Antonio R. Montesinos, Irene Grau, Jesús Labandeira, el crítico Pablo Llorca, recuperando a Ricardo Compairé y Eduardo Marco Miranda.

En sus proyectos, el paisaje está presente en mayor o menor grado y a partir de ellos se nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el mismo: con los que creemos contemplar, conforme a ese enfoque subjetivo y mediatizado del que hablábamos, y con los que añoramos, los que fotografiamos, los que ya hemos olvidado, los que caminamos o los que desearíamos ver.

El recorrido por “Paisaje de fondo” se ha concebido así como un pequeño viaje, más hacia adentro que hacia fuera: se nos invita a ser conscientes de los condicionantes que marcan nuestra percepción y también a mirar, si lo deseamos, de otra manera.

Elina Brotherus. Der Wandered, 2004
Elina Brotherus. Der Wandered, 2004

Comenzará con una imagen de Elina Brotherus, que estos días abre temporada en la Galería Cámara Oscura de Madrid y que ha reinterpretado en sus fotografías varios presupuestos de la pintura romántica, aproximándola a nuestra época y a nuestras vivencias personales de amparo, recogimiento o angustia al acercarnos a la naturaleza. Su mirada en ese sentido es deudora de la historia del arte como, quiere subrayar Del Diego, lo es la nuestra.

De Vanneraud veremos su reciente instalación La coulée verte, en la que, como es habitual en su producción, ha combinado materiales muy distintos manteniendo, sin embargo, con ellos la estructura clásica de la representación de un paisaje: con un fondo y una línea del horizonte que, en este caso, nos interpelan al desbordar la pared.

Françoise Vanneraud. La coulée verte, 2019
Françoise Vanneraud. La coulée verte, 2019

Julio Sarramián apunta a que la pintura fue, durante la mayor parte de la historia, la única disciplina artística destinada a la representación de los paisajes y a cómo hoy estos se han convertido en eje de estudio de autores que trabajan en todas las técnicas. Su Naturaleza hiper-transfronteriza (2013-2015) es un estudio pictórico de la naturaleza, no realista, dada la geometrización acusada de las formas y la artificialidad de los colores, pero también introduce una nueva perspectiva sobre nuestra forma de contemplarla, tecnología mediante: trabaja a través de imágenes recogidas en Google Earth. Incluso facilita en sus piezas coordenadas de geolocalización.

Julio Sarramián. Naturaleza hipertransfronteriza, 2015
Julio Sarramián. Naturaleza hipertransfronteriza, 2015

La obra de Mercedes Pimiento, que como Sarramián pasó por Fichados, se refiere a nuestra posible visión dinámica y no estática del paisaje: Los paisajes invisibles (2017) parte de sus frecuentes viajes en tren entre Barcelona y Sevilla. En un archivo de vídeo, ha catalogado escenarios registrados por la ventanilla en las cinco horas y media que dura su trayecto, haciendo hincapié en que, a menudo, solo nos fijamos en los enclaves que estamos dispuestos a ver, quedando el resto sumidos en la neblina de lo invisible.

Juan Millás, por su parte, ha llevado a Huesca A Grove of Trees from a Point of View, proyecto en el que asocia el paisaje a la alucinación. Se trata de una instalación de vídeo y fotografía en la que investiga la relación entre los menhires, como primeros elementos físicos que hacen nacer el paisaje, y el paseo y la citada fotografía, como herramientas básicas para su contemplación y registro. Nos acerca así a la visión utópica que pudieron tener quienes por primera vez contemplaron “un paisaje” en la naturaleza.

Juan Millás. A Grove of Trees from a point of View, 2017
Juan Millás. A Grove of Trees from a point of View, 2017

Otro fichado, Antonio R. Montesinos, nos enseña en la Diputación oscense la instalación Inopias (2012-2019), en la que ha abordado la noción de paisaje desde la ficción y la imaginación, recreando espacios, en este caso urbanos, a partir de la construcción de maquetas desarrolladas en lugares diversos que después fotografía. Su objetivo, en este trabajo y en el conjunto de su producción, es el de poner de relieve las posibilidades individuales y colectivas de transformar las ciudades desde el juego y la imaginación. Quizá sea el participante de la muestra que más enfoque el paisaje desde sus opciones futuras.

Antonio R. Montesinos. Inopias, 2012-2019
Antonio R. Montesinos. Inopias, 2012-2019

La valenciana Irene Grau, por su parte, trabaja habitualmente llevando su estudio a la naturaleza. En 2014 y 2015, llevó a cabo una serie de intervenciones efímeras enfrentando las tonalidades de varios paisajes españoles y franceses con las de pinturas monócromas. Su objetivo fue encontrar ocho paisajes con dominantes cromáticas opuestas a los ocho paneles de color que traía conmigo en el coche, lo que finalmente generaría cuatro parejas de opuestos: blanco-negro, azul-naranja, rojo-verde y amarillo-violeta. En la naturaleza es donde sucede la acción, después ella encuadra su mirada mediante la cámara fotográfica.

