NOMBRE: Jon
APELLIDOS: Amorrortu
LUGAR DE NACIMIENTO: Bilbao
FECHA DE NACIMIENTO: 1990
PROFESIÓN: Artista
Conocimos a Jon Amorrortu el año pasado, que fue también uno de los más fructíferos de su carrera: fue seleccionado en el Premio Nacional de Pintura Joven de la Fundación Ibercaja, obtuvo una beca de producción de BilbaoArte y pudimos contemplar su trabajo en la Galería Lumbreras, donde expuso en el marco de su programa JOVEN LLAMA JOVEN y mientras terminaba su Máster de Pintura en la Universidad del País Vasco. Sus pinturas allí, que formaban parte del proyecto Un huracán vino a verme, remitían a pensamientos y recuerdos, a los tonos de la naturaleza, a vivencias ligadas a la experiencia de la lluvia y el sol, la luz y la temperatura.
Graduado en Arte con Minor en Pintura por la citada UPV, ha cursado además el Master de Investigación, Arte y Creación en la Complutense y otras muestras individuales las ha presentado en Las Arenas (Getxo), el Palacio Horcasitas de Balmaseda, BASE Galería (Bilbao) y el Ayuntamiento de Deba; su participación en colectivas le ha llevado a espacios como la Royal Academy of Art de La Haya, la Sala Portalea de Eibar, el Museo de Reproducciones de Bilbao, Aroztegi Aretoa (Vergara), la Sala Araba de Vitoria, la Alhóndiga de Segovia, la Fundación Ibercaja de Zaragoza o la iGallery de Palma de Mallorca.
Asimismo, recibió en 2022 el tercer premio de pintura EIA21 y el segundo en el XXV Certamen Jóvenes Pintores de la Fundación Gaceta de Salamanca; en 2019 participó en el Encontro do Artistas Novos de Santiago de Compostela, en 2021 recibió una beca de la Academia de San Quirce segoviana y, un año más tarde, llevó a cabo una residencia en Nautilus (Lanzarote).
Se suma Amorrortu a nuestros Fichados porque queremos saber más de la concepción procesual que mantiene sobre su trabajo, basado en la sucesión de capas o pasos hasta alcanzar un resultado final -que entre el cuaderno y la tela no solo pasa por el dibujo, sino también por el collage-; y de esa observación de lo cotidiano que le lleva a encontrar sus motivos entre paisajes, personas o palabras oídas en su entorno, aunque, como veremos, el eje de sus intereses es la propia disciplina pictórica.
No recuerda Jon cuándo decidió tomar el camino de lo artístico, pero sí que en su infancia visitar museos no era para él sufrimiento sino disfrute y que contó con el estímulo de su familia a la hora de comenzar a crear: Supongo que siempre he tenido inquietudes para el arte, no creo poder concretar cuándo exactamente comencé a trabajar como artista, pero entiendo que es algo que siempre he tenido claro.
Recuerdo, en cambio, varias anécdotas que podrían datar o dar luz en torno a la pregunta. Recuerdo, siendo pequeño, visitar museos y quedarme ligeramente embobado frente a las pinturas y hacerme preguntas sobre quiénes eran esos personajes, qué vida tendrían, dónde se encontraban, cuáles eran las historias alrededor de esos cuadros.
Recuerdo tener inquietudes de “jugar” con las esculturas, seguir los volúmenes, los espacios y ser consciente del lugar y el espacio que ocupaban. No he tenido un entorno vinculado con la plástica, pero siempre ha estado muy rodeado de cine, de música y de libros. Mis padres, desde pequeño, me han impulsado a seguir creciendo en las artes, desde comprarme material para que jugara, hasta apuntarme a clases de dibujo y pintura de manera extraescolar.
Recuerdo los veranos en el pueblo cuando visitaba la casa de mis tíos, que tenían un armario lleno de lápices y papeles y siempre los usaba para pintar, o recuerdo sentarme al lado de mi amama (abuela) para hacer punto de cruz con ella en la plaza del pozo. Entonces, sí puedo sentir un crecimiento o un interés por las artes desde muy joven, pero creo que a mis padres les debo dónde estoy ahora, por haber sabido calmar la hiperactividad de un niño apuntándole a clases de dibujo y pintura y generar con ello una inquietud creciente, hasta el día de hoy, por la plástica y las artes en general.
