Una conversación con Juan Fernández Álava. ”Se muere en cada pintura para nacer de nuevo y morir en la siguiente”

Decir que la pintura de Juan Fernández Álava (Piedrasblancas, Asturias, 1978) tiene cualidades visionarias no es recurrir a una metáfora para expresar las emociones que me evocan sus pinceladas. Describo un hecho objetivo. Su pintura me genera el temblor, el gozo y la inquietud de los óleos antiguos, capaces de superar el material (tela y pigmentos) y edificar un ente autónomo y abstracto. Esa es quizá la magia de la pintura clásica. Hoy muy pocos la logran. La prueba de fuego es sencilla y no requiere tecnología alguna: basta con situarse delante de la obra y experimentar dónde nos remueve. Si “la pintura es talismán” una especie de magma, de calor, me inunda. Diría que, en estos casos, el cerebro “pinta poco” y mandan las pulsiones reflejas, dirigidas por la médula espinal, capaz de hace latir los órganos internos más allá de nuestra voluntad y de intuir cuadros. Sumergida en ese campo energético se halla la pintura de Juan Fernández Álava. Os invito a entregaros a sus cuadros tal y como me gusta contemplar un amanecer: sin protección y en soledad.

 

“Veo amanecer a diario. Es un punto elevado en el terreno desde el que se divisa la torre de la Laboral de Gijón y los montes de Deva. Tenemos una visión muy amplia del cielo y vemos volar muchas aves: gaviotas, urracas, estorninos, raitanes…” Juan Fernández Álava

 

Juan Fernández Álava. Autorretrato
Autorretrato, 2013

SUSANA: Juan, cada vez considero más importante hacer las entrevistas “situadas”, marcando el tono de cómo nos encontramos ambos en el momento de fijar los párrafos. Porque preguntar qué opinas o qué sientes sin explicar el estado de ánimo inicial, elimina información sustancial. Además, vivimos una época extrema, dominada por la injusticia social, por el desastre ecológico, por la falta de compasión… cada vez cuesta más agarrarse al amor. ¿Cómo te encuentras tú en este momento?

JUAN: Actualmente vivo en un estado de calma. Pero es una calma interna que bucea en un mundo externo agitado y en crisis total que a veces la tambalea momentáneamente. Me preocupa la inconsciencia de parte de la Humanidad, que destruye sin freno y vive en el miedo, aunque hay otra parte que está extendiendo y contagiando su consciencia y plantando la semilla de una vida nueva.

SUSANA: Yo también siento esa fractura, esa grieta que se abre… y la lava que emerge de ella… pero esa sustancia que brota… unas veces me quema y otras me alivia.

JUAN: Yo tengo un pie en cada una de las partes, pero trato de saltar al lado utópico cada día para dejar atrás el distópico. La pintura es una parte muy importante de mi calma y siempre he entendido que no debe ser el medio para propagar el miedo. Eso no quita que haya temas como el fuego o nuestra relación con los animales que me resulten ahora un estímulo para llevarlos a mi trabajo. Pero todo tiene que aspirar a crear consciencia, a exaltar la diversidad presente en la unidad.

SUSANA: ¿Cuál es la motivación y cuáles son los retos de esta nueva exposición en la Galería Arancha Osoro de Oviedo: “Vida y Pintura”? Parece que lo cotidiano y lo filosófico conviven… al igual que el paisaje y el retrato…

JUAN: Han pasado dos años y medio desde mi última exposición individual de pintura y, cuando Arancha Osoro me propuso exponer en su galería, vi que los cuadros que había estado pintando en ese tiempo estaban muy centrados en situaciones de mi vida familiar. El hecho de peinar diariamente a mis dos hijas a veces lo he vivido como un cuadro holandés del s. XVII en movimiento, y me entraron ganas de pintar esa escena. También he ido recuperando el gusto por el paisaje. Cuando me adentro en la naturaleza siento cómo todo vibra y me gustaría traducir esa vibración a la tela. Es muy difícil. Por ahora más difícil para mí que las figuras.

