Hay ciertas manifestaciones del diseño popular que no hay hogar en el que no se hayan hecho presentes y durante años: se trata de las que acompañan a las marcas de fruta; imágenes, habitualmente geométricas, que, aunque de manera muy paulatina y sutil, han ido actualizándose en el último siglo.
A ellas se dedica, en CentroCentro, la muestra “Frutas de diseño”, que han comisariado Florencia Grassi y Leandro Lattes (El Vivero) en el marco del Madrid Design Festival y que repasa esa evolución en el último medio siglo. Podremos comprobar cómo, a raíz de la reactivación económica de la última posguerra, viró el estilo de estas creaciones respecto al propio de los inicios del siglo pasado, que se había mantenido hasta entonces (además de los cambios sociales y culturales, las nuevas técnicas de impresión tuvieron que ver en ello).
Si, antes de los años cincuenta, acompañaban a las frutas ilustraciones de artistas normalmente inspiradas en el art nouveau, a partir de ese momento ganó peso la gráfica: los nuevos diseños se centraron en la tipografía, en los colores vivos y planos y en la relación con los nombres de las firmas, a veces tan llamativos como ese cromatismo (como muestra, el botón de Delirio, Fantasía, Fetiche, Infinita, Filósofo, Solita o Pillín). Nos esperan en Cibeles centenares de papeles de seda, que nos trasladarán quizá a otro tiempo o a los hogares de nuestros abuelos; cajas y también cientos de etiquetas: su número es muy amplio pero, como señalan los comisarios, esta es una selección de un volumen de material cuatro veces mayor que han venido recogiendo durante años en fruterías de barrio y también con la colaboración de coleccionistas, mercados centrales o de abastos, fábricas de cajas, imprentas y comercializadoras de frutas.
En nuestro manejo de estos alimentos, por cierto, poco ha cambiado desde hace un siglo: más de cien años tiene la costumbre de envolverlos y buena parte de las marcas que comercian con ellos continúan siendo empresas familiares que, en muchos casos, brotaron en una época especialmente afortunada para la exportación de los cítricos: las décadas de los veinte y los treinta. Las que no perviven han pasado a manos de comercializadoras que trabajan con varios sellos y calidades de frutas, eligiendo sus nombres y emblemas con el evidente fin de llamar la atención del consumidor ante una oferta abundante: los diseños reunidos en esta exposición constituyen, ante todo, ensayos de visibilidad.
Si las grandes firmas recurren hoy, a la hora de elaborar sus imágenes, a agencias de publicidad y marketing, las empresas pequeñas y medianas suele dejar a las imprentas la tarea de ajustarlas; en cualquier caso, en una y otra circunstancia, sus autores primeros son diseñadores anónimos y a menudo subcontratados, circunstancia común, por otro lado, a muchas áreas relativas a los diseños cotidianos.
En CentroCentro podremos detenernos, como quizá nunca lo hayamos hecho, en la densidad de colores (a veces intensos, otros metalizados) de los papeles de seda utilizados en nuestro país; en las tintas, hasta cinco, que pueden aplicarse sobre ellos pese a su finura y en cómo, desafiando esa supuesta fragilidad, resisten numerosas manipulaciones antes de llegar al consumidor. Cajas y embalajes son también relevantes en la presentación de las frutas y la imagen que aparece en sus tablillas laterales tiene como fin el poder apreciarse tanto en las fruterías como en los mercados a gran escala.
Dado el volumen de la producción agrícola, unos y otros, papeles de seda y cajas de madera, se fabrican en grandes cantidades y conforme a procesos industriales, pero continúan, por sus materiales y por los productos que cobijan, transmitiéndonos una sensación de organicidad acentuada por algunas imperfecciones naturales: fallos en el registro del color, irregularidades en la madera… Inevitablemente son parte de su encanto.
Invitarnos a fijarnos más en el diseño cercano es uno de los propósitos de este proyecto, abierto hasta el 15 de mayo; otro es desafiar la creencia establecida de que los emblemas de las frutas a principios del siglo pasado eran siempre de mayor calidad que los realizados desde fines de los cincuenta. También en las últimas décadas, profesionales desconocidos han alcanzado en este ámbito la excelencia.
“Frutas de diseño”
CENTROCENTRO. PALACIO DE CIBELES
Plaza Cibeles, 1A
Madrid
Del 10 de febrero al 15 de mayo de 2022