Los setenta fueron seguramente la década dorada de la primera fotografía en color en Estados Unidos, en buena medida de la mano de los creadores ligados al movimiento New Color Photography; uno de ellos, Joel Sternfeld. Este autor neoyorquino dedicó años a viajar por su país como observador crítico, documentando sus paisajes urbanos y a sus habitantes en toda su diversidad y también en todas sus contradicciones. Seguramente su serie más significativa es American Prospects (1978-1986), que se centra justamente en el modo en que los estadounidenses se relacionan con su entorno, un paisaje al que han contribuido a dar forma: además de exponer una naturaleza sujeta a diversas formas de explotación y amenazas ecológicas, recogía escenas cotidianas que permiten múltiples lecturas sociopolíticas.
Ese conjunto fotográfico forma parte de una donación que Sternfeld ha realizado a la Albertina de Viena, y al estudio de esas imágenes que ahora forman parte de su colección dedica este museo una muestra que analiza esas instantáneas en fondo y forma. En total fueron 349 las obras que Sternfeld donó, pertenecientes a tres series distintas: además de a American Prospects, a la anterior First Pictures (1971-1980) y la posterior Stranger Passing (1986-2001), a medio camino entre el documento y las Bellas Artes. Recuerda esta exhibición que, si en su obra más temprana se centró este autor en el bullicio de las calles de su Nueva York natal, en imágenes que destacaban por su espontaneidad, sus enfoques cambiaron radicalmente cuando decidió sustituir su práctica Leica de 35 mm por una cámara de gran tamaño, más difícil de manejar: sus trabajos comenzaron a componerse entonces con meticulosidad y detalle (realizaba uno o dos cada día, llegando a inspirarse en Jacob van Ruisdael o Pieter Bruegel el Viejo) y a menudo captaban vastos paisajes que la mano humana había ayudado a moldear.
Estas fotografías dan cuenta de un microcosmos de acontecimientos tan cotidianos como, a menudo, desconocidos, capturados empleando con virtuosismo tonalidades brillantes y unos contrastes cromáticos que, en una primera contemplación, parecen contradecir la gravedad de algunos de los asuntos retratados, en lo social y lo medioambiental.
Conviene recordar que el reconocimiento de la imagen en color como medio artístico no comenzó hasta mediados de los setenta y que la transición desde el blanco y negro implicó algo más que una traducción de motivos: la película a color requiere tiempos de exposición más prolongados y los efectos casi pictóricos de algunas de estas escenas se lograron gracias a técnicas de revelado avanzadas y costosas. En aquella senda resultó un hito la individual que el MoMA brindó, en 1976, a William Eggleston, cuyos trabajos en tonos saturados basados en la cotidianidad del sur de Estados Unidos fueron muy revisados, y no siempre entendidos, por sus contemporáneos, Sternfeld entre ellos. Otro de los referentes de este autor fue Helen Levitt, por la sofisticación de sus escenas callejeras de Nueva York; también lo sería, por sus teorías cromáticas y sus estudios de los efectos psicológicos del color, el pintor Josef Albers. Justamente en American Prospects, el fotógrafo aplicaría parcialmente esas teorías, limitando su paleta y practicando la combinación de tonalidades tenues. Esta estrategia conecta unas y otras piezas de esa serie de forma armoniosa.
Para la realización de este conjunto, Sternfeld estudió además los efectos sobre los paisajes del paso de las estaciones, la geología y la vegetación propia de cada área donde trabajó y su situación cultural y económica, contando con el apoyo de dos becas Guggenheim. Si la fotografía de paisajes clásica había mostrado una naturaleza prístina y sublime, Sternfeld prefirió atender a la relación con ella de los grupos humanos, acentuando la artificialidad de los nuevos paisajes frente a su pasada autenticidad.
En su observación del que podemos llamar paisaje social americano fueron sus evidentes precursores Walker Evans y Robert Frank, quienes, sin embargo, defendieron el blanco y negro; Sternfeld se ha confesado impresionado por la publicación del segundo The Americans, y por su mirada crítica sobre la sociedad estadounidense del momento. En todo caso, la estrategia cuidadosamente planificada del primero y su proceso de toma de imágenes es fundamentalmente distinta al lenguaje pictórico intuitivo de Frank, en relación con las lecturas posibles de sus proyectos: el paisaje como producto de intereses económicos, las consecuencias de la expansión urbana o la comercialización de la naturaleza a beneficio del turismo.
En sus composiciones, a menudo, cabe la ironía: una de ellas presenta a un bombero, en su tiempo de descanso, comprando tranquilamente una calabaza mientras sus compañeros tratan de extinguir, al fondo, un fuego que devora una casa. También las referencias a un tiempo convulso: en el tiempo en que Sternfeld desarrolló American Prospects, Reagan sucedía a Jimmy Carter, el país hacía frente al trauma de la guerra de Vietnam y se sucedieron importantes cambios económicos, sociales y demográficos que tendrían su impacto en la intensificación de cultivos, la contaminación y el empobrecimiento de ciertos grupos de la población. Los contrastes y paradojas asociados a esa disociación de personas y medio ambiente resultan vitales en la producción del americano; también lo es su representación compleja y matizada de los individuos, cuyas circunstancias vitales y estilos de vida atisbamos a través de la vestimenta y el contexto espacial. Algunos de ellos pertenecen a comunidades alternativas, abonadas a vidas experimentales: su ejemplo le sirve para cuestionar normas y convenciones sociales.
“Joel Sternfeld. American Prospects”.
Albertinaplatz, 1
Viena
Del 27 de septiembre de 2023 al 21 de enero de 2024
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