Fernando Huici
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Ni lo mayor ni lo mejor, ni lo más valioso o lo más nuevo, tan sólo cosas que vi en la feria y merecía la pena. En Gmurzynska, la huella que un cuerpo embadurnado en color dejó sobre el lienzo. Recuerdo, de niño, un reportaje de NODO con Yves Klein en la acción que da origen a esas obras y la voz del locutor burlándose de lo que creía una burla, pero cuyo rastro sigue hoy impregnado de una indescifrable y melancólica belleza.
En este tiempo de histeria fotográfica, tan gélida, mecánica y banal bien a menudo, en Juana de Aizpuru, un ciclo magistral de un nombre mayor de nuestra fotografía: Rituales en Haití de Cristina García Rodero, sobrecogedora siembra de tiniebla y luz, inseminada por el aliento primordial de lo sagrado. Y otro referente sacro, pero este elevado a los altares del arte occidental como arquetipo fundador del paisaje contemporáneo, aquel monte Sainte Victoire ante el que andara Cézanne tanteando su pequeña sensación, y al que da nueva vida, en Max Estrella, el artefacto ideado por Fernando Sánchez Castillo para coronar de nieves, tan perpetuas como reales, sus míticas cumbres.
Puestos a destilar magia de los recursos triviales de la técnica, pocas sorpresas en este Arco como la pieza que el californiano Peter Sarkisian presenta en Linda Durham. Un mueble anodino y sobre el tan sólo un cuenco donde chapotea en su níveo baño virtual, como en un eco poético de los films de Harryhaussen, un diminuto y esquivo desnudo de mujer.
Y mucho más, la hermosa amenaza de la mantis de acero que Blanca Muñoz nos brinda en María Martín, el círculo de plumas de una máquina espectral de Rebecca Horn en la Galerie de France, el nómada que se desvanece en la caja de luz de Alfredo Jaar de Oliva Arauna, el azul sin fondo del espejo cóncavo de Anish Kapoor en Lisson Gallery, la vida perra que se asoma, grotesca, a un lienzo de Lezama en OMR, destellos todos, entre otras cosas que vi en la feria.
english version Things I saw at the Fair Fernando Huici Neither the biggest or the best, nor the bravest or the newest, here I am just commenting on things I saw at the fair which were worth a look. At Gmurzynska, the trace which a paint-soaked body left on the canvas. As a child I remember a NODO feature with Yves Klein in action producing these works and the presenter¹s voice making fun of what he considered a joke, but whose traces continues today, imbued with an indescribable and melancholy beauty. At a time of hysterical enthusiasm for photography, at times so icy, mechanical and banal, Juana de Aizpuru has a magnificent series by a leading name in Spanish photography: Cristina García Rodero¹s “Haitian Rituals”, a marvellous sowing of shadow and light, impregnated with the primordial breath of the sacred. Another sacred reference, but this one raised up onto the altars of western art as the archetypal founder of contemporary landscape, that Mont Sainte Victoire, where Cézanne went groping for his “little sensation”, and which gains new life on the stand of Max Estrella in the object conceived by Fernando Sánchez Castillo for crowning its mythical peaks, as everlasting as they are real, with snow. Determined to distil magic from slight technical resources, there are few greater surprises at this year¹s ARCO than the work shown by the Californian artist Peter Sarkisian at Linda Durham. A nondescript piece of furniture, with on top of it a simple basin in which splashes a small, phantasmal female nude in a white virtual bath, like a poetic echo of a Harryhaussen¹s films. And much more, the sinister beauty of the steel “mantis” by Blanca Muñoz at María Martín, the circle of feathers of Rebecca Horn¹s spectral machine at Galerie de France, the nomad who vanishes in Alfredo Jaar¹s lightbox at Oliva Arauna, the endless blue of Anish Kapoor¹s concave mirror at Lisson Gallery, the wretched and grotesque life portrayed in Lezama¹s canvas at OMR, all highlights among things I saw at the fair.
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