Campo cerrado, arte español en los cuarenta

El Reina Sofía explora las relaciones entre arte y poder en la posguerra

Madrid,
Salvador Dalí. El enigma de Hitler, 1939. Museo Reina Sofía
Salvador Dalí. El enigma de Hitler, 1939. Museo Reina Sofía

Tras “Encuentros con los años 30”, una exposición que pudimos ver en el Museo Reina Sofía a finales de 2012 en la que ya se analizaban las relaciones de alianza y confrontación entre creación y poder a partir de obras de artistas españoles e internacionales, el MNCARS ha abierto hoy al público “Campo cerrado. Arte y poder en la posguerra española. 1939-1953”, una muestra que repasa ese periodo de los cuarenta anclado, como ha señalado Borja-Villel, entre dos fases brillantes: las décadas de los años veinte y treinta, correspondiente al desarrollo de las vanguardias, y la de los cincuenta, en la que realizaron quizá su mejor obra Antoni Tàpies y Manolo Millares.

La muestra, que según su comisaria Lola Jiménez-Blanco representa solo la punta del iceberg de la vasta creación española de los cuarenta desarrollada por quienes permanecieron en nuestro país y quienes se exiliaron, es extensísima y cuenta con cerca de un millar de obras, muchas procedentes de la colección del Reina Sofía y algunas de ellas adquiridas a medida que el centro estudiaba este periodo.

Antonio Saura. Fenómeno, 1953. Museo Reina Sofía
Antonio Saura. Fenómeno, 1953. Museo Reina Sofía

Las “líneas de fuerza” o nociones básicas que articulan la exposición son la idea de reconstrucción artística y cultural, el campo y el medio rural como escenario fundamental de esa reconstrucción, entendiéndolo como espacio puro y mítico donde tradición y modernidad se relacionan, y el peso del surrealismo. En relación con ese movimiento, la exposición presta atención al humor, a publicaciones a él dedicadas como La Codorniz, y a lo popular, al arte vinculado al circo o al teatro, que podía escapar con mayor facilidad de la censura.

Una parte importante de “Campo cerrado” se dedica a la producción desarrollada, como avanzábamos, por artistas que trabajaron en el exilio, desde el desarraigo y la nostalgia hacia su país y la fascinación, compatible, por el que los acogía, y también se concede gran peso al material de archivo e investigación, y si os interesa especialmente esta vertiente, su catálogo recoge textos de la época fundamentales para comprender el contexto de las piezas. Será, por cierto, el primer catálogo del Reina Sofía en colgarse de manera gratuita en la red.

Se alternan el estudio de temas generales y el de casos particulares, la presentación de obras de artistas bien conocidos, como Picasso, Miró o Dalí, y las de creadores que para buena parte del público serán descubrimientos y, también, las de pinturas de gran formato, pequeñas piezas y documentación.

Jiménez-Blanco ha señalado que la exposición se concibió a modo de trama, como tejido donde todo se cruza y las influencias fluyen generando conexiones inesperadas, pero documentadas, como las que enlazan el postismo con las artes plásticas y la pintura de paisaje, género tenido normalmente por neutral, con la exaltación de lo rural defendida por el régimen.

Reconstrucción
Reconstrucción

En definitiva, el gran hallazgo de “Campo cerrado” (el título, elegido por la profesora Carmen Bernárdez, se ha tomado de una novela de Max Aub) es la variedad y relevancia de las creaciones realizadas en la posguerra, pese a las dificultades materiales e ideológicas. No nos encontramos ante una etapa-páramo en lo cultural: la exposición quiere probar que no hay que caer en esquematizaciones apresuradas.

