Quienes suman ya unos años seguramente lo recuerden por las ilustraciones e historietas que en los ochenta, sobre todo coincidiendo con el periodo más efervescente de la Movida, publicaba en las revistas Madriz y La luna de Madrid; a los más jóvenes les es familiar por las colaboraciones que, ya desde hace dos décadas, Fernando Vicente realiza con El País y sus suplementos, especialmente Babelia, y por sus carteles para la Feria del Libro y la Feria de Otoño, particularmente aquel en el que un volumen ocupaba el lugar del corazón flechado de una lectora cuya inclinación de muñecas la hizo muy recordada.
De formación autodidacta, este artista madrileño trabajó también durante los noventa en el ámbito de la publicidad, como director de arte en diversas agencias, pero nunca ha dejado de lado la ilustración: para revistas como Rock de Lux, Vogue, Gentleman o Letras Libres o para portadas de discos y una veintena de libros dirigidos a público infantil y juvenil (de Drácula a Cumbres borrascosas pasando por todos los de Sherlock Holmes). Fue en 1984 cuando expuso su obra en una galería por primera vez, en la ya extinta Moriarty, y también en el Festival de Cómic de León; desde entonces han sido varias las muestras que ha protagonizado, destacando la retrospectiva “Universos”, que Casal Solleric ofreció en Palma de Mallorca en 2011.
Los libros han continuado siendo, asimismo, soportes importantes para su producción: ha quedado reunida en Los pin-ups de Fernando Vicente (2004, Dibbuks), Literatura ilustrada (2007, Ediciones Sins Entido y Diputación de Sevilla), Portraits (2009, Blur Ediciones), Portadas (2010, Brandstudio Press), Universos (2011, Ayuntamiento de Palma de Mallorca y Caja de Ahorros del Mediterráneo), Artbook (2014, Ominiky Ediciones) y Fernando Vicente (2014, Roads Publishing).
Si algo caracteriza el trabajo de Vicente, tanto en ilustración como en pintura, es la presencia fundamental de la figura humana o del retrato, conjugada con diversos elementos que aportan contexto y temática a sus composiciones y que a menudo remiten a la Historia del Arte; si hablamos de sus telas, lo apreciamos así en sus cuatro series principales: Anatomías, ejecutada sobre mapas; Átlas, a partir de láminas mecánicas de taller; y Vánitas y Venus, en estas últimas empleó láminas anatómicas y tomó como referencia, respectivamente, las muy elegantes fotografías de moda de los cincuenta y asuntos abordados en la pintura clásica.
Tanto en estos lienzos como en sus ilustraciones suele trabajar de pie y en caballete, probando la visión de conjunto y no utilizando el ordenador salvo para facilitar el acabado final, y adopta generalmente la técnica del acrílico, aunque no ha sido así en la exhibición que podemos visitar ya en la Galería Jorge Alcolea de Madrid. “Tondos” consta de una sucesión de óleos sobre tabla no inferiores a 60 x 60 centímetros en los que encontraremos, salvo en una única excepción, retratos femeninos que evocan la pintura del pasado (de los prerrafaelitas a Caravaggio), la cultura japonesa (del teatro al tiro con arco a caballo), relatos clásicos como el de Lucrecia, leyendas medievales como la de Lady Godiva o hazañas como la llegada a la luna.
Esas referencias, sin embargo, no quedan en la sugerencia de la tradición, sino que son siempre releídas desde nuestra época a partir de modos de mirar de las figuras muy contemporáneos y a veces directos, constantes tatuajes o una sensualidad acentuada; el buen dibujo de la anatomía, fundamental en sus series pictóricas anteriores, continúa siendo su sello.
Coincidiendo con esta muestra madrileña, hemos charlado con el artista:
Buenos días, Fernando, ¿Qué encontraremos en la exposición que este mes de octubre la Galería Jorge Alcolea dedica a sus tondos?
