Soledad Lorenzo. Segunda lectura

El Reina Sofía exhibe otra parte del depósito de la galerista

Madrid,
Luis Gordillo. Beethoven tosía al verde, 1989. © Luis Gordillo, VEGAP, Madrid, 2017
Luis Gordillo. Beethoven tosía al verde, 1989. © Luis Gordillo, VEGAP, Madrid, 2017

Tras una primer muestra inaugurada el pasado septiembre en la que pudimos ver abstracciones y geometrías, el Museo Reina Sofía abre hoy al público la segunda (y última por el momento) de las exposiciones que dedica al depósito de la colección de la galerista Soledad Lorenzo, quizá el más importante realizado hasta ahora a un museo de nuestro país en el ámbito del arte contemporáneo.

De las cerca de 400 obras que Lorenzo depositó en el Reina Sofía –la decisión se anunció en 2014–, en la pasada muestra, llamada “Punto de encuentro”, pudieron verse unas sesenta (entre ellas trabajos de Palazuelo, Tàpies, el Grupo Vasco de escultores, Uslé, Pérez Villalta o Jerónimo Elespe) y en la que hoy comienza se exhiben cerca de cincuenta, de 23 artistas, fechadas entre 1971 y el siglo XXI (las últimas piezas datan de 2008-2009). La primera es de Gordillo y las más recientes de Juan Ugalde o Victoria Civera.

Como la anterior, esta exhibición ha sido comisariada por Borja-Villel y Salvador Nadales, pero su título, que coincide con el de una obra expuesta del propio Ugalde, además de hacer referencia al componente emocional que hay tras los fondos de Soledad Lorenzo y a su relación muy cercana con los artistas con los que trabajó, marca ya distancias respecto a la primera presentación.

Aquí encontraremos obras figurativas nacidas de la introspección y la subjetividad y una importante presencia de la pintura popular y sarcástica, a veces con claras referencias musicales. Se trata de piezas que, según Borja-Villel, tienen en común su cuestionamiento de las posibilidades y los métodos de representación y también su capacidad para reflejar, desde los diversos relatos que contienen, el gusto de una época. Se suele decir que un coleccionista solo se relaciona con su generación, la anterior y la posterior, y en el caso de Soledad -según ha explicado el director del Reina Sofía- esa afirmación también es válida, por eso, aunque su primer interés fue la pintura, al entablar contactos fecundos con creadores jóvenes, otros medios se hicieron importantes tanto en sus exposiciones como en la colección que ahora presenta parcialmente el MNCARS.

Se trata de obras que, según Borja-Villel,  tienen en común su capacidad para reflejar, desde los diversos relatos que contienen, el gusto de una época

Lo vemos desde la primera sala, con La Ribot presentando en el vídeo Another pa amb tomàquet una preparación metafórica del cuerpo para su consumo y con Catherine Opie convirtiendo en objetos a los sujetos de sus fotografías.

En salas siguientes nos esperan diálogos entre los lenguajes figurativos antidogmáticos de Gordillo y Alfonso Fraile y trabajos de numerosos autores que, como decíamos, abordaron la figuración desde la ironía, la brutalidad o el ingenio descarnado. Junto a dos Ugaldes de tono sarcástico (Cuestiones personales y Cuentos chinos), se exhibe Calle alucinada de Jorge Galindo, muy crítico con la falsa apreciación de la pintura abstracta, y Pins de heavy metal, culto satánico de Manuel Ocampo, de potente iconografía.

Por la Galería Soledad Lorenzo pasaron también numerosos artistas estadounidenses de ambas orillas, y en esta exposición ha tenido también cabida la pintura figurativa neoyorquina de Fischer y David Salle, la neoexpresonista de Julian Schnabel, la fotografía performativa y las videoinstalaciones de Tony Oursler, del que podremos ver obra reciente que se vale de la tecnología y los nuevos medios para referirse a las oscuridades de la psicología humana, el terror, el miedo y la vigilancia. Cerca quedan las imágenes que testimonian una de las performances más salvajes de Paul McCarthy: Halloween de Hollywood, fruto de su obsesión por tratar de exponer lo que la piel esconde, y las representaciones de estados emocionales de Condo, que nunca dejó de inspirarse en los grandes de la historia del arte.

En 1989, Soledad Lorenzo le dedicó una muestra muy recordada junto a Barceló y Schnabel, todos ellos muy jóvenes entonces.

El discurso de la exposición propone revalorizar el papel de su galería a la hora de dar a conocer en España a grandes artistas estadounidenses (el último que fichó fue Robert Longo), también poner en diálogo sus trabajos con los de autores europeos contemporáneos, y proyectar, en relación con ellos, la marca del arte español de las últimas décadas, aunque Soledad Lorenzo no ha dejado de recordar, durante la presentación de este proyecto, que estos son planteamientos clasificatorios a posteriori, ya que sus adquisiciones se debían más a impulsos emocionales que a intenciones intelectuales.

No podían faltar en este segundo capítulo expositivo del legado de Soledad Lorenzo tres autores claves para su galería y para la creación española reciente (Broto y su geometría, Barceló y su tactilidad y José María Sicilia, quizá el más próximo de todos a la abstracción), y junto a ellos el mencionado Julian Schnabel (una exposición suya y de Galindo conmemoró el 25º aniversario de la sala de Orfila).

Georgina Starr. Inside Starrwood (Starvision World), 1997. Museo Reina Sofía. Depósito temporal Colección Soledad Lorenzo, 2014
Georgina Starr. Inside Starrwood (Starvision World), 1997. Museo Reina Sofía. Depósito temporal Colección Soledad Lorenzo, 2014

El comisario ha buscado resumir los fondos de la galerista en una selección de pocas obras (en relación con su número total) pero potentes, en un compendio de historias visuales fragmentadas susceptibles de entablar diálogos entre sí. Lo cierran Fröhlich, los azulejos carnales de Adriana Varejão, la vertiente más delicada de Victoria Civera, las performances de Itziar Okariz o las de Georgina Starr, una de las artistas menos conocidas fuera del Reino Unido entre las vinculadas a la generación de los Young British Artists. Se convierte a sí misma en un personaje entre la realidad y la ficción en Inside Starrwood.

Según ha explicado Nadales, estas presentaciones de las obras que atesoró Lorenzo buscan que el público atisbe los futuros discursos expositivos que el Museo Reina Sofía podría articular en torno a ellas y las posibilidades de integración en su colección. De hecho, algunas de ellas ya comienzan a ser solicitadas al centro para formar parte de exposiciones temporales.

Sergio Prego. Anti, 2005. Museo Reina Sofía. Depósito temporal Colección Soledad Lorenzo, 2014
Sergio Prego. Anti, 2005. Museo Reina Sofía. Depósito temporal Colección Soledad Lorenzo, 2014

 

“Colección Soledad Lorenzo: Cuestiones Personales”

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS

c/ Santa Isabel, 52

Madrid

Del 19 de diciembre de 2017 al 5 de marzo de 2018

 

 

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