SUSANA: Y tu pintura se va haciendo más traslucida… ¿cómo son las gamas que has elegido?

JUAN: Mis colores han ido perdiendo saturación. Se han aclarado y han ido apareciendo rojos, rosas, naranjas… Esos tubos estaban entre los verdes y los azules en mi mesa, pero casi nunca los utilizaba. De repente empecé a emplearlos más, y fue como si me diesen pie a no ser tan literal, a dejar que los elementos del cuadro no tuviesen que estar pendientes del modelo del que partían.

SUSANA: ¿Cuál fue tu primer acercamiento al Arte? ¿Dibujabas de niño? ¿Había interés en tu familia por la creación?

JUAN: Recuerdo dibujar desde siempre. Por placer y de manera natural. Sin necesidad de dibujar a diario, pero disfrutando cuando lo hacía. No pasaba de los folios y los rotuladores o los lápices, pero me encantaba hacer por ejemplo dibujos de los jugadores de baloncesto que me fascinaban.

SUSANA: Todos los hermanos sois artistas… Vuestra energía me llega muchísimo.

JUAN: Mi hermano Luis también dibujaba y yo veía que también disfrutaba. Chechu también, pero no recuerdo que nos enseñase sus dibujos. Mis padres siempre nos dejaron hacer. Cantaban en un coro y teníamos una buena colección de música clásica que luego fuimos aumentando con música pop, rock, jazz… Tocábamos un poco la guitarra, luego yo me compré una batería y ensayaba con los colegas en el garaje… La pintura llegó ya en Bellas Artes, siguiendo el camino que ya había abierto mi hermana.

SUSANA: Yo tengo tres hermanas que lo son todo para mí y he intuido que tus hermanos (Chechu Álava y Luis Argeo) son muy importantes para ti… Es algo que se percibe cuando compartes una unión fraternal.

JUAN: Yo soy el menor de los tres y ambos me han influido mucho. Veía con ellos películas que traían a casa, me descubrían música, libros… Luis y yo jugábamos a baloncesto en el mismo club, compartíamos amigos. Mi hermana me animó a entrar en Bellas Artes. Los dos estaban en Salamanca cuando yo llegué a estudiar y vivimos juntos en un piso donde me reencontré con ellos después de varios años y me sentí abierto a una nueva vida llena de libertad. Luis también vive en Gijón y es padre. Y Chechu también tiene dos hijas. Es una gozada juntar a los primos y ver lo bien que se lo pasan juntos, igual que hacíamos nosotros tres en nuestros veranos en Tenerife con los primos.

Juan Fernández Álava. Niñas dormidas
Niñas dormidas, 2019
Juan Fernández Álava. Descanso
Descanso, 2019

SUSANA: ¿Cómo valoras tu formación académica? ¿Han sido importantes otros artistas amigos para tu formación? ¿Consideras importantes los saberes que están fuera de la vida académica?

JUAN: Soy licenciado en BBAA por la Universidad de Salamanca. Mi hermana, que también estudió allí, siempre ha sido una referencia por el compromiso total hacia su pintura. Otros colegas que no pintaban, pero se expresaban mediante la foto, la instalación o simplemente compartiendo música o tocándola también han sido estimulantes. Actualmente me siento muy afortunado por tener cerca a pintores que admiro, como Alberto Ámez o Breza Cecchini, que además son amigos. Y valoro muchísimo a mis amigos de toda la vida, con los que he vivido todo tipo de aventuras. Tenemos conversaciones muy chulas, de las que te amplían el horizonte. Con ellos me encanta ir de monte, de playa, a comer, a beber… y algunos también tienen hijos.

SUSANA: ¿Cómo es la relación física con la pintura?

