Fascinación por México

Una doble exposición en el Museo de Bellas Artes de Boston repasa la evolución de la fotografía y el grabado mexicanos en el siglo XX

En las décadas posteriores a la proclamación de su Constitución en 1917, México se convirtió en un poderoso imán para artistas e intelectuales de todo el mundo que decidieron viajar o residir desde entonces en aquel país atraídos por su clima y sus paisajes espectaculares y el escaso coste de la vida allí.

El próximo 30 de mayo el Museum of Fine Arts de Boston inaugurará dos nuevas muestras que analizarán el resurgimiento de la cultura y el arte mexicanos a comienzos del s. XX y la fascinación que éstos generaron entre las élites intelectuales de Norteamérica y Europa en aquella época. Ambas podrán contemplarse hasta el 2 de noviembre. La primera de ellas lleva por nombre “Viva México! Edward Weston and his contemporaries” y recuerda la estancia en México del conocido fotógrafo estadounidense, estancia que fue breve pero que generó un largo e intenso impacto en la trayectoria artística del creador de Illinois, que llegó a definir a México D.F como su París. A mediados de los años 20 tuvo lugar en el país un vibrante auge de la fotografía, en parte motivado por la fama de Weston y de su amante italiana, Tina Modotti. En la década de los 30 México vivió también un amplio desarrollo del arte de la instantánea, ésta vez de la mano de las imágenes próximas al Surrealismo de Manuel Álvarez-Bravo y de la influencia del gran fotógrafo documentalista americano, Paul Strand. Las 35 fotografías de Weston que integran la muestra fueron realizadas entre 1923 y 1926 y abarcan una amplia temática: entre ellas encontraremos retratos heroicos, vanguardistas desnudos, vistas urbanas y paisajes de tendencia abstracta e imágenes de juguetes y objetos populares mexicanos. Así mismo se exhibe en Boston una cuidada selección de imágenes de Modotti, Strand, Álvarez Bravo y Brett Weston, hijo del artista. La segunda exposición recibe su nombre del dibujo de Alberto Beltrán “Vida y drama de México” (1957) y está dedicada a analizar, en toda su complejidad, la evolución del grabado mexicano y su lenguaje visual en el siglo XX. Entre las obras seleccionadas, figuran trabajos de Rufino Tamayo, Diego Rivera, José Clemente Orozco y Alfaro Siqueiros.

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