Decíamos que lo por él vivido, experimentado, es el germen de su obra; ese partir de lo cercano tiene que ver con sus inquietudes, más ligadas a los modos de pintar que a lo representado en sí: Siempre digo que es muy importante vivir para pintar, tener experiencias, vivirlas para poder después traducirlo a pintura. Desde hace un tiempo no me preocupo tanto por el qué pintar, sino más bien por el cómo pintarlo. No hay tanto de representacional en mi obra como lo hay de características y cualidades pictóricas per se.
En esa despreocupación por el motivo, es cierto que encuentro en lo vegetal y en los materiales un interés pictórico, por explorar diferentes maneras de trabajar y componer. También encuentro en la figura humana una manera cercana de referirme a mi entorno, a mi cotidianidad.
En esta cotidianidad hallo los intereses para trabajar. Todo me interesa, todo puede ser pintado. En mis pinturas aparecen las plantas, las flores, las texturas, las mesas, los plásticos, las figuras, los detalles y los paisajes, pero realmente lo que me importa es el propio lenguaje de la pintura, la línea entre lo representacional y lo abstracto. Me gusta referirme a ello como un realismo deshecho, donde claramente hay elementos narrativos y perfectamente visibles, pero a la vez hay elementos que tensan esa realidad y hablan desde las cualidades y características pictóricas. El poder que tiene una imagen de generar nuevas imágenes es una cualidad que me atrae en mi investigación.
Lo que me importa es el propio lenguaje de la pintura, la línea entre lo representacional y lo abstracto. Me gusta referirme a ello como un realismo deshecho.
Nos referíamos antes al collage como parte de su trabajo; Amorrortu lo considera clave en sus procedimientos, a los que concede, como dijimos, mucha relevancia. Su terreno es el de la pintura, pero su manejo de técnicas y materiales va más allá del que esta disciplina suele aparejar: Mi metodología de trabajo se fundamenta en el collage, tanto digital como tradicional. Es muy importante el proceso en mis pinturas. El uso del papel, los rotuladores, las ceras, los sprays, el acrílico y el óleo son los materiales más usados. El punto de inicio es variado; puedo usar el dibujo, la acuarela, los apuntes rápidos a tinta, los textos, mis fotografías, las composiciones de color, los apuntes a lápices de colores o rotuladores. Siempre trabajo desde lo pequeño a lo grande, del boceto a la obra.
Existe una larga lista de pasos antes de una pieza y esos pasos pueden ser muy diversos y tan amplios como materiales tenga a mi disposición. Por ejemplo, parto desde composiciones en papeles de acuarela que mezclo con dibujos a línea que, a su vez, se traspasan a estudios de color en rotuladores y seguidamente a bocetos de la imagen, a trabajar en formatos de papel de óleo para finalmente llevarlos a soportes más nobles, como la pintura al óleo sobre lino. Puede darse el caso, incluso, de que a medida que avanza el proceso este se pare para volver unos pasos atrás, por ejemplo, romper una pintura para poder componer con los trozos de la tela o el papel.
Esos intereses temáticos se entremezclan con la metodología de trabajo: me gusta empezar pintando con acuarelas, lápices de colores, rotuladores o ceras y después rasgar esos papeles para componer mediante el collage otras imágenes. El trabajo se sucede en diversos estudios de menor o mayor tamaño antes de la obra final; en estos me atrevo con materiales como el spray o el acrílico para poder hacer composiciones más rígidas que las que ocurren en el papel.
Con toda esta información de materiales, color y composición, trabajo sobre soportes más clásicos, como el bastidor de tela de lino, y el trabajo de pintura se fundamenta sobre pintura al óleo mezclándose con materiales que se salen de lo clásico, como los rotuladores, ceras o sprays. En este último paso es importante anotar que las telas, previamente a ser grapadas sobre el bastidor, se trabajan en la pared, con la tela extendida. Esto me da una sensación de apertura y de no tener límites que se encapsula una vez se coloca sobre el soporte rígido.
