Annette Messager, lo público y lo púdico

El IVAM dedica una retrospectiva a la artista francesa

Valencia,

Hace casi veinte años que no llegaba a España (al Museo Reina Sofía) una individual de Annette Messager, una artista francesa que ha convertido sus firmes convicciones feministas en el eje de su obra y que trabaja con materiales simples y cotidianos, como la lana, los peluches, los almohadones, las cuerdas o la tela para generar a partir de ellos, y bajo la influencia del Art Brut o el surrealismo, una suerte de arqueología del universo femenino desde una perspectiva crítica y combativa.

Ese escaso predicamento en nuestro país contrasta con su presencia habitual en el circuito internacional: han mostrado su obra el Pompidou, el Museo de Arte Moderno de San Francisco o el MoMA neoyorquino; en 2005 recibió el León de Oro en Venecia y, en 2016, el Premio Imperial de Japón, uno de los galardones más prestigiosos del mundo en el campo de las artes plásticas.

La antología que, desde hoy y hasta noviembre, le brinda el IVAM coincide con la que el MUSAC leonés dedica a otra artista francesa (de origen cubano) que ha articulado su producción a partir de la conciencia de género y del uso de materiales humildes, Hessie, y cuenta con medio centenar de trabajos entre instalaciones multimedia (la mayoría de las piezas), esculturas y dibujos. Trabaja en técnicas diversas porque cree firmemente en las identidades múltiples y Nauman y Beuys le influyeron decisivamente a la hora de crear con cualquier material a mano.

Annette Messager. Homenaje a las costureras, 2015. Cortesía de Marian Goodman Gallery
Annette Messager. Homenaje a las costureras, 2015. Cortesía de Marian Goodman Gallery

Todos y cada uno de estos trabajos han de leerse como ventanas a realidades femeninas, íntimas, públicas o ambas cosas, y siempre políticas. En Valencia podemos contemplar el que es uno de sus proyectos más directos, su gran Papel pintado de úteros (2017) contra los tabúes, y también instalaciones en las que otras realidades ocultas de la mujer (su vestimenta interior y su trabajo) salen a la luz, como las anteriores El tutú despeinado u Homenaje a las costureras, alegatos sencillos contra el machismo y la objetualización del cuerpo femenino a partir de su representación fragmentada.

Entre los proyectos más recientes presentes en el IVAM figuran algunos vinculados al colectivo Femen: desde 2016, Messager viene trabajando en una serie de obras en papel y en esculturas en las que combate las múltiples caras de la discriminación en el ayer y el hoy: el sexismo, la homofobia, el racismo… Algunas de ellas aluden muy directamente a las acciones de ese grupo, como los dibujos de mujeres semidesnudas que reivindican su independencia a través del cuerpo en Yo soy mi propia profeta; otras claman contra la idealización y mercantilización del cuerpo femenino a través de sus materiales, como Coquelicots, elaborada con sangre menstrual, o convierten el útero –muy presente en la exposición– en emblema de los deseos y libres voluntades de la mujer, como 4 Úteros. Así transforma la artista el cuerpo femenino en herramienta para expresar ideas de sus dueñas, sin tamices externos o impuestos ni condicionantes políticos, religiosos e incluso éticos; lo vemos también en In Gay We Trust.

Annette Messager. Uterus-doigt d' honneur, 2017. Cortesía de Marian Goodman Gallery
Annette Messager. Uterus-doigt d’ honneur, 2017. Cortesía de Marian Goodman Gallery

Messager se mantiene fiel a sus principios desde los setenta: son las mismas sus obsesiones y querencias desde que comenzó a trabajar y ahora como entonces utiliza objetos que aluden al mundo infantil, presentándolos de modo que no sugieran ternura sino malestar: en 2 fusils badgés o 3 Marionetas PQ, la infancia no es un recuerdo amable sino un universo lejano y cruel.

En el tratamiento del espacio y en la disposición de los objetos en cada una de las instalaciones, sean de pequeño o gran formato, se da un acentuado componente teatral: somete a las figuras a una mirada dantesca, llena de una ironía sin asomo de inocencia, y en ocasiones recurre a la oscuridad para que el espectador tenga que descubrir por sí mismo los elementos que componen cada proyecto, acercándose y agudizando la vista. No hay que olvidar que, por edad, pertenece la autora a la Generación del 68 (de hecho estuvo en las barricadas, aunque reconoce que la revuelta la lideraron machistas), y de forma natural cuestiona críticamente los modos de producir y exhibir arte. Está convencida de que está en la calle y no en las salas.

Ese juego con el espectador del que hablábamos se da en las dos instalaciones de gran formato que pueden verse en esta antología: en Sotavento, pieza de hace diez años, la artista buscó que el visitante se olvidara al contemplarla de que se encuentra en un museo al fijarse en los movimientos, similares a los de la respiración humana, que varios ventiladores producen en una tela de seda negra levemente iluminada. Bajo ella, en realidad, hay más que ventiladores: tenemos que aproximarnos al aire para descubrir peluches o fragmentos de cuerpos que sugieren que lo que la seda oculta es el infierno. O el mundo de los sueños, o el inconsciente.

La otra gran instalación de la muestra es Motion-Emotion, compuesta por muñecos, objetos de plástico y vestidos agitados, igualmente, por el aire de una veintena de ventiladores, como el que también hacía bailar El tutú despeinado. Esas corrientes sugieren, en la obra de Messager, la liviandad del ser humano y la fugacidad de su vida, aunque en ocasiones se han interpretado también como referencia a la porosidad, la fácil difusión, de las creencias machistas en la opinión pública.

Annette Messager. Motion-Emotion, 2009-2013. Cortesía de Marian Goodman Gallery
Annette Messager. Motion-Emotion, 2009-2013. Cortesía de Marian Goodman Gallery

Es conveniente que sea el espectador quien extraiga, en cualquier caso, sus conclusiones, y que no busque cerrarlas: la artista cree en el poder de los secretos y de las sugerencias y en que no todo ha de ser revelado; encuentra necedad en la evidencia. Por eso el trabajo más reciente expuesto en el IVAM, Sleeping Deep Red, de este mismo año, no puede interpretarse en una sola dirección: consta de un saco de dormir acolchado y colgado en la pared del que sobresalen enigmáticas manos negras, como las que día a día esperan ayuda para cruzar el Mediterráneo. Por su forma y su tono rojo, puede remitir también al órgano sexual femenino y a la iconografía (onírica y fetichista) desarrollada en torno a él. De nuevo, lo cotidiano se hace político, que no obvio, y aquello a lo que no se da consideración la adquiere y genera sentimientos nuevos.

Esta exposición se produce después de que Messager recibiera el Premio Julio González correspondiente a este año (y es la primera vez que lo recibe una mujer).

Annette Messager. Sleeping Deep Red, 2018. Cortesía de Marian Goodman Gallery
Annette Messager. Sleeping Deep Red, 2018. Cortesía de Marian Goodman Gallery

 

Annette Messager. “Pudique-publique”

IVAM. INSTITUTO VALENCIANO DE ARTE MODERNO

c/ Guillem de Castro, 118

Valencia

Del 5 de julio al 4 de noviembre de 2018

 

 

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