NOMBRE: Lucía
APELLIDOS: Tello
LUGAR DE NACIMIENTO: Sevilla
FECHA DE NACIMIENTO: 1996
PROFESIÓN: Artista
A Lucía Tello la conocimos hace un par de meses, cuando presentó en la sede de Badr El Jundi en Madrid su individual “aguabolero”, un compendio de piezas recientes realizadas durante una residencia en el Colegio de España en París y derivadas de su interés por los mercadillos, los antiguos juguetes infantiles y la feminidad: en formatos grandes y pequeños, desplegaba paisajes dentro de paisajes, microcosmos llenos de detalles sumergidos en entornos macro. Le interesa que cada uno de sus trabajos encapsule diferentes mundos en su interior, que puedan ofrecer una multiplicidad de experiencias al espectador incluso desde sus pequeños tamaños.
Graduada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, donde también ha cursado un Máster en Arte, Idea y Producción, otras individuales suyas las han acogido la Galería Espacio Olvera y la Facultad de Bellas Artes de la capital andaluza, el Museo de Cádiz y el de Málaga, y su participación en colectivas le ha llevado a espacios como el Santa Clara, el ICAS, la Galería Birimbao y el Colegio de Arquitectos, de nuevo en Sevilla; el Museu Municipal de Faro, la Facultad de Bellas Artes de la Complutense, la Fundación Antonio Gala de Córdoba y las sedes de Badr el Jundi en Madrid y Marbella; en la última edición de ARCOmadrid pudimos encontrar su obra, además, en el stand de Iniciarte.
Ha obtenido Tello becas de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce (Segovia), el Ministerio de Cultura (FormArte), la Agencia Andaluza de Instituciones Culturales (Iniciarte) y la mencionada Fundación Antonio Gala; también participó, en 2021, en la convocatoria A Secas. Artistas Andaluces de Ahora y ese mismo año se encontró entre los ganadores del VIII Premio UNIA de Pintura.
Tello se suma esta semana a nuestros Fichados porque queremos saber más de la relación de sus creaciones coloristas con reflexiones sobre el imaginario femenino, en lo que tiene que ver con su representación estética y con los tics de la sociedad de consumo. Las asociaciones identitarias ligadas a la belleza, lo ornamental y lo superficial, manejadas en los medios de comunicación y en la publicidad y por ello muy presentes, para la autora, en el día a día de la mayoría, las revisa a veces a partir de los citados juguetes infantiles, por el atractivo visual con que ellos mismos cuentan y por las analogías que permiten, aunque sus sendas recientes han ampliado enfoques y disciplinas.
No se atreve la artista a datar el momento en que decidió que se dedicaría a la creación; la entiende como una forma de vida: Es difícil concretar el comienzo, porque para mí es una manera de estar en el mundo. Supongo que es una inquietud que se ha vuelto cada vez más intensa. Desde que pasaba las tardes con mis lápices de colores intentando distinguir el color amarillo del blanco del papel, hasta entender que quería dedicarme a esto 15 años más tarde.
Le interesa, como avanzamos, lo femenino contemplado desde perspectivas diversas, a veces desde la cercanía y otras imprimiendo una mayor distancia, y esa misma experimentación con el punto de vista, las escalas y con aquellos medios que se los permiten es otro de los ejes de su producción: Mi trabajo parte de un interés por el imaginario femenino. Creo que lo asimilo como una fuerza que tensiona el acercarse y alejarse de las cosas, desvelando una feminidad desconcertante. Al sentirme próxima a esta fuerza trato de enlazar visiones que me sitúan de alguna manera como una extraña que observa apariciones en lo cotidiano, a las que dar lectura y descodificar, pero aún contener en el lugar del afecto.
A menudo recurro a la iconografía infantil atraída por cuestiones como el binomio naturaleza-artificio, la melancolía o el juego de relación de escalas. Trabajo con materiales y texturas que me permiten experimentar con el afecto y la distancia, algo así como la urgencia de un souvenir por salvaguardar sentimientos en un objeto. Esos objetos no se enmarcan dentro de un momento ni lugar concretos, sino que más bien lo percibo como un continuum o una extensión de otra cosa.
Aunque buena parte de sus trabajos son pictóricos, Lucía se ha abierto también a otras disciplinas, en las dos y las tres dimensiones. El empleo de una u otra técnica tiene que ver con las necesidades del propio proyecto y con los mensajes que desea transmitir, por eso no establece barreras de antemano en cuanto a desarrollos materiales. Respecto a formatos, juega como dijimos con las escalas grandes y pequeñas y con lo que una y otra pueden, sorpresivamente, contener: Mis intereses inicialmente estuvieron centrados en los procesos de la pintura. Estos intereses han dado lugar a la necesidad de explorar otros procesos como el dibujo y la escultura, que hasta ahora mantenía en un lugar más íntimo y no salían de ahí. Realmente para mí no hay saltos entre una disciplina u otra, todo parte del desarrollo de las inquietudes personales y el interés por crear conexiones entre las cosas. Uso las técnicas que creo que me ayudan a potenciar aquello que digo e intento no limitarme para buscar nuevas formas de decirlo; resulta estimulante.