JUAN: Fascinante. El óleo es un gran descubrimiento para la Humanidad. Su elasticidad, su transparencia son perfectas para transmitir el asombro. Y los pinceles lo hacen bailar en la tela. Pero nunca se deja domar del todo porque es muy sensible. El matiz de un color o un trazo dado en la dirección equivocada puede cambiar el cuadro y hacer que se desmorone o, inesperadamente, que surja una vía nueva. No me considero ningún virtuoso. He ido aprendiendo a pintar sobre todo a través de la observación, de manera autodidacta (en BBAA no te enseñaban nada de esto). Luego está la presencia de los cuadros. Ver pintura, sobre todo si es buena, es una sacudida que te despierta y te impulsa a pintar. Es como si el cuadro te dijera: “Tú también puedes”.

Juan Fernández Álava. Julia
Julia, 2015

SUSANA: ¿Qué supone retratar a una persona? Siento algo muy conmovedor en tus retratos.

JUAN: El rostro humano es tan misterioso que no se agotará nunca como tema en la pintura. “Todo el mundo sabe lo que es una cabeza” le dijo Breton a Giacometti. “Yo no”, respondió éste. Es un tema eterno. Nunca ha habido dos rostros exactos. ¿No es eso un milagro? Cuando siento la urgencia de pintar a alguien, ese impulso nace de la sorpresa. Ahora veo a mis hijas crecer y cambiar a toda velocidad. Se les caen los dientes, les crece el pelo rapidísimo, su cara se estiliza… Es fascinante. Además, muestran sus emociones sin pudor. ¡Cómo me gustaría pintar todo eso! A veces también me proponen encargos, y son un buen reto que me permite fijarme en personas que no me había detenido a observar.

SUSANA: Háblame del proceso de retratar.

JUAN: Respecto al proceso, suelo empezar por tomar muchas fotografías del modelo, que luego miro muchas veces. De ahí va saliendo la esencia del retrato. Pero la pintura siempre toma las riendas y debo dejar que así sea. Una vez Fernando Galán, el editor de Art.es, me propuso retratar a su madre anciana. Cuando la conocí vi a una mujer muy mayor y muy limitada físicamente, pero con mucha vida latiendo dentro. Fue un encargo muy afortunado. Lo considero uno de mis mejores cuadros.

Juan Fernández Álava. Retratos
Rita, 2019 (a la izquierda) y WhoMan, 2017 (a la derecha)

SUSANA: ¿Cómo influyó en tu trabajo la paternidad? En mi caso, mis hijos me agarran a la vida real tanto como me despegan y me regresan a la infancia. Es una experiencia muy completa de opuestos: realidad + imaginación.

JUAN: A nivel organizativo la paternidad provocó distintos cambios en mi rutina. Antes de ser padre estaba muchas horas del día en el taller. No siempre pintando, sino mirando libros, tumbado mirando al techo, tocando la guitarra, mirando los cuadros… Ahora las horas de taller son oro puro. Sigo haciendo todo eso, pero la paternidad me ha enseñado a aprovechar mucho más cada minuto. Antes creía que si no tenía toda la tarde noche por delante no merecía la pena ponerme a pintar. Ahora puedo sacar mucho jugo de una hora en la que sólo doy cuatro pinceladas o preparo dos telas. Por otro lado, se me ha abierto un mundo, el de la infancia, y mis sentimientos como padre también son algo nuevo para mí. El amor a tus hijos te abre a una dimensión desconocida.

Juan Fernández Álava. El peinado
El peinado, 2019
Juan Fernández Álava. Mati dormida
Mati dormida, 2019

SUSANA: Miras por la ventana de casa y qué ves. Confieso que esta es mi pregunta preferida de todos mis cuestionarios.

