La identidad acuática de Barceló

La Galería Elvira González presenta una muestra que examina sus vínculos con el mar

Madrid,

Llevaría una vida de pulpo
De noche comiendo cangrejos y gambas
Y en las horas de sol, dentro de las barracas
No iría casi nunca a la Ciutat, ni a misa, ni al mercado
No haría nada en todo el día, observaría las colecciones de caparazones de cangrejos peludos y lapas
Tendría cuidado con las morenas pero me entretendría mirando un sorbo de tinta suspendido, exuberante (circunspecto) siempre a punto de proyectar un gargajo negro definitivo y acabar cualquier conversación.

El mar -y lo veíamos también en la reciente muestra de dibujos y bordados que presentó en el Jardín Botánico de Madrid junto a su madre, “Vivarium“- es un elemento fundamental de la obra de Miquel Barceló desde sus inicios: en aquellos comienzos y siempre, el sello mediterráneo está presente en su trabajo y esa referencia se completó con aguas más lejanas desde mediados de los ochenta, cuando el mallorquín comenzó a viajar frecuentemente a África Occidental e hizo de la población y el paisaje de Mali la fuente de inspiración de muchas de sus pinturas.

Miquel Barceló. Temor i tremolor, 2018
Miquel Barceló. Temor i tremolor, 2018

El mero hecho artístico, el ser y el trabajar como creador fueron el centro de sus pinturas tempranas; más adelante realizaría naturalezas muertas o imágenes de bibliotecas y museos en las que plasmó su estudio de la historia de la pintura y también paisajes de exaltación de la fauna y flora terrestre y marítima, magnéticos y de colores saturados. La misma temática la trasladó a esculturas y cerámicas y compaginó esas técnicas con sus dibujos, que él concibe y organiza como diarios de viaje y como medio de exploración tanto de los materiales de la pintura como de la propia naturaleza y el territorio.

En su relación con el paisaje y con el mar se centra “Vida de pulpo”, la segunda muestra individual de Barceló en la Galería Elvira González. Consta de quince pinturas, una docena de dibujos y dos cerámicas, todas inéditas y realizadas en los últimos dos años. En ellas podemos apreciar ese profundo vínculo, originario y telúrico, del artista con el mar, al que se acerca desde un punto de vista, a menudo, cercano al romanticismo y a su noción de lo sublime. Sin embargo, es posible encontrar más lecturas de estas obras si las interpretamos desde el contexto actual: tormentas, nubes negras y mares inquietos pueden referirse a una etapa, si no oscura, sí llena de incertidumbres; son metáfora de lo cambiante. Y es inevitable pensar en el drama de la inmigración en el Mediterráneo contemplando sus barcas llenas de gente, o perdidas y vacías entre las olas. A diferencia de las que pintó en Mali, estas se dirigen a la muerte.

Preside el conjunto un gran pulpo de colores, ese cuya vida Barceló envidia, y también podemos contemplar en Elvira González varios autorretratos, sus recientes ilustraciones para el Fausto de Goethe y para cuentos por todos conocidos. En 2020 presentará una nueva individual en el Museo Picasso de Málaga.

Miquel Barceló. Hansel y Gretel, 2017
Miquel Barceló. Hansel y Gretel, 2017

 

 

Miquel Barceló. “Vida de pulpo”

GALERÍA ELVIRA GONZÁLEZ

c/ Hermanos Álvarez Quintero, 1

Madrid

Del 19 de enero al 30 de marzo de 2019

 

 

Comentarios