Una serie de piezas todas pintadas al óleo sobre tabla. Todas, como reza el título, son redondas; es un formato en el que me siento muy cómodo y que ya empieza a ser casi una seña de identidad en mi trabajo.
Es posible encontrar en estas piezas constantes combinaciones de lo pasado y lo presente, de temas medievales, religiosos, orientales o inspirados en la Historia del Arte y tatuajes y miradas muy contemporáneos. ¿Hasta qué punto ese diálogo es relevante en su producción y cuáles son sus referentes más habituales?
Sí, se pueden encontrar todas estas cosas, siempre trabajo sobre las cosas que me obsesionan, mis exposiciones son temáticas y muchas veces parten de mis colecciones. En este caso, es un homenaje muy particular a la historia de la pintura y lo que para mi representa; en algunos fondos hay paisajes a la manera de Patinir o El Bosco, retratos de aire renacentista o claroscuros a la Caravaggio. Tiene que ver con mis recientes visitas al Museo del Prado, del que soy asiduo visitante desde hace más de cuarenta años.
Mis exposiciones son temáticas y muchas veces parten de mis colecciones. En este caso, es un homenaje muy particular a la historia de la pintura y lo que para mí representa.
¿Qué recuerda de sus primeros trabajos como ilustrador en la prensa de los ochenta? ¿Comparte esa percepción, que parece generalizada, de que el despliegue de creatividad en las revistas ilustradas ha decaído desde la época de la Movida; cree que las publicaciones culturales actuales continúan siendo soporte para los artistas hoy?
Bueno, vivimos tiempos un poco revueltos en lo que al papel impreso se refiere, caída de ventas, etc. En los años ochenta hubo un boom de publicaciones culturales y de cómic muy de vanguardia, pero dicho esto, no creo que sea cierto que estamos en un mal momento creativamente, creo que hay mucha gente joven haciendo cosas importantes, pero que quizás pasan algo desapercibidas debido al mar ingente de estímulos que hoy manejamos, en los ochenta eran muchos menos y quizás fuese más fácil destacar.
Durante cerca de una década fue director de arte en diversas agencias publicitarias, ¿ha dejado el lenguaje visual de la publicidad alguna huella en su producción posterior; cree que sería posible profundizar en las confluencias entre la creación per se y la utilizada como reclamo?
Creo que mi etapa publicitaria fue muy fecunda e intensa, como es trabajar dentro del mundo de las agencias. Yo me quedo con el aprendizaje que fue para mí sacar punta al filo creativo. La creatividad es un músculo que se puede ejercitar y a mí me sirvió mucho. Pero sí, es cierto, son dos mundos muy distintos: mi pintura no es anuncio, no trata de venderte nada, lo que para mí es un alivio.
En buena parte de su trabajo ha empleado el acrílico sobre papel o lienzo, pero esta vez en Jorge Alcolea veremos óleos sobre tabla: ¿Qué le han aportado ambas técnicas? ¿Ha tenido que ver la utilización del formato del tondo con los temas desarrollados en estas piezas?
Pintaba todo con acrílico a principio de los dos mil. El óleo ha sido un descubrimiento reciente que creo que le aporta mucho a mi pintura (profundidad, matices); es cierto que la temática de estos obra me estaba pidiendo pasar al óleo. Durante muchos años he usado el acrílico por comodidad, pues me servía igual para pintar cuadros sobre lienzo o para resolver una ilustración sobre papel.
Hemos leído que suele trabajar de pie frente al caballete y que normalmente solo utiliza el ordenador, si es necesario, para los acabados finales. En tiempo de inteligencias artificiales, ¿piensa que los procesos manuales continuarán siendo, a la hora de alcanzar algunos efectos pictóricos deseados, insustituibles?
Creo que de momento sí, no sabemos a ciencia cierta la que nos viene en cima con la Inteligencia Artificial, pero solo sé que de momento no pinta cuadros…
Muchas gracias.
PARA MÁS INFORMACIÓN: https://jorgealcolea.com
c/ Claudio Coello, 28
Madrid
Octubre de 2023