En todo este proceso está muy presente el error o lo inesperado, el dejar que las cosas tengan su lugar y no regirme única y exclusivamente por la idea procesual que he ido trabajando previamente. Es así como ocurren cosas que de otra manera no ocurrirían.
Sus referencias, nos explica, son diversas; cita a grandes pintores de ayer y hoy pero también escritores, filósofos, cineastas o grupos musicales. En cualquier caso se encuentran en evolución continua: El tema de las influencias es muy variable, con el tiempo cambian. Artistas que no me gustaban ahora me gustan, y otros que me gustaban ya no tienen tanto peso. Siempre es importante hablar de los referentes, ya que con ellos aprendemos, podría hacer una lista y seguro que me dejo alguno.
Siempre tengo presentes pintores como Michaël Borremans, Gerhard Richter, Luc Tuymans, John Singer Sargent, Sorolla, Velázquez, Isabel Baquedano, Euan Uglow, Irene Cuadrado, Alberto Giacometti, Francis Bacon, Georgia O´Keeffe, Marlene Dumas, Liu Xiaodong, Hurvin Anderson, Kerstin Brätsch, Lisa Brice, Justin Mortimer o Antonio Lopez, entre otros muchos. Bebo mucho de otros medios como las películas de Tarantino o las historias de Lars Von Trier. Novelas gráficas como Persépolis, Maus, El Eternauta o Berlín me han acompañado durante mucho tiempo. La literatura de Edgar Allan Poe, el libro Pintura. El concepto de diagrama de Gilles Deleuze o la música de Radiohead son elementos que han dejado poso de una manera o de otra.
Las influencias, al igual que mi trabajo, evolucionan con el paso del tiempo; siempre recurro a ellas para aprender y quedarme con aspectos que me gustan y también para desechar otros. Es importante para mí mantener una mirada receptiva, pero siendo consciente de lo que pueden aportarme.
Entre sus principales proyectos desarrollados hasta ahora, cita Jon sus dos exhibiciones más recientes, una individual y una colectiva: Durante este año 2023 he tenido la oportunidad de realizar dos exposiciones: “Qué más da, al final es pintura” en el Claustro de la Iglesia de Santa María en Deba, Gipuzkoa; y la colectiva “Crick-Crack 23” en la Galería igallery de Palma de Mallorca. Este año queda marcado por una investigación en el estudio que da lugar a estas dos muestras, donde he podido enseñar el trabajo realizado a lo largo de estos meses.
La exposición del claustro de Deba lleva por título, y a modo de risa, la motivación por la que he explorado e investigado las características pictóricas por encima de los motivos. “Qué más da, al final es pintura” es una declaración de intenciones de que lo que realmente me importa es lo que ocurre en el lienzo, los contrastes, las temperaturas, el color y cómo se relacionan entre sí. En esta exposición se han podido ver cuadros de gran tamaño, series y cuadros de menor tamaño donde exploro las cualidades de la pintura y donde el espectador puede sentir una narrativa entre lo vegetal, los materiales y las figuras.
Próximamente lo encontraremos en Bilbao y Madrid: Para lo que queda de año tengo programada una exposición en un espacio nuevo y muy personal en Bilbao que se llama el departamento, un lugar donde realizar pequeños proyectos y gestos expositivos donde mostraré parte de mi proceso, no tanto obras finales sino la parte más procesual, y que me gustaría que tuviera cabida en el formato expositivo. Está exposición se realizara tras una microrresidencia en este espacio, donde poder dialogar y gestar obras que vayan de la mano con el propio lugar. Y por otro lado, a mediados del año que viene, tendré mi primera exposición individual en Madrid de la mano de la Galería Sara Caso, de la que todavía no puedo adelantar mucho.
Podremos seguir los pasos de Amorrortu en su web: www.jonamorrortu.com; también en Instagram: @jon.amorrortu
