Tras concluir una primera formación artística en su ciudad natal, en 1888 marcha a París donde conoce a H. Chapu. Permanece en la capital francesa hasta 1906, visitando Roma entre 1890 y 1894. A su época parisina corresponde la escultura De mi pueblo (MNAC, Barcelona), ejemplo de formación clásica y en la que se aprecian influencias de Rodin y de , así como la renuncia a lo superficial en busca de un alma interior. Con Los primeros fríos (MNAC, Barcelona), consigue reconocimiento nacional al recibir la primera medalla de la Exposición Nacional de 1892; en ella las figuras son interpretadas con un gran realismo expresando todas ellas cierta emotividad íntima. Su obra posterior, adscrita al modernismo, goza de componentes alegóricos y decorativistas y es su Desencanto (1900, Museo Comarcal de Garrotxa, Olot) ejemplo claro de ello al apreciarse en sus formas difuminadas, cierto tono melancólico. En 1906 se instala en Madrid, caracterizándose su obra posterior por un academicismo de numerosas referencias realistas. En 1909 es nombrado Académico de la Real Academia de Bellas Artes de Madrid, recibiendo encargos públicos entre los que destaca el Monumento a Víctor Chávarri (1903) Portugalete, o el de Mariano Rubio (1910) Buenos Aires, obras en las que se observa un perfecto equilibrio entre la delicadeza de las figuras femeninas y la fuerza de las masculinas. Entre 1925 y 1930 dirige la Academia de España en Roma.