Madrid según Primož Bizjak

El fotógrafo esloveno muestra sus imágenes dedicadas a la capital en Tasman Projects

Madrid,
Primož Bizjak. Estación del Norte n°2, Madrid, 2007
Primož Bizjak. Estación del Norte n°2, Madrid, 2007

Tasman Projects es un nuevo espacio, situado en el número 84 de la madrileña calle Ferraz, que ha sido promovido por coleccionistas privados y que presentará muestras dedicadas a artistas de mediana carrera residentes en España o relacionados con nuestro país. Su primera muestra, abierta hasta el 20 de marzo, está dedicada al fotógrafo esloveno Primož Bizjak y en su organización han colaborado COLECCIONA y la Galería Gregor Podnar de Berlín.

La muestra lleva por título “MADRID. Mudanzas y reflejos” y consta de imágenes de la capital que documentan su evolución urbanística a pequeña y gran escala en los últimos quince años, pero que, además de ofrecer una mirada testimonial sobre la transformación de la ciudad – prestando atención a los inquietantes esqueletos visibles de edificios en rehabilitación – aportan también un enfoque creativo y sensible sobre la arquitectura madrileña que trasciende el del mero documento gráfico.

Establece un equilibrio meritorio entre la captación de la realidad objetiva, centro y tema de su trabajo, y la plasmación de su visión subjetiva de la misma, y se fija sobre todo en la belleza subyacente en lo destruido, lo abandonado o en la arquitectura en construcción.

Primož Bizjak. Campamento n°4, Madrid 2015
Primož Bizjak. Campamento n°4, Madrid 2015

A Bizjak le gusta trabajar de noche, recurriendo a largas exposiciones nocturnas en sus películas de color. Los resultados a menudo no son previsibles y puede ocurrir que, en una noche completa de exposición, solo obtenga una imagen, o ni siquiera eso si algún accidente en el proceso de ejecución la invalida. El esloveno cuida muy a fondo el empleo de la luz, que baña las imágenes hasta el punto de hacernos pensar que se trata de fotografías diurnas. De hecho elige de día aquellas localizaciones que fotografía de noche partiendo de sus recuerdos y sus construcciones mentales de las mismas.

Ese procedimiento de trabajo le permite a Bizjak establecer una peculiar relación, no solo con la luz, también con el tiempo que la transforma. En palabras de Aurora García, la larga exposición lleva consigo una dinámica temporal que no se cierra en un instante, que no pretende capturar sólo un instante, un momento, sino una sucesión más o menos amplia de ellos, y la imagen que resulta contiene todos esos momentos, los resume dando lugar a luces nocturnas sorprendentes.

Muy interesado por la obra de Atget o Bernd y Hilla Becher, Bizjak reconoce que sus imágenes pueden evocar melancolía si el motivo de las mismas se la suscita a él o si las luces polícromas del trabajo nocturno generan determinadas sombras y reflejos o invitan a contemplar algunas imágenes como pinturas, aunque evitando siempre el lirismo vinculado a la práctica pictoricista.

Muy a menudo la luz y la noche, en la producción del esloveno, en lugar de transformar la realidad desvelan matices que el día no puede ofrecer y de los que el ojo y la técnica de Bizjak son intermediarios.

 

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