UNA DECENA DE CAMPOS ABIERTOS

Os aconsejamos visitar la muestra con tiempo y calzado cómodo. Hemos elegido diez de los trabajos que nos parecen más interesantes:
Reconstrucción. Junto a fotografías de Robert Capa, la poderosa pintura El enigma de Hitler de Dalí o retratos de figuras heroizadas del franquismo a cargo de Pancho Cossío, forman parte del arranque de la exposición, dedicado a la nueva era iniciada tras la Guerra Civil, portadas de la revista oficial Reconstrucción.

Esta publicación formó parte de un proyecto de propaganda del franquismo centrado en la difusión de las construcciones arquitectónicas que acompañarían este tiempo nuevo. Sus portadas ofrecen ejemplos de los estilos elegidos y presentan ejemplos simbólicos, como el caso de Belchite.

Retrato del Embajador Cárdenas, Salvador Dalí. Esta obra se expuso con frecuencia en los cuarenta, por ejemplo en la exposición oficial de arte español celebrada en 1947 en Buenos Aires, pero hasta hace poco se encontraba desaparecida. Aúna lo español y lo internacional, modernidad y tradición. Como fondo a la figura del embajador Cárdenas, que representaba a España en la Francia de Pétain e intervendría en la firma de los tratados hispano-americanos de 1953, encontramos El Escorial y varios Salvador Dalí. Retrato del Embajador Cárdenas, 1943personajes de La rendición de Breda.

Iban a comunicar, Juan Manuel Díaz Caneja. El núcleo de “Campo cerrado” lo constituyen cuatro salas dedicadas a la plasmación artística de la idea de lo rural. Junto a trabajos, entre otros, de José Guerrero, Benjamín Palencia, Santos Yubero o Joan Brotat, encontramos esta conmovedora pintura de Díaz Caneja, datada en 1948: una familia se dirige a la cárcel de un pueblo (los rodea un paisaje abierto de campos bañados por el sol) para hablar con familiares o seres queridos represaliados.

En el apartado Intervalo teatral os sugerimos fijaros en los figurines de Santiago Ontañón, que fue escenógrafo de Yerma de García-Lorca, para la versión teatral de la Numancia de Cervantes (ahora de nuevo en escena, por cierto) y los de Víctor Cortezo para la obra teatral de ciencia ficción Otoño del tres mil seis, de Agustín de Foxá. Destacan por su modernidad y su relación con la vanguardia.

La muy atrayente Cabeza de mujer negra de Maruja Mallo es una de las piezas presentes en la sección Exilios, en la que no podían faltar obras de Picasso, entre ellas el óleo Femme asise au fauteil gris, que terminó justo cuando acabó la guerra y poco después de la muerte de su madre.

Maruja Mallo. Cabeza de mujer negra, 1946
Maruja Mallo. Cabeza de mujer negra, 1946

Por desgracia ya no se conserva, pero una de las series que nos han parecido más atractivas en “Campo cerrado” es la dedicada a la reforma del Cine Dorado de Zaragoza, que se construyó en 1949. Miró proyectó su decoración desde postulados de las vanguardias históricas. En la sección donde se encuentran sus diseños, Arquitecturas, podréis conocer también en detalle cómo fue el pabellón español de la IX Trienal de Milán (1951), cuyo proyecto corrió a cargo de José Antonio Cordech. Supuso un hito, por su cariz no estrictamente tradicionalista: aunaba artesanía popular, románico y creación reciente. Escogió a los artistas participantes Rafael Santos Torroella.

Pabellón español en la IX Trienal de Milán, 1941
Pabellón español en la IX Trienal de Milán, 1941

 

Mathias Goeritz. Tótem, 1948
Mathias Goeritz. Tótem, 1948

Ya sabéis que el alemán Mathias Goeritz, instalado en España tras la II Guerra Mundial, fue alma de la Escuela de Altamira tras quedar impresionado por las cuevas. Propuso reactivar el arte de vanguardia español aunando lo nuevo y lo primitivo, y en el apartado Primitivo, mágico, oscuro podemos contemplar obras suyas en papel y su boceto para un cartel de las cuevas.

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