Una burbuja blanca para el Museo Guggenheim

Ernesto Neto. Burbuja blanca, 2017. Museo Guggenheim Bilbao
Ernesto Neto. Burbuja blanca, 2017. Museo Guggenheim Bilbao

Hace ya tres años, el Museo Guggenheim Bilbao presentó la retrospectiva dedicada a Ernesto Neto “El cuerpo que me lleva”, en la que nos enseñó sus esculturas orgánicas, a veces de dimensiones colosales, creadas con telas semitransparentes de poliamida elástica, y a veces rellenas de diversos materiales.

En la producción del brasileño encontramos sutiles dibujos e instalaciones de grandes dimensiones, estas últimas concebidas para atravesarlas, habitarlas, sentirlas u olerlas; para que, en definitiva, el espectador pueda interactuar con ellas y recordar que su cuerpo, como estas piezas, es frágil. Y que no pasa nada por dejar de pensar un rato y dedicarnos a experimentar.

Coincidiendo con el vigésimo aniversario del museo, Neto ha donado ahora al Guggenheim Burbuja blanca (2013-2017), una obra basada en uno de los elementos que integraba Hiperhorizonte de eventos, una de las piezas incluidas en su exposición de 2014 que ha reconfigurado específicamente para adaptarse a los espacios del edificio de Gehry.

Al iniciar su recorrido por el espacio que ocupa la obra, el visitante notará cómo la estructura transparente irá cambiando con el peso de su cuerpo, y la huella que deje irá transformándose por la impronta de los cuerpos que llegarán después. Burbuja blanca quiere ser, así, una exploración y una reflexión sobre los límites del cuerpo humano.

 

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