Itten o la representación del pensamiento

Kunstmuseum Bern estudia su producción hasta 1938

Berna,

Decía que orar no era un acto contrario a pensar, sino que el rezo es un pensamiento dedicado a Dios y del mismo modo opinaba que pintar significaba prestar atención a las propias ideas para representarlas. Ese fue siempre el objetivo central de Johannes Itten, uno de los grandes de la Bauhaus al que, desde el pasado 30 de agosto, dedica una muestra Kunstmuseum Bern: “Art as life. Bauhaus Utopias and documents os reality”.

El centro de la exposición, una de las que este año aún conmemoran el centenario de la escuela, son sus diarios (así llamaba a sus cuadernos de bocetos), muy recientemente estudiados y nunca hasta ahora expuestos con detalle al público: además de contener las reflexiones teóricas sobre el color de este pintor, diseñador, profesor y escritor suizo, también revelan su interés por el esoterismo y por los avances científicos de su tiempo y aportan valiosa información sobre su vida cotidiana, su compromiso con el veganismo y su amor por la gimnasia rítmica; no hay que olvidar que Itten fue pionero en el desarrollo de formas de vida completamente alternativas en su tiempo y seguidor de la secta americana Mazdaznan, vinculada al zoroastrismo.

También recorre Kunstmuseum Bern su vida y trayectoria creativa desde 1913, cuando comenzó a estudiar arte en la Universidad de Stuttgart tras formarse en matemáticas en la propia Berna, hasta 1938, quince años después de que finalizara su etapa como maestro en los talleres de metal, pintura mural y cristal de la Bauhaus.

Decimos vida y trayectoria porque el de Itten es uno de los casos en que ambas son inseparables: tanto sus experiencias personales como sus consideraciones filosóficas se reflejan en su trabajo, ya desde aquellos mismos diarios en los que analizaba la historia y el arte y tomaba notas sobre sus inspiraciones raudas o destinadas a sus clases.

Contemplar juntos esos esbozos y sus pinturas nos permitirá comprobar hasta qué punto se comprometió el artista con la unión de creación y vida diaria y con la exploración de las posibilidades del dibujo.

La infancia y primera juventud de Itten se vieron oscurecidas por la muerte: la de su padre y la de su hermano; también por su tortuosa relación con un padrastro al que consideraba “despiadado”. Sabemos que mantuvo, eso sí, una muy temprana y estrecha relación con la naturaleza, pero también que en el colegio le consideraron soso y gris.

Se vio pronto obligado a ganarse la vida y optó por la docencia, siguiendo los pasos de su padre: fue durante un tiempo maestro de una escuela primaria. Su experiencia familiar e inseguridades le condujeron desde muy joven a la búsqueda de una espiritualidad propia, en principio conectada con la naturaleza, y de hecho los paisajes son frecuentes entre su producción temprana, al igual que los retratos de modelos de su entorno cercano.

Su primera muestra (no individual) llegó en diciembre de 1911 y tuvo lugar justamente en Kunstmuseum Bern: en su colectiva navideña expuso Principios de la primavera en el Ródano.

Corría 1913 cuando decidió establecerse en Stuttgart para convertirse en pintor. Allí conoció las teorías de Adolf Hölzel y comenzó a trabajar bajo la influencia de Cézanne y del cubismo; también a registrar sistemáticamente sus reflexiones en sus diarios. Pronto se decidió a estudiar las culturas no europeas (analizó a fondo la escultura egipcia), pero el estallido de la I Guerra Mundial en julio del año siguiente le llevó a regresar a su país. Volvería a Stuttgart, sin embargo, pronto, en noviembre, decidido a convertirse en alumno del citado Hölzel.

De su mano experimentó con las conexiones entre formas abstractas y figurativas, se zambulló en los textos de Kandinsky y, ya desde 1915, se adentró a fondo en la geometría. Lo vemos en Horizontal-Vertical (1915), Depth Studies, del mismo año, y The Encounter (1916), trabajos en los que combinó estructuras rectangulares y circulares o espirales con diversas configuraciones cromáticas. Parecía comprobar las opciones de ensamblar la totalidad de los colores.

Cuando alcanzó los 27, Itten se trasladó a Viena y en la capital austriaca convirtió su apartamento en una escuela de arte donde enseñaría a un número creciente de estudiantes. Conoció a Carl Moll, Josef Hoffmann, Adolf Loos, Franz Werfel, Arnold Schönberg, Alban Berg, Josef Matthias Hauer, Hans Pfitzner, Rudolf Steiner, Hans Tietze, Josef Strzygowski y Alma Mahler y su amistad con esta última, y con Hauer, tendría especiales consecuencias creativas: conversando con ellos se decidió a representar abstracciones basadas en armonías cromáticas. Fue el entonces marido de Alma, Walter Gropius, quien le abriría las puertas de la Bauhaus.

