El Museo Nacional de Arte de Timișoara, en Rumanía, ha anunciado la apertura, el 30 de septiembre, de la exposición “Brancuși: fuentes rumanas y perspectivas universales”, que profundizará en los inicios de un artista que logró generar formas puras, muy libres aunque no carentes de influencias (Rodin fue su maestro).
El escultor fue y continúa siendo un creador que trascendió fronteras geográficas, históricas y formales, más allá de corrientes artísticas definidas pese a sus vínculos con la vanguardia parisina de la primera mitad del siglo XX. Curiosamente, la última exhibición que se le brindó en su país se organizó hace más de cincuenta años, en 1970, por lo que esta próxima antología supondrá un simbólico regreso a casa.
Analizará su recorrido el bagaje con el que Brancusi llegó a París y la metamorfosis que, ya en Francia, le llevó a convertirse en el autor universal que todos apreciamos; será su comisaria Doina Lemny. Se reunirán, por primera vez en Rumanía, piezas emblemáticas de la etapa de madurez del artista, prestadas por centros como el Pompidou de París o las Tate de Londres, y también trabajos de su juventud procedentes de museos rumanos y colecciones privadas. Serán cerca de cien las obras estudiadas, junto a fotografías y fragmentos fílmicos, y colaborarán en la presentación la Fundación Art Encounters y el Instituto Francés.
Desde su herencia rumana y su interés por el primitivismo artístico, supo extraer Brancusi las esencias de los materiales que empleó, enriqueciendo después sus formas con las ideas de vanguardia. En Timișoara, capital europea de la cultura este año, podremos contemplar obras como El Beso, Mlle Pogany, Musa dormida, La columna sin fin y Pájaro en el espacio, así como trabajos estrechamente conectados con el arte y la literatura rumanos; hay que recordar que allí se formó y participó en sus primeros eventos artísticos.
Esta antología reivindicará a Brancusi como ejemplo perfecto de artista que parte de lo real, de las figuras y objetos, para a continuación tratar de captar sus esencias a través de un largo proceso de creación y reflexión, que ya no pertenece a ningún espacio geográfico dado, sino al mundo. En una de las notas que se conservaron en su taller, probablemente escrita en una edad avanzada, compartió su visión de una cosmogonía sin barreras en la que todos los elementos naturales, desde animales y plantas hasta los fenómenos geológicos, contribuirían a la armonía de la creación: Mi tierra natal, mi familia, es la tierra que gira, el soplo del viento, las nubes flotantes, el flujo del río.
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