Irene Grau. Color Field, 2014-2015
Irene Grau. Color Field, 2014-2015

El madrileño Jesús Labandeira siempre ha trabajado aplicando la subjetividad a la naturaleza y de él contemplaremos la serie Cuando aún nevaba (2015), sobre las huellas del paso del tiempo en los paisajes y su vinculación a nuestras etapas vitales pasadas: enlaza por completo el artista naturaleza y recuerdo.

Jesús Labandería. Cuando aún nevaba, 2015
Jesús Labandeira. Cuando aún nevaba, 2015

De Radigales veremos El silo, la maleza y l’ordinateur (2019), trabajo del que nos extenderemos hablando de “Ruderales”. Como el artista explica, la palabra ruderal proviene del latín rudus, ruderis, que significa suciedad, y con ella se designa a las plantas que suelen aparecer en terrenos incultos o en hábitats muy alterados por la acción del ser humano, como las orillas de los caminos, los espacios suburbanos, los vertederos, las escombreras o los campos de cultivo.

Buscando conceder un territorio propio a esas especies que han quedado fuera de los sistemas de producción, ha diseñado Radigales una estructura de aluminio en la que cobijar semillas yermas y malas hierbas.

Además, el comisario y crítico Pablo Llorca presenta en Huesca un estudio sobre las miradas al paisaje pirenaico del fallecido Ricardo Compairé, que desarrolló la mayor parte de su carrera en la primera mitad del siglo pasado. Paisajes descriptivos de Ricardo Compairé (2014) nos recuerda que el interés artístico europeo por las montañas, inédito antes de la Ilustración y el romanticismo, se manifestó en la frontera hispano-francesa en el llamado pirineísmo, canalizado en Huesca a través de clubes de excursionistas que ayudaron, cámara en mano, a cartografiar y divulgar el territorio.

Pablo Llorca y Ricardo Compairé. Paisajes descriptivos de Ricardo Compairé, 2014
Pablo Llorca y Ricardo Compairé. Paisajes descriptivos de Ricardo Compairé, 2014

Ese proyecto enlaza con el que ha llevado a “Paisaje de fondo” Eduardo Marco Miranda, creador oscense que se plantea, recordando la actividad de los pirineístas, qué hay más allá de la experiencia de caminar por las montañas, relacionando lo que suponía en el cambio de siglo y lo que supone hoy. Sus imágenes replican desde la actualidad los escenarios trazados por sus antecesores en las cumbres.

Eduardo Marco Miranda. Crónica d eun trayecto, 2017
Eduardo Marco Miranda. Crónica de un trayecto, 2017
Enrique Radigales. El silo, la maleza y l'ordinateur, 2019
Enrique Radigales. El silo, la maleza y l’ordinateur, 2019

Volviendo a “Ruderales”, la propuesta que presenta en Huesca Radigales tras obtener en 2018 su Ayuda Ramón Acín, tenemos que decir que nace de territorios cercanos al artista: En la comarca de la Litera […] se encuentra un pequeño terreno de secano de aproximadamente dos hectáreas al que todos los de allí conocen como “Pericastó”. Este terreno pertenece a mi familia desde hace varias generaciones.

Veremos los frutos de un proyecto de investigación en el que ha abordado, desde 2012, la colonización progresiva del que fue un terreno de cultivo por una comunidad vegetal ruderal, es decir, por esas plantas que aparecen allí donde no se cultiva o en terrenos muy marcados por la acción humana. Habitualmente las llamamos malas hierbas y los problemas con las plantas ruderales vienen cuando estas prosperan en otros campos y compiten con las cultivadas, las seleccionadas con criterios humanos y utilitarios.

Planteando lo que separa unas de otras y, por analogía, los límites entre naturaleza y cultura o entre lo analógico y lo tecnológico, el artista ha desarrollado la ya mencionada instalación El silo, la maleza y l’ordinateur, que se presenta como parte de “Paisaje de fondo” y que supone una continuación de anteriores proyectos de Radigales como El barro y la paja (2013) o Ni hueso ni pepita (2014- 2018). La maleza forma una cortina, aquí ordenada por los poderes casi divinos de l´ordinateur, como las semillas que no darán fruto y encontramos incrustadas en las macetas entrelazadas con el aluminio.

Enrique Radigales. El silo, la maleza y l'ordinateur, 2019
Enrique Radigales. El silo, la maleza y l’ordinateur, 2019

 

 

“Paisaje de fondo. Beca de comisariado 2017”

“Ruderales”

SALA DE EXPOSICIONES DE LA DIPUTACIÓN DE HUESCA

c/ Porches de Galicia, 4

Huesca

Del 13 de septiembre al 3 de noviembre de 2019

 

 

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