Jacqueline Roque y la reivindicación de la pintura

La Fundación Bancaja revisa los últimos acercamientos de Picasso al motivo del pintor y la modelo

Valencia,

En 1952, cuando él se encontraba en la plenitud de su carrera y ella tenía poco más de veinticinco años, Picasso conoció a la parisina Jacqueline Roque en Vallauris; sería su última relación y coincidió en el malagueño con una época especialmente fructífera tanto en sus pinturas como en sus grabados (o la impulsó).

Roque se había asentado en esa localidad tras un primer matrimonio difícil, que la llevó a vivir en África; de regreso a Francia, comenzaría a trabajar en la cerámica de Madoura (Suzanne Ramié), taller con el que Picasso venía colaborando desde mediados de los cuarenta. Se casaron en 1961, el mismo año en que decidieron trasladarse a Mougins, donde ambos terminarían falleciendo (él en 1973, ella en 1986, poniendo fin a su vida). En todo ese periodo, durante casi veinte años, el rostro de Jacqueline se hizo omnipresente en la producción picassiana, en infinitas variaciones y reinterpretaciones del tema del pintor y su modelo que este autor cultivó, con más o menos ahínco, en todas sus etapas: su rostro aparece por primera vez en 1955, en planchas dedicadas a las variaciones de Les femmes d´Alger, de Delacroix, y después no dejaría Picasso de recrearse en él, quizá porque, como afirmó la escritora Hélène Parmelin, contaba con las cualidades de una mujer real: una mujer total, una mujer cálida, una mujer para reír y jugar y también para enfrentarse; una mujer para vivir con su bien y su mal naturales, una mujer de pintura.

Se convirtió, casi como Saskia lo fue para Rembrandt, en su modelo obsesivo, aunque esas cualidades que podamos apreciar en ella no eran solo las suyas propias, sino también lo que en Picasso suscitaban: el artista, amante de sí mismo, plasmó en estas composiciones las modulaciones de su deseo, hacia su esposa y hacia la misma acción de pintar. En último término, era él quien se exponía.

Pablo Picasso. El pintor y su modelo I, 1963. Colección ABANCA
Pablo Picasso. El pintor y su modelo I, 1963. Colección ABANCA
Picasso. Le peintre et son modèle I, 1963. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Picasso. Le peintre et son modèle I, 1963. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Esa presencia recurrente de Jacqueline Roque en las últimas dos décadas de la trayectoria del autor (hasta cuatrocientas veces se apropió de su imagen) la repasa ahora la Fundación Bancaja en su sede valenciana, en la muestra “Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline”, que ha sido comisariada por Fernando Castro Flórez y Laura Campos Vicent y que cuenta con 250 trabajos, entre óleos, obra gráfica, dibujos y libros ilustrados, ejemplos siempre de su querencia por ese tema de infinitas derivaciones que es el del artista y su modelo y también por la exploración de la metapintura. Proceden del Reina Sofía, de los museos del autor en Málaga y Barcelona, la Fundación ICO, ABANCA, la Galería Guillermo de Osma y de los fondos de la propia Fundación Bancaja, que cuenta con el mayor acervo de producción gráfica de Picasso: de la exposición forman parte obras de la Suite 347 y la Suite 156, linóleos y libros ilustrados como Carnet de la Californie, Le Carmen des Carmen y Les dames de Mougins.

Picasso. Jacqueline vestida de novia, de perfil, 1961. Museo Picasso Málaga
Picasso. Jacqueline vestida de novia, de perfil, 1961. Museo Picasso Málaga
Picasso. Jacqueline leyendo, 1957. Museo Picasso, Casa Natal
Picasso. Jacqueline leyendo, 1957. Museo Picasso, Casa Natal

Huelga decir que en sus imágenes dedicadas a Jacqueline no encontraremos retratos, sino creaciones en las que una y otra vez su figura puede convertirse en el centro de reflexiones sobre la identidad, el sexo y la representación: su perfil es sometido a numerosísimas metamorfosis desde muy distintas ópticas, de la primitivista al postcubismo pasando por un clasicismo con el que jugó sin pretensión ninguna de logros académicos. En algunas de esas piezas, se dejó influir por sus referentes habituales, como Courbet, El Greco, Velázquez, los mencionados Rembrandt y Delacroix, Ingres, Manet, Van Gogh o Matisse. Este motivo, el del artífice y su musa, por su largo predicamento y la originalidad de sus propios enfoques, le permitía tanto defender la revolución de la pintura contemporánea, en buena medida impulsada por él, como dialogar con los maestros del pasado que también se habían representado trabajando y ante sus modelos, además de incidir en las posibilidades de la pintura de nutrirse de sí misma y de resistir cuando otros lenguajes comenzaban a tomarle la delantera en los museos de arte reciente: en estas obras, el lienzo, el espacio pictórico en sí, se hace protagonista desde dentro y desde fuera del cuadro.

Se completa la exposición valenciana con fotografías de Edward Quinn y David Douglas Duncan que muestran a ambos, Picasso y Jacqueline Roque, en los espacios donde vivían y creaban, donde las obras reunidas, por tanto, nacieron: en sus residencias de Cannes (La Californie) y Mougins (Notre-Dame-de-Vie).

Picasso. Retrato estilizado de Jacqueline, 1962. Colección Fundación Bancaja
Picasso. Retrato estilizado de Jacqueline, 1962. Colección Fundación Bancaja
Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline. Fundación Bancaja, Valencia
Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline. Fundación Bancaja, Valencia

 

 

“Picasso y la modelo. El perfil de Jacqueline”

FUNDACIÓN BANCAJA

Plaza de Tetuán, 23

Valencia

Del 20 de septiembre de 2024 al 20 de marzo de 2025

 

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