Miguel Blay, un artista total

El Museo del Prado muestra todas las obras que posee del escultor

Madrid,

Sus pinturas se llevan casi todas las miradas, pero no debemos olvidar que el Museo del Prado posee una rica colección de escultura, dibujo y artes decorativas expuesta en sus salas en diálogo con sus fondos pictóricos, diálogo que se hace especialmente fructífero, como ha recordado Miguel Falomir, en las salas del s XIX.

Miguel Blay. Niña desnuda (versión de Los primeros fríos), 1892Desde el próximo 19 de abril y hasta el 2 de octubre, el centro exhibe todas las obras que conserva de Miguel Blay, uno de los escultores españoles más representativos de finales del s XIX y del primer tercio del XX, que nació en Olot y murió en Madrid pero desarrolló buena parte de su carrera en París y también trabajó en Hispanoamérica. Sus obras son reflejo de las tendencias propias de la escultura de su tiempo: Realismo, Modernismo y Simbolismo y este año se cumplen 150 de su nacimiento ( y ochenta de su muerte).

La muestra lleva por título “Solidez y belleza”, en alusión a las palabras con las que el propio Blay definió cómo debía ser una gran obra, “el ideal que encierra el programa que ha de cumplir un escultor”, como dijo en su discurso de entrada en la Real Academia de San Fernando en 1910.

Formado en París y Roma (en esta ciudad sería, de 1925 a 1932, Director de la Academia de España), Blay obtuvo medallas y reconocimientos en la Exposición Nacional de Bellas Artes de nuestro país en 1892 y 1908 y en la Exposición Universal de París de 1900, además del Gran premio en la Exposición Internacional de Arte de Buenos Aires en 1910.

En su producción, caracterizada fundamentalmente por su sobriedad y su elegancia, encontramos retratos realizados por encargos oficiales o privados de miembros de la nobleza y de la burguesía, otros de su entorno, y proyectos públicos monumentales que desarrolló sobre todo en Argentina (en la exposición podemos ver un dibujo del monumento a Núñez de Balboa que realizó junto a su amigo Mariano Benlliure en Panamá).

Sus esculturas las trabajaba primero vestidas y después desnudas hasta que sus compañeros lo animaron a dejarlas así, y cuidaba al máximo la expresividad de sus rostros. Hacia 1896, siguiendo las tendencias simbolistas del momento, moldeó en escayola el delicado grupo escultórico Al ideal, primero llamado Almas blancas por representar a un espíritu acompañando y protegiendo a un alma bienhechora. Fue precisamente esta pieza la que le valió la Medalla de honor en la Exposición Universal de París, y podemos verla en la Sala 60 del Prado junto a dibujos excepcionales realizados en Olot, Roma y París que remiten a obras de Alsina o Ramón Casas (Blay dibujaba excepcionalmente bien) y a otras esculturas como Niña desnuda, fragmento de la Miguel Blay. Eclosión, 1905obra Los primeros fríos, que podemos adscribir al realismo social y resulta muy expresiva en su rostro y extremadamente detallada en su espalda, o Miguelito, retrato escultórico del quinto hijo del artista, nacido en Madrid, que falleció siendo niño, de ahí que en su base aparezca un joven tronco de árbol roto.

También se muestran en esta sala seis medallas y una plaqueta en las que Blay dio pruebas de su dominio del relieve, así como una agenda suya de 1902 en la que documentaba tanto su trabajo diario como sus gastos personales con todo detalle. Se encuentra abierta en los días 7 y 8 de septiembre, cuando fue presentado a los reyes en Bilbao coincidiendo con la colocación de la última piedra del puerto de la ciudad.

Pero la que es, quizá, su obra más espectacular en el Prado la encontramos en la Sala 47, dispuesta de modo que podamos rodearla con facilidad: se trata de Eclosión, otro grupo escultórico en el que representó el abrazo íntimo de dos amantes jóvenes, él embelesado con la belleza de ella. Puede considerarse el resumen de las enseñanzas aprendidas en su etapa en París y presenta la escena de modo más sobrio y contenido que obras de Rodin con la misma temática, claramente más sensuales. Esta obra le dio la Medalla de Honor en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1908 y fue una de las más admiradas en la Exposición Internacional de Bellas Artes en Buenos Aires dos años después.

Todas las obras que forman parte de “Solidez y belleza” han sido restauradas coincidiendo con la preparación de la exposición.

Miguel Blay. Al ideal, 1896
Miguel Blay. Al ideal, 1896

 

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