JUAN: Veo amanecer a diario. Es un punto elevado en el terreno desde el que se divisa la torre de la Laboral de Gijón y los montes de Deva por encima de los edificios de enfrente, que quedan más bajos. Tenemos una visión muy amplia del cielo y vemos volar muchas aves: gaviotas, urracas, estorninos, raitanes… que además se posan en el prado que hay bajo nuestra ventana y a los que me gusta lanzarles restos de pan. A veces se posan también en nuestro alféizar. Un día antes de que naciese nuestra segunda hija vino a ese prado un ganso. Cuando volvimos del hospital con Matilde en brazos se fue. Este mes de noviembre ha estado lloviendo casi veinte días seguidos, y veíamos las nubes negras, la lluvia cayendo a chorro, los relámpagos, el arcoíris…

SUSANA: Pintar el paisaje…

JUAN: Estoy atrapado por el paisaje asturiano en el que vivo. Me cuesta pintar otros paisajes que no sean este porque vivo aquí, y el paisaje cantábrico es muy bello, tiene mucha grandeza y misterio. La luz es muy sutil y puedes estar en Picos de Europa, o en Somiedo, o en cualquier valle cercano a la costa también, y ver cómo desaparece temporalmente la montaña o el mar tapados por la niebla. Es como presenciar la ligereza y la ilusión de todo lo que vemos. He pintado recientemente un valle de Ponga, un municipio con montañas preciosas, y una vista de la playa que hay al lado del Castro de Baroña, en la provincia de La Coruña, que me alucinó. Y un cuadro más grande, Desencarnar, que engloba un poco todo lo que me interesa (paisaje, figura, vida y muerte). Siempre es mucho mejor haber vivido el paisaje antes de pintarlo.

Juan Fernández Álava. Ponga
Ponga, 2017

SUSANA- Citas Desencarnar y este es quizá mi cuadro preferido de la exposición. Ese cuadro es todo un manifiesto de espiritualidad, de pintar el alma… ¿De qué manera la espiritualidad está presente en tu proceder?

JUAN: De unos años para acá la espiritualidad está presente en todo momento para mí. La vida es un gran misterio y quiero ahondar en él. La pintura ayuda a sumergirse en lo innombrable. Haber descubierto mi don tan temprano me ha permitido confiar en mi naturaleza para expresarme a través de él. Es una suerte y un deber poner en práctica tu don porque te conecta con tu esencia. No hay tiempo, ni necesidades materiales durante la práctica de tu talento. Es la mejor forma de conocerte a ti mismo, que, a su vez, es lo mejor que puedes hacer para vivir en paz y multiplicar ese estado. Todo eso puede transferirse al cuadro. Fra Angelico no pudo ser un hombre angustiado. Van Gogh lo fue, pero junto a su tensión, dejó su amor y reverencia por la vida en sus pinturas.

Juan Fernández Álava. Desencarnar
Desencarnar, 2017

SUSANA: La pintura y la muerte…

JUAN: La muerte es una enseñanza que está presente en todo lo que existe. Es sólo un tránsito, una transformación, y el cuadro es el reflejo de ella también. Se muere en cada pintura para nacer de nuevo y morir en la siguiente.

Juan Fernández Álava. Primavera
Primavera, 2019
Juan Fernández Álava. Durmiendo al sol
Durmiendo al sol, 2019

 

 

“Juan Fernández Álava. Vida y Pintura”

GALERÍA ARANCHA OSORO

Calle Ventura Rodríguez, 6

Oviedo

Del 7 de noviembre al 16 de diciembre de 2019

 

https://www.aranchaosoro.com/nuestro-arte/juan-fernandez-alava/ 

http://juanfernandezalava.blogspot.com/

http://masdearte.com/especiales/juan-fernandez-alava/

https://www.instagram.com/juanfernandezalava/?hl=es

 

 

Una respuesta a “Una conversación con Juan Fernández Álava. ”Se muere en cada pintura para nacer de nuevo y morir en la siguiente””

  1. Juan Guillermo

    Una pregunta: ¿Ya no son historia los períodos Azul y Rosa de Picasso?

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Comentarios