En numerosos desnudos, esculturas y pinturas, Itten refinó su interpretación dinámica de la abstracción geométrica y también entró en contacto en Viena, probablemente de la mano de su protectora Agathe Mark-Kornfeld, con la antroposofía, que no llegó a seducirlo.

Johannes Itten. Kinderbild, 1921-1922. Kunsthaus Zürich © 2019, ProLitteris, Zurich
Johannes Itten. Kinderbild, 1921-1922. Kunsthaus Zürich © 2019, ProLitteris, Zurich

Decíamos que Gropius reclutó a Itten para la Bauhaus, y a Weimar llegó en febrero de 1919. Fiel a su carácter cuanto menos peculiar, estableció allí una suerte de casa templaria neogótica (Tempelherrenhaus), donde produciría obras importantes, como Torre de fuego/Torre de luz (1920) y trabajó en las posibilidades de representar el aura humana justamente a través del color, en forma de cuadrados mágicos.

En los tres años y medio que permaneció en la Bauhaus de Weimar, hasta marzo de 1923, no llevó a cabo Itten ni una sola pintura abstracta geométrica, sino que prefirió la figuración. Vieron la luz su primera teoría del color, en forma de esfera con doce tonos y siete gradaciones lumínicas, y también algunas imágenes simbólicas relacionadas con las doctrinas esotéricas del Hombre Nuevo.

Como “maestro de la forma”, trabajó en todos los talleres de Bauhaus, excepto en los de cerámica, encuadernación de libros y obras impresas y, especialmente desde 1920, abogó por la espiritualización integral de todas las áreas de la vida. Tras múltiples conflictos con Gropius, terminó abandonando la escuela para unirse a Mazdaznan en en Herrliberg.

Para esta secta impartió conferencias y editó libros, pero allí apenas dibujó o pintó. Sí tejió alfombras, algunas premiadas en la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industrias Modernas de París, en 1925. Nuevas discusiones llevaron a Itten a dejar el Lago Zürich y trasladarse a Berlín, donde se asentó, con intermitencias, durante casi una década.

En la capital alemana se alejó parcialmente de su amor por el esoterismo y de nuevo abrió una Escuela Itten, en el número 14 de Konstanzer Strasse. Entre sus muchos alumnos se contaron Eduard Bäumer, Fritz Brill, Maximilian Debus, Ursula Fischer-Klemm, Lilly Froehlich-Müller, Blida Heynold-von Graefe, Boris Kleint, Lucia Moholy o Eve Neuner-Kayser y su éxito llevó al artista a contratar otros maestros, como Georg Muche, Gyula Pap y Max Bronstein; también al experto en pintura japonesa Yumeji Takehisa.

En poco tiempo, su centro se convirtió casi en un competidor de la Bauhaus, establecida desde 1925 en Dessau. Se formaron en ella arquitectos, fotógrafos, educadores, cartelistas y, desde 1932, diseñadores textiles. Sin embargo, el destino de ambas escuelas fue parejo: cerraron bajo la presión del nacionalsocialismo.

Durante estos años, Itten documentó sus ideas en el llamado Diario de Berlín: no se trata de un cuaderno, sino de hojas sueltas donde escribía sus reflexiones. Además, en 1932 se hizo cargo de la recién fundada Escuela Técnica de Arte Textil de Krefeld, ciudad a la que viajaba semanalmente y donde daría forma a un nuevo diario también expuesto ahora en Berna y compuesto por hojas individuales. Con una apretada agenda en la que conjugaba la enseñanza, sus exposiciones y conferencias, alcanzó en ese momento su pico de actividad en Alemania; para entonces, ya no defendía, como en sus comienzos, la oposición entre arte y tecnología sino la necesidad de su síntesis.

Su obra formaría parte de la muestra de Arte Degenerado que en 1937 recibió burlas generales y, como tantos, Itten fue retirado de las colecciones públicas alemanas, también destituido de su cargo en Krefeld. Las solicitudes de ayuda por escrito que envió a Walter Gropius el 14 de noviembre de 1937 y el 4 de enero de 1938 revelan que entonces todavía estaba tratando de emigrar a través de los Países Bajos a Estados Unidos para fundar allí una Universidad Bauhaus centrada en la moda y la industria textil.

Pero esos planes no se materializaron. En diciembre de 1938 sería nombrado director de la Escuela de Artes Decorativas y del Museo de Artes Decorativas de Zúrich y desde 1949 impulsó la apertura del Museo Rietberg, dedicado a la creación no europea, que abriría sus puertas en 1952.

Además, su regreso a Suiza marco el inicio de un periodo especialmente fértil para su propia pintura y en 1961 publicaría Arte del color, pero esa fase de su trabajo supondría un nuevo capítulo expositivo. Tras su paso por Berna, la muestra del Kunstmuseum viajará al Kunstforum Hermann Stenner de Bielefeld.

 

“Johannes Itten. Art as life: Bauhaus utopias and documents of reality”

KUNSTMUSEUM BERN

Hodlerstrasse 8–12

Berna

Del 30 de agosto de 2019 al 2 de febrero de 2020

 

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