William Eggleston, entre el cielo y el suelo

Fundación MAPFRE presenta en KBr una retrospectiva del fotógrafo de Memphis

Barcelona,

Nada era más o menos importante para William Eggleston, nacido en Memphis al final de los años treinta de la Gran Depresión y criado entre plantaciones de algodón, manglares, pantanos y lagos salpicados por pequeñas ciudades y carreteras comarcales sinuosas; unas y otras dejarían huella en su producción fotográfica, que inició en blanco y negro para, desde 1965, no disociarla nunca del color. Mientras impartía clases, unos años después, en la Universidad de Harvard, descubrió un sistema de transferencia de tintes que le permitió alcanzar niveles de saturación cromática hasta entonces insospechados: los convertiría en el sello de su estética y le llevaron a ser, en 1976 y en el MoMA, el primer autor en exponer individualmente imágenes en color en un museo (algo antes habían podido verse las de Stephen Shore en una colectiva en la George Eastman House de Rochester).

Hay que recordar que, en los mismos años treinta en que Eggleston nació, la marca Agfa desarrolló su película Agfacolor en Alemania y Kodak presentó su Kodachrome en Estados Unidos, pero por su elevado precio la mayoría de la población no tenía acceso a ellas; esta última se popularizaría ya en los sesenta, asociada a imágenes familiares o de viajes (a fotografías vernáculas). Eggleston sería uno de los pioneros en emplearla con una finalidad artística, junto al propio Shore, Joel Meyerowitz o Carlos Pérez Siquier.

William Eggleston. Sin título. De la serie Los álamos, hacia 1971-1974. ©William Eggleston. Cortesía Eggleston Artistic Trust y David Zwirner
William Eggleston. Sin título. De la serie Los álamos, hacia 1971-1974. © William Eggleston. Cortesía Eggleston Artistic Trust y David Zwirner

Podemos entender su producción como una lucha contra la banalización de lo cotidiano: encontramos en sus instantáneas prendas de vestir o calzado, congeladores repletos, interiores, vehículos detenidos… Nada hay en sus motivos de extraordinario, pero tampoco en sus composiciones de ordinario, dada la capacidad del estadounidense para incorporar enigma e interés a lo cercano. Con objeto de no distraer a quien contempla de esa capa de misterio por hallar, en instantáneas que pueden parecernos próximas al amateurismo estando muy lejos de la improvisación, sus series no llevan título y, en lo formal, contienen también algún desafío: a veces faltan partes o los motivos se recortan.

Una de las mayores exposiciones que se han brindado al fotógrafo hasta ahora en España abrirá sus puertas, el 29 de septiembre, en KBr Fundación MAPFRE: se trata de una antología, que contará tanto con sus primeras imágenes en blanco y negro como con amplia obra en color, y que incidirá en los esfuerzos de Eggleston por favorecer una democratización de la mirada, la extensión de la idea de que los objetos que merecían ser fotografiados no eran solo los nobles. Él mismo ha confesado que Henri Cartier-Bresson y Walker Evans le hicieron abrir los ojos en esa senda: el primero por su talento para condensar escenas y movimientos complejos, a la par que cotidianos, en una misma imagen; el segundo por el equilibrio y la elegancia de sus encuadres, sencillos y equilibrados. En su formación también influirían los expresionistas abstractos americanos, de los que tomó cierto modo de acercarse al color; tendrían que ver con esas cualidades pictóricas que podemos apreciar en parte de su trabajo.

A partir de estos referentes quiso aportar en su producción novedades, y las encontró en los nuevos espacios para el consumo y el ocio: No imaginaba ser capaz de hacer algo mejor que una copia perfecta de Cartier-Bresson. Y finalmente lo conseguí. Pero llegó un punto —entiendo que tuvo que ver con el deseo de buscar mis raíces y volver a Memphis— en el que tuve que enfrentarme al hecho de que lo que tenía que hacer era salir a perseguir paisajes desconocidos. Lo que era nuevo en aquella época eran los centros comerciales, así que los fotografié.

Los bares, tiendas de comestibles, supermercados, gasolineras u oficinas de las pequeñas ciudades del sur le ofrecieron un repertorio sin fin de motivos a los que acercarse con perspectivas que escaparan a lo rutinario, hasta que esos mismos espacios comenzaron en buena medida a ser sustituidos por aquellos malls, nuevos epicentros de la vida social urbana en lugar de las plazas. Al margen de albergar todo tipo de oferta, aportaban brillo, luces y color, que serían tres elementos esenciales de las instantáneas de Eggleston.