Trato de ser lo más honesta posible cuando estoy en el proceso. Empiezo recogiendo referencias y escribiendo sobre diferentes visiones que tengo acerca de un tema. A la vez aparecen las imágenes; primero son pequeñas y esquemáticas. Después se van complejizando y construyendo en el dibujo y la pintura, y con otros materiales que están a mi alcance: ya sean stickers brillantes, lazos y telas semitransparentes, flores secas o vaciados en resina, cualquier material que me de un chispazo.
En cuanto a los formatos, me gusta el vínculo que se origina entre la pequeña y gran escala. Lo ínfimo puede contener un gran mundo interior y lo grandioso puede estar a un palmo. Se trata de guardar y revelar, descubrir la magia que se esconde en lo cotidiano o lo próximo que puede resultar aquello que es extraordinario. Quiero generar un entorno de proximidades, una atmósfera que se concreta en el propio hacer.
Lo ínfimo puede contener un gran mundo interior y lo grandioso puede estar a un palmo. Se trata de guardar y revelar, descubrir la magia que se esconde en lo cotidiano o lo próximo que puede resultar aquello que es extraordinario.
Sus referencias son muy diversas, en estilos y cronologías. Quizá sea una de las pocas fichadas que haya mencionado abiertamente entre ellas la publicidad y determinados objetos que podríamos hallar en anticuarios, así como algunas corrientes artísticas poco presentes entre los ejes de estudio de la mayoría de los creadores de su generación: Mis influencias son variadas. Hay algunas referencias que no se agotan, como las que encuentro en la obra de Leonora Carrington, Gertrude Abercrombie, Kiki Smith o Philip Guston. También encuentro otras en la producción de James Castle, Karla Black, Mike Kelley, Roni Horn, Craigie Aitchison o Chris Martin.
Igualmente, me interesa comparar ciertas formas estilísticas que se repiten en la Historia del Arte, como por ejemplo las composiciones ornamentales del periodo gótico y la influencia en el Art Nouveau, así como en estéticas de los años 60 y 70; me ilusiona observar este tipo de evoluciones en recursos que están conectados en el tiempo. Trabajo con un archivo que está casi vivo porque cambia de manera constante. Últimamente aparecen cartas de finales de los siglos XVIII y XIX, paisajes románticos, anuncios publicitarios de cocina, decoración de interiores de los años 50 y 60, escenas del Rococó, conchas marinas, relicarios y objetos de cristal.
Entre sus proyectos fundamentales hasta ahora, cita Tello aguabolero, del que comenzábamos hablando, y también su serie Eterno femenino, más específicamente centrada en las representaciones y estéticas asociadas a la mujer y la niñez: El proyecto Eterno Femenino trató sobre la idea de lo eterno atravesada por el imaginario femenino vinculado a la infancia. En este planteamiento se enreda la construcción imaginaria de identidad de género y la identificación de esas formas como propias. Recurrí a símbolos como el lazo y otros elementos inspirados en juguetes infantiles, como Polly Pocket, para adentrarme en este imaginario.
aguabolero es mi último proyecto. El título es una palabra inventada, para mi es una manera de incluir las piezas con un sonido de fondo, en una atmósfera que las envuelve. Por un lado, la referencia a lo acuático o sumergido en un ambiente está presente en el proyecto. Por otro lado, el bolero es una manera de referirme a un ritmo sinuoso y lento, melódico y que a menudo trata temas del romanticismo y la melancolía. La palabra también proviene de “bola” y “burbuja”, algo redondeado.
El proyecto parte de un encuentro de cartas postales de inicios del siglo XX en un mercado de antigüedades de París. Me llamó la atención de estas cartas la combinación de imágenes con la escritura en el reverso. En la mayoría de ellas no era capaz de descifrar lo escrito pero podía sentir el mensaje. Esto me hizo pensar en que eran reliquias que viajaban de un lugar a otro, guardando una distancia geográfica en el momento que fueron enviadas y temporal respecto a mí. Las imágenes de las postales contenían motivos florales y collages de paisajes enmarcados que me producían un sentimiento melancólico y eran como un abrazo en la distancia. Veo algo de religioso en esto, en el recuerdo que de aquello queda, que es finalmente un material. Es por ese motivo por el que creo que el juego de texturas es relevante en mi trabajo.
Actualmente, hasta el 18 de noviembre, expone Tello en Alemania: en el Raum MG16 de Colonia, en el marco de la colectiva “On Music”, comisariada por Markus Kersting. La acompañan Liora Epstein, Nils-Simon Fischer, Thomas Huy, Dennis Kauzner, Helena Münch, Eduardo Martin Del Pozo, Stefan Seelge y Paul Owen Weiner.
Seguid sus pasos en su perfil de Instagram: https://www.instagram.com/_luciatello