Restaurantes e interiores domésticos, así como personas sumidas en acciones triviales, aparecían ya en sus primeras incursiones en el blanco y negro: imágenes tomadas a las afueras de Memphis con una película de 35 mm en blanco y negro de alta sensibilidad. Pudimos conocer aquella etapa primera de su carrera tardíamente: sus frutos se publicaron por vez primera en 2010, en Steidl y con el título de Before Color.

William Eggleston. Sin título. De la serie Los álamos, hacia 1965-1968. ©William Eggleston. Cortesia Eggleston Artistic Trust y David Zwirner
William Eggleston. Sin título. De la serie Los álamos, hacia 1965-1968. ©William Eggleston. Cortesía Eggleston Artistic Trust y David Zwirner
William Eggleston. Sin título. De la serie Los álamos, hacia 1971-1974. © William Eggleston. Cortesia Eggleston Artistic Trust i David Zwirner
William Eggleston. Sin título. De la serie Los álamos, hacia 1971-1974. © William Eggleston. Cortesía Eggleston Artistic Trust y David Zwirner

Uno de los primeros escenarios de su fotografía en color fue Los Álamos (Nuevo México). Planeó, en sus palabras, sobreexponer la película para que salieran todos los colores, y sorpresivamente para él, funcionó: De la noche a la mañana. Recuerdo que la primera foto era de un chico empujando carritos de supermercado. Cuando recogen los carritos del aparcamiento y los empujan hasta la tienda para que los usen otras personas. Hice la foto de un chico pelirrojo y pecoso a la luz de la película de la tarde. Una foto bastante bonita, la verdad.

Aquel retrato, que forma parte de la exhibición de Barcelona, dio origen a la primera gran serie de Eggleston, que excepcionalmente sí tiene título: justamente Los Álamos. Las más de 2.000 imágenes que la componen las tomó en los periodos de 1965-1968 y 1972-1974, en Tennessee, Nueva Orleans, Las Vegas y el sur de California, y aunque parecen contener alabanzas a la sencilla vida del sur, no están en absoluto carentes de ironía. Ofrecen, asimismo, elementos definitorios de su estética: se organizan en torno a un elemento central, que destaca por su cromatismo poderoso, su tamaño o complejidad visual; o a partir de fragmentos de importancia equivalente. En este último caso, el objetivo esencial del fotógrafo parece ser la investigación de tonos y texturas.

En una primera contemplación pueden remitir al Pop, pero una mirada más lenta termina evidenciando que en los suburbios adonde Eggleston acudía con su cámara eran comunes la soledad, lo decadente y lo precario.

En KBr veremos, asimismo, The Outlands (1969-1974), la última entrega de su producción en color. Las imágenes que la integran proceden de las diapositivas que el comisario John Szarkowski seleccionó para el MoMA en aquella exhibición de 1976, y también de las que se escogieron para su catálogo: realizadas en los alrededores de Memphis, nos conducen por carreteras secundarias y por los escenarios donde Eggleston pasó su niñez, esto es, edificios y coches abandonados salvo por la naturaleza, publicidad desgastada, paisajes degradados que contrastan con los desarrollados, piscinas y baches… Decía de estas imágenes Robert Slifkin que en ellas el reino celeste parece quedar en el suelo.

William Eggleston. Sin título, hacia 1970-1973. © Fondo artístico Eggleston Cortesía del Fondo artístico Eggleston y de David Zwirner
William Eggleston. Sin título, hacia 1970-1973. © Fondo artístico Eggleston. Cortesía del Fondo artístico Eggleston y de David Zwirner

 

William Eggleston. Sin título. De la serie The Outlands, hacia 1970-1974. © William Eggleston. Cortesia Eggleston Artistic Trust y David Zwirner
William Eggleston. Sin título. De la serie The Outlands, hacia 1970-1974. © William Eggleston. Cortesia Eggleston Artistic Trust y David Zwirner

 

 

“William Eggleston. El misterio de lo cotidiano”

KBr FUNDACIÓN MAPFRE

Avenida del Litoral, 30

Barcelona

Del 29 de septiembre de 2023 al 28 de enero de